Qué pasó en el Mundial de… Qué pasó en el Mundial de…

"Sólo tres personas en la historia han conseguido hacer callar el Maracaná con un solo gesto: el papa, Frank Sinatra y yo". Alcides Ghiggia, Mundial de 1950

Sudáfrica 2010. Paul, el pulpo más famoso de la historia

Paul, el pulpo del Zoo de Oberhausen, se decide por España en su vaticinio de las semifinales del Mundial (ARCHIVO 20MINUTOS).

Paul, el pulpo del Zoo de Oberhausen, se decide por España en su vaticinio de las semifinales del Mundial (ARCHIVO 20MINUTOS).

Pues otro de los asuntos más recordados del último Mundial, en el que España se coronó como campeona del Mundo, no se produjo en Sudáfrica. Se produjo en Oberhausen, Alemania, y no la protagonizaba ningún futbolista, sino un animal, un cefalópodo, un pulpo. El pulpo Paul.

El pulpo tiene su propia biografía, por cierto. Paul no era alemán, sino inglés. Había nacido en enero de 2008 en el Sea Life Centre de Weymouth, Inglaterra, desde donde fue trasladado al Zoo de Oberhausen, en Alemania. Cuando aún contaba con medio año de vida, Paul empezó a poner en práctica sus dotes de adivinación, con motivo de la Eurocopa de 2008. La idea surgió en el propio zoo. Antes de cada partido de Alemania, se le ponía en su acuario una urna con la bandera del país germano y otra con la de su rival. En ambas se introducía o una ostra o un mejillón. Los pulpos están considerados como los invertebrados más inteligentes del mundo animal y además, son unos seres muy hábiles con sus patas. El método de adivinación era sencillo. Aquella urna que Paul abriera primero para comerse el molusco que contenía, sería el equipo que ganaría el partido.

Paul participó en seis sesiones de adivinación en aquella Eurocopa. Acertó cuatro (victorias de Alemania sobre Polonia, Austria, Portugal y Turquía) y falló dos (derrotas de los teutones ante Croacia y en la final, ante España). Estos fallos y el hecho de que Paul siempre diera como vencedora a Alemania provocó que el cefalópodo pasara relativamente desapercibido.

La fama mundial le llegó a Paul en 2010, con el Mundial. Acertó la victoria de Alemania ante Australia, acertó la victoria de Serbia sobre Alemania (era la primera vez que adivinaba en contra de su país de adopción), más victorias de Alemania sobre Ghana, Inglaterra y Argentina, la derrota en semifinales ante España y la victoria ente Uruguay en el tercer y cuarto puesto. Como os podéis imaginar, en cuanto empezó la racha victoriosa de aciertos de Paul, los medios de comunicación encontraron un filón sin límites, hasta el punto de que la cadena NTV retransmitía en directo sus predicciones. Por supuesto, Paul adivinó el resultado de la final entre España y Holanda.

El pulpo Paul, descansando de sus dotes adivinatorias (WIKIPEDIA).

El pulpo Paul, descansando de sus dotes adivinatorias (WIKIPEDIA).

En España, por cierto, acogimos a Paul con mucho entusiasmo. Sus predicciones favorables a la Roja lo convirtieron en una especie de mascota no oficial de la selección, presente en todo tipo de merchandising. Un empresario de Carballiño llegó incluso a ofrecer 30.000 euros al zoo de Oberhausen para utilizarlo en la Fiesta del pulpo de esta localidad gallega. E incluso el entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero llegó a referire a él. Organizaciones ecologistas pidieron su liberación y por si fuera poco, el presidente de Irán, Mahmoud Ahmadineyad llegó a decir que todo ese circo era un símbolo de la decadencia de Occidente.

Poco tiempo después del Mundial, en octubre, Paul murió. Nada raro, puesto que la esperanza de vida de un pulpo no excede los dos años y medio.

Sobre el por qué Paul acertaba tanto, parece que no hay nada de paranormal. Aunque los pulpos tienen visión en blanco y negro, al parecer sí son capaces de diferenciar entre tonos. Algunos expertos dicen que las banderas de Alemania y España tienen tonos atractivos para los pulpos, aunque la selección que hizo de una urna con la bandera serbia no tiene mucha explicación. Sea como fuere, Paul el pulpo pasó a la historia. Para este Mundial ha habido numerosos intentos de repetir la fama de pulpo. Yo he visto focas, llamas, pollos y algún que otro animal más, pero ninguno ha alcanzado los niveles de fama del cefalópodo del zoo de Oberhausen.

Os dejo con el vídeo de cómo Paul eligió a España en las semifinales del Mundial de 2010:

Hasta mañana.

Brasil 1950: Moacir Barbosa, el portero condenado para toda la vida

Moacir Barbosa, portero de Brasil en 1950 (YOUTUBE).

Moacir Barbosa, portero de Brasil en 1950 (YOUTUBE).

El otro Mundial de fútbol que se vivió en Brasil fue el de 1950. Esta Copa del Mundo estuvo marcada por el resultado de la final. Un resultado que abatió a un país hasta límites insospechados, provocando incluso suicidios en el país más grande de Sudamérica.

La historia es ampliamente conocida. En el último partido de aquel Mundial, el cuarto de la historia, se enfrentaban Brasil, la anfitriona, y Uruguay. No era exactamente una final, porque en aquella época se jugaba una suerte de liguilla. El caso es que a Brasil le valía el empate para proclamarse campeona del mundo. Nadie en el país anfitrión pensaba en otra cosa que no fuera ganar su primer Mundial.

En aquel equipo brasileño el guardameta era Moacir Barbosa Nascimento, portero del Vasco de Gama. Estaba considerado de largo el mejor portero del país y estaba cuajando una Copa del Mundo muy buena. De hecho, y paradójicamente, sería elegido mejor portero del torneo.

El caso es que el partido se puso de cara para los locales gracias a un gol de Friaça en el minuto 47 de partido. En el minuto 66, ‘Pepe’ Schiaffino empataba para Uruguay. El resultado aún le valía a Brasil, pero Maracaná se quedó congelado cuando en el minuto 79 de partido, Alcides Ghiggia recogió un balón, dribló al brasileño Bigode,  y, cuando parecía que iba a centrar, disparó a puerta y sorprendió a Barbosa. Brasil no se pudo reponer y acabó perdiendo el partido y la Copa, que se llevó Uruguay.

Barbosa diría de la jugada del gol lo siguiente:

Llegué a tocarla y creí que la había desviado al tiro de esquina, pero escuché el silencio del estadio y me tuve que armar de valor para mirar hacia atrás. Cuando me di cuenta de que la pelota estaba dentro del arco, un frío paralizante recorrió todo mi cuerpo y sentí de inmediato la mirada de todo el estadio sobre mí.

Otra imagen de Barbosa de la época del Mundial (YOUTUBE).

Otra imagen de Barbosa de la época del Mundial (YOUTUBE).

Como os decía antes, el país entero entró en depresión. Pero dentro de ese estado de profunda decepción y tristeza, el pueblo de Brasil buscó un culpable y lo encontró en Moacir Barbosa. Sintió el desprecio de sus conciudadanos. Tres años después del Mundial, sufrió una grave lesión que significó su adiós definitivo de la selección, una profunda depresión y su salida del equipo titular del Vasco de Gama. Vagando tras su recuperación por equipos pequeños, se retiró en 1962 y se hizo con un cargo en la Superintendencia de Deportes del Estado de Rio de Janeiro. En 1970, estando en un mercado carioca, una mujer acompañada de su hijo se detuvo frente a él y le dijo a su vástago: «Míralo, hijo, este hombre fue quien hizo llorar a todo Brasil». Pasaban los años, pasaban las décadas y nadie le perdonaba. «En Brasil, la condena máxima es de 30 años. La mía fue perpetua», diría.

Otra curiosidad es que desde su retirada, Brasil apenas tuvo porteros de raza negra. La creencia de que un portero negro era gafe caló en el país más futbolero del mundo y hasta la llegada de Dida, pocos porteros de color se pusieron bajo los palos de la canarinha. De hecho, muchos piensan hoy que la raza de Barbosa fue determinante para que fuera señalado como culpable del Maracanazo.

En 1993 vivió otra situación dolorosa. Estaba la selección brasileña concentrada en un partido preparatorio para el Mundial de Estados Unidos de 1994. Barbosa fue a saludar a los internacionales y a darles ánimos. Cuando fue a entrar al lugar de entrenamiento, no le dejaron pasar. Le pidieron que se largara. Al parecer, Mario Zagallo, ayudante entonces de Parreira y terriblemente supersticioso, pensaba que la presencia de Barbosa gafaría al equipo.

En 1997, su esposa, con la que no tenía hijos, falleció a causa de un cáncer de médula ósea. Barbosa se quedó solo y sin dinero. El Vasco de Gama conoció su situación y le concedió una ayuda, exigua, para que pudiera sobrevivir. Tres años después, solo, falleció a causa de un derrame cerebral. Teresa Borba, una amiga que estuvo a su lado en sus últimos días, llegó a admitir que hasta el último momento, Barbosa le decía: «No fue culpa mía. Éramos once».

Barbosa fue enterrado sin la presencia de directivos del fútbol brasileño, ni autoridades, apenas ante unas 50 personas. En los últimos años, no obstante, parece que son muchos los que trabajan por rehabilitar la figura del que está considerado como el mejor portero brasileño de la historia. Hay un libro y una película en dedicada a contar su biografía, una de las más tristes de la historia de los Mundiales.

Os dejo con un breve reportaje sobre Barbosa:

Hasta mañana.

USA 94. La tragedia de Andrés Escobar

Andrés Escobar, instantes después de meter el gol en propia puerta que le costó al vida (YOUTUBE).

Andrés Escobar, instantes después de meter el gol en propia puerta que le costó al vida (YOUTUBE).

El fútbol, a veces, deja historias terribles, que conviven con la magia, la alegría y lo bonito del deporte. Hoy vamos a hablar de una de ellas. La protagoniza un hombre que tuvo la mala fortuna de meterse un gol en propia meta: Andrés Escobar.

Llegaba la selección colombiana al Mundial de Estados Unidos con el cartel de equipo llamado a hacer grandes cosas. Habían ganado 0-5 a Argentina en Buenos Aires en la fase de clasificación. Tenían una excelente plantilla, con jugadores consagrados como Carlos ValderramaFaustino Asprilla y habían recaído en el Grupo A, que a priori no parecía excesivamente fuerte, ya que compartían grupo con los anfitriones, Estados Unidos, con Rumanía y con Suiza.

Las cosas no empezaron bien para los cafeteros, ya que cayeron derrotados en su debut ante la Rumanía de Hagi por 3-1. El segundo partido, ante Estados Unidos en Pasadena, era fundamental para las aspiraciones del equipo a pasar de fase, como todo el mundo esperaba. En aquel encuentro, que se celebró el 22 de junio de 1994, el marcador lo abrió Estados Unidos. Lo hizo a través de un gol en propia puerta: su autor, el colombiano Andrés Escobar. Era el minuto 35 de partido y el estadounidense John Harkes centró desde la izquierda. Escobar, defensa central de 27 años, con casi medio centenar de internacionalidades de experiencia, intentó despejar, con tan mala suerte que introdujo el balón en la portería de su compañero Óscar Córdoba. Las cosas empeoraron cuando Earnie Stewart marcó el segundo de los norteamericanos a la vuelta del descanso. De nada sirvió el gol del ‘Tren’ Valencia al final del encuentro. Colombia estaba casi fuera. En la última jornada, los cafeteros derrotaron por 2-0 a Suiza, pero la victoria de Rumanía por 1-0 ante Estados Unidos los dejó últimos de grupo y eliminados.

Momento en el cual Escobar se mete el gol en propia puerta ante Estados Unidos (YOUTUBE).

Momento en el cual Escobar se mete el gol en propia puerta ante Estados Unidos (YOUTUBE).

Tras la enorme decepción mundialista, Andrés Escobar regresó a su Medellín natal. Diez días después de su autogol, en la madrugada del 2 de julio, Escobar se encontraba en el aparcamiento de una discoteca llamada El Indio, cuando un fanático del fútbol llamado Humberto Muñoz Castro empezó a increparle. Escobar le pidió que cesara con sus insultos, y Muñoz desenfundó un arma de fuego del calibre 38 y disparó seis tiros sobre el defensa, que murió 45 minutos después del tiroteo en el hospital. Sus compañeros de selección René Higuita, Víctor Hugo Aristizábal y Mauricio Serna tuvieron que acudir al depósito para reconocer el cadáver.

El suceso conmocionó a Colombia y al mundo. Los jugadores de la selección colombiana fueron fuertemente escoltados y vigilados los días posteriores al asesinato. Al funeral de Escobar acudieron 120.000 personas, incluido el presidente del país. Respecto a Humberto Muñoz, fue detenido gracias a la colaboración ciudadana. Trabajaba como guardaespaldas de dos empresarios vinculados con el narcotráfico. Sobre las teorías del asesinato, más allá de ser un castigo por su fallo, se cree que pudo haber influido una trama de apuestas que se frustraron con la eliminación de Colombia. El seleccionador colombiano de entonces, Pacho Maturana, en cambio, siempre dijo que el autogol fue incidental y que todo respondía al insoportable clima de violencia que sufría entonces el país. Sea como fuere, Muñoz fue condenado en junio de 1995 a 43 años de prisión, que por una reforma legal se quedaron en 26. Por buen comportamiento, trabajos en prisión y estudios, salió en libertad en 2005, apenas 11 años después de su crimen.

La memoria de Andrés Escobar sigue viva en Colombia. Los padres del futbolista crearon una escuela de fútbol con el nombre del defensa destinada a niños desfavorecidos y aún hoy, su figura es muy recordada por los hinchas del Atlético Nacional de Medellín, su club.

Saludos y hasta el sábado.

Corea / Japón 2002: Moreno y Al-Ghandour ponen alfombra roja a Corea del Sur

Angelo di Livio y Christian Vieri protestan ante el ecuatoriano Byron Moreno (EFE).

Angelo di Livio y Christian Vieri protestan ante el ecuatoriano Byron Moreno (EFE).

Volvemos atrás doce años (doce ya) para hablar del Mundial de Corea y Japón 2002, el primero que tuvo lugar en el continente asiático. Si por algo se caracterizó esta Copa del Mundo fue por los nefastos arbitrajes, en concreto dos, que casualmente beneficiaron a Corea, una de las anfitrionas, y perjudicaron a dos selecciones históricas europeas. Vamos a recordar los papeles del ecuatoriano Byron Moreno y del egipcio Gamal Al-Ghandour en aquella Copa del Mundo.

Por orden cronológico, empezaremos a hablar de Byron Moreno. Jugaban en octavos de final Corea del Sur e Italia en la ciudad de Daejeon. Pese a que los coreanos jugaban en casa, los italianos, con hombres como Buffon, Totti, Vieri o Del Piero, eran favoritos. El árbitro del encuentro, Byron Moreno, hizo un pésimo arbitraje, acompañado de sus jueces de línea. Italia fue acribillada a juego duro coreano y a fueras de juego y pitó un inexistente penalti a favor de Corea (que paró Buffon). En la prórroga, a la que se legó con empate a un gol, anuló un gol de oro (estaba vigente esa regla) al italiano Damiano Tommasi y expulsó a Francesco Totti por doble amarilla, siendo la segunda por haber, supuestamente, imulado una falta. Corea del Sur marcó su gol de oro en el minuto 117 e Italia quedó eliminada.

Toda Italia clamó contra Byron Moreno y tanto el seleccionador Trappatoni como Francesco Totti no dudaron en afirmar que el ecuatoriano arbitró mal con premeditación para beneficiar a Corea, debido al interés de la FIFA en que los anfitriones siguiera adelante. La FIFA reconoció que el arbitraje de Moreno había sido malo, pero negó cualquier acusación de confabulación.

El tiempo demostró que Byron Moreno era un pájaro de mucho cuidado. En octubre de 2002 protagonizó un escándalo en el fútbol de su país cuando anunció seis minutos de descuento en un partido entre el Liga Deportiva Universitaria de Quito y el Barcelona de Guayaquil. Ganaban estos últimos por 3-2, pero en vez de seis, Byron Moreno añadió ¡¡¡13 minutos!!! El LDU marcó el empate en el 99 y el gol de la victoria en el 101. Además, Moreno falseó el acta y cambió los minutos de los goles. Fue suspendido por 20 partidos. Y años más tarde, en 2010, el trencilla fue detenido en el aeropuerto JFK de Nueva York con seis kilogramos de heroína en su ropa interior. Pasó dos años y dos meses en una prisión estadounidense, tras lo que fue extraditado por buena conducta a su Ecuador natal.

Fernando Hierro increpa a Al-Ghandour en el España-Corea del Sur (EFE).

Fernando Hierro increpa a Al-Ghandour en el España-Corea del Sur (EFE).

El siguiente rival de Corea, en cuartos, fue la selección española. Y el colegiado, el egipcio Gamal Al-Ghandour. El partido se celebró en la ciudad de Gwangju, y al egipcio lo acompañaban en las bandas el ugandés Tomusange y el trinitense Ragoonath. Todos recordamos bien el arbitraje que perpetraron entre los tres: al igual que en el partido entre Corea e Italia, España sufrió constantes fueras de juego y el juego duro de Corea. Pero las jugadas más polémicas fueron dos goles anulados a España, a Morientes y a Helguera. En uno, el línea determinó que el balón había salido por línea de fondo cuando Joaquín centró, y en otro pitó falta previa. Además, pitó fuera de juego en un mano a mano entre Luis Enrique y el meta coreano. El partido acabó con 0-0 y los coreanos ganaron en la tanda de penaltis.

Finalmente, los coreanos cayeron eliminados en semifinales ante Alemania. Ese partido lo pitó un árbitro mucho más experimentado, el suizo Urs Meier. Sea como fuere, Corea del Sur acabó cuarta, el mejor resultado de la historia de una selección asiática.

Os dejo con un vídeo bastante gráfico:

Pasado mañana, más.

Italia 1990: Camerún pone a África en el mapa del fútbol mundial

Los jugadores de Camerún, celebrando una de sus victorias en Italia 90 (YOUTUBE).

Los jugadores de Camerún, celebrando su victoria ante Colombia en Italia 90 (YOUTUBE).

Hemos hablado ya en este blog mundialista de la presencia de equipos africanos en las fases finales. Pero hablar de equipos o selecciones africanas y de la Copa del Mundo pasa, obligatoriamente, por recordar a la selección de Camerún y su actuación en la fase final del Mundial de Italia 1990.

Los Leones Indomables debutaron en una fase final en España 82. Llegaban como una de las selecciones más flojas, a priori, del Mundial, y con dos jugadores destacados: el portero Tommy N’Kono, que tras la Copa del Mundo ficharía por el Espanyol, y Roger Milla, que ya entonces contaba con 29 años de edad. El mítico Helenio Herrera dijo, poco antes del comienzo del torneo, que Camerún iba a ser la revelación del Mundial. Casi. Encuadrado en un grupo muy difícil, con Italia (que sería campeona), Perú y Polonia, Camerún quedó eliminada en la primera fase, pero salió invicta de la competición, tras empatar a cero con peruanos y polacos y a un gol con los transalpinos. Sólo el goal-average les impidió llegar más lejos.

Camerún no logró clasificarse para el Mundial de México 86 pero cuatro años después sí que consiguió entrar en la fase final de Italia 90. Recayeron en el Grupo B, junto a Argentina, a la Unión Soviética y a Rumanía. Además, les tocaba abrir el Mundial en San Siro contra los entonces campeones, Argentina (entonces, el partido inaugural lo jugaba el último campeón).

La victoria de Camerún aquel día aún es recordada como una de las mayores sorpresas de la historia de los Mundiales. El delantero François Omam Biyik marcó un gol que sirvió para que los africanos, dirigidos por el soviético Valeri Nepomniachi, derrotaran a los campeones del mundo, comandados por Maradona, y eso a pesar de que el colegiado francés Michel Vautrot les expulsó a dos jugadores.

El segundo partido de Camerún, en Bari ante Rumanía, se saldó también con victoria. Roger Milla, con 38 años, recién cumplidos, hizo un doblete. Ya a esas alturas de Mundial, los Leones Indomables se habían convertido en la sensación. En el tercer partido, los africanos cayeron derrotados con estrépito por 4-0 ante la URSS, pero el empate a uno entre rumanos y argentinos les sirvió para acabar primeros de grupo y pasar a octavos de final. Curiosamente, Camerún se convirtió en el primer equipo en lograrlo con una diferencia de goles negativa.

Así celebró Milla su segundo gol ante Colombia en octavos de final (YOUTUBE).

Así celebró Milla su segundo gol ante Colombia en octavos de final (YOUTUBE).

El 23 de junio de 1990, Camerún jugó su partido de octavos de final ante Colombia, que se había convertido en otra de las sensaciones, sin duda apoyada en pintorescos futbolistas como René Higuita o Carlos Valderrama. El partido, que se disputó en Nápoles, llegó con 0-0 al final del tiempo reglamentario y se jugó prórroga. Roger Milla, que había entrado como suplente en el segundo tiempo, abrió el marcador en el primer minuto de la segunda parte de la prórroga. Y dos minutos después, aprovechó un garrafal error de Higuita en su intento de controlar el balón con los pies para robarle la pelota al portero de Medellín y marcar a puerta vacía. Aunque a cinco minutos del final Colombia redujo distancias, Camerún pasó a cuartos: era algo histórico, pues por primera vez, un equipo africano llegaba tan lejos al Mundial.

Su rival en cuartos fue Inglaterra. El partido se disputó también en Nápoles y era el último de los cuatro de cuartos. Considerado como uno de los mejores partidos de una Copa del Mundo que se caracterizó por pocos goles y juego rácano, el marcador lo abrió David Platt en el minuto 25. Pero en el minuto 61, Emmanuel Kundé empató de penalti y cuatro después, Eugène Ekéké puso por delante a los africanos. Camerún rozaba la mayor hazaña de la historia de los Mundiales cuando en el minuto 83, Gary Lineker empató de penalti. Ya en la prórroga, otra pena máxima a favor de los ingleses convertida por Lineker les permitió seguir adelante y a los cameruneses decir adiós a su sueño.

Camerún, que tuvo un premio después (la inclusión de Roger Milla en el once ideal del torneo), se ganó la admiración y el cariño del mundo futbolístico. Los Leones Indomables repetirían en Estados Unidos 94, con mucho peor resultado (pese a que Roger Milla marcó y, con 42 años, se convirtió en el jugador más viejo en marcar un gol en la Copa del Mundo, récord aún vigente), así como en Francia 98 y en Corea y Japón 2002, tampoco sin poder pasar de la primera fase. Tras fallar en Alemania 2006, volvieron a clasificarse para Sudáfrica 2010, con idéntico resultado a sus tres anteriores presencias. De nuevo se volverá a quedar en Brasil sin pasar de la primera fase, pero lo que ya no les quita nadie es el título oficioso de selección clásica de los Mundiales, gracias a aquellos maravillosos días en Italia en 1990.

Os dejo con un resumen de los partidos de Camerún en Italia 90:

Hasta mañana.

Argentina 78. Un Mundial en plena dictadura

Videla hace un gesto antes de entregar la Copa del Mundo a Daniel Passarella (YOUTUBE).

Videla hace un gesto antes de entregar la Copa del Mundo a Daniel Passarella (YOUTUBE).

Pues hoy os vamos a hablar no de una anécdota en particular, como otras veces, sino de un Mundial en general, o en concreto de su contexto. Vamos a viajar en el tiempo 36 años para hablar del Mundial de 1978 y de la terrible dictadura argentina.

El 24 de marzo de 1976 tuvo lugar en Argentina un golpe de estado a través del cual el Ejército de Tierra, la Marina y la Aviación nacional se hicieron con el poder en el país. Los tres comandantes generales de las Fuerzas Armadas, Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti, formaron una Junta que se hizo con el poder, siendo elegido Videla como presidente.

Argentina había sido elegida como sede del Mundial de 1978 allá por 1966. Fue Juan Domingo Perón el que inició, en 1974, los preparativos de la Copa del Mundo. En 1976, tras la llegada al poder de la Junta Militar, se creó el Ente Autárquico Mundial’78 (EAM’78), que de ahí en adelante se encargaría de la organización del Mundial. El EAM’78 estaba dirigido por el vicealmirante de la Armada argentina Carlos Lacoste. Entre otras medidas, el EAM’78 apartó a la AFA (la Federación Argentina) de los preparativos y mantuvo una política de opacidad presupuestaria. Aunque no es oficial, se estima que la EAM’78 gastó unos 700 millones de dólares.

La idea original de la Junta Militar era dar un golpe (otro) propagandístico con la disputa del Mundial. Pero tenían que hacer frente a las llamadas al boicot que procedían de todo el mundo. Francia era uno de los países en los que más activo era el movimiento para boicotear el Mundial del 78, si bien no había acuerdo entre aquellos que tenían como objetivo que el Mundial no se celebrara en un país donde se producían continuadas violaciones de los Derechos Humanos y los que pensaban que la celebración del torneo era indispensable para que el mundo conociera las atrocidades de la Junta Militar.

Esta indefinición supuso que no hubiera unidad y que los gestos fueran escasos. Muy comentadas fueron las ausencias de dos de los más destacados jugadores europeos del momento, el alemán Paul Breitner y el holandés Johan Cruyff, campeón y subcampeón, respectivamente, en la anterior cita. El de Breitner es el único caso claro de rechazo a la dictadura argentina, mientras que aunque en un principio se pensó que Cruyff renunció por los mismos motivos, en realidad había circunstancias deportivas y económicas que le empujaron a no ponerse la camiseta naranja.

Videla, de uniforme en 1976 (WIKIPEDIA).

Videla, de uniforme en 1976 (WIKIPEDIA).

Sea como fuere, sí se sabe que hubo algún jugador de las selecciones sueca y holandesa que se interesaron por las manifestaciones de las Madres de la Plaza de Mayo, que al fin y a la postre lograron que sus protestas tuvieran eco en la prensa internacional. Mientras, la Junta Militar puso en marcha toda su maquinaria para lograr que los medios extranjeros difundieran información favorable al régimen. Y más allá.

Nunca se probó nada, pero la leyenda dice que Argentina amañó un partido de la segunda fase para pasar a la final. En aquel Mundial no había octavos, cuartos y semifinales, sino que tras la primera fase se formaban dos grupos de cuatro cuyos ganadores se enfrentarían en la final. Argentina necesitaba ganar por cuatro o más goles de diferencia a Perú en el último partido de esa segunda fase para jugar la final, pase al que también optaba Brasil. Argentina ganó 6-0, un resultado realmente inesperado, ya que en aquella época la selección peruana era una de las más potentes de América. Las dudas se cernieron sobre Ramón Quiroga, portero de Perú, que era argentino de nacimiento. También se sabe que Jorge Rafael Videla visitó al vestuario peruano antes del partido. Se habla de otros acuerdos como el envío de un barco lleno de grano de Argentina a Perú o el desbloqueo de una cuenta del Gobierno peruano en un banco argentino.

El caso es que finalmente, los planes de la Junta Militar salieron como querían y Argentina alzó su primera Copa del Mundo. Años después, y preguntados por su experiencia en aquella época, muchos jugadores argentinos e incluso el seleccionador, César Luis Menotti, insisten en que las atrocidades de la dictadura les eran desconocidas. «Nos usaron para tapar las 30 mil desapariciones. Me siento engañado y asumo mi responsabilidad individual: yo era un boludo que no veía más allá de la pelota«, diría después Ricardo ‘Ricky’ Villa. También Menotti se expresó en términos similares: «Fui usado. Lo del poder que se aprovecha del deporte es tan viejo como la humanidad».

Cuando Argentina ganó la Copa en el Monumental de River, muy cerca de allí, en la sede de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), el infame lugar donde se llevaron a cabo las atroces torturas de la dictadura y de donde partían los tristemente famosos ‘vuelos de la muerte’, se dice que los carceleros y torturadores gritaron «¡Ganamos!» a los presos, que incluso llegaron a ser sacados de la ESMA por sus verdugos para celebrar el título en las calles, antes de volver a su reclusión y a su casi segura muerte.

Os dejo con el tráiler de un documental que tiene una pinta buenísima y que si alguien localiza, quedaría muy agradecido:

Chile 62. La batalla de Santiago: a patada limpia por un país ofendido

El árbitro inglés Ken Aston trata de poner paz entre chilenos e italianos el 2 de junio de 1962 en el Mundial de Chile (WIKIPEDIA).

El árbitro inglés Ken Aston trata de poner paz entre chilenos e italianos el 2 de junio de 1962 en el Mundial de Chile (WIKIPEDIA).

Partidos con polémica arbitral los ha habido en casi todos los Mundiales. Este mismo año lo estamos comprobando. Hoy os voy a hablar de uno de los más famosos por todo aquello que no tiene que ver con el juego, de un encuentro que pasó a la historia con el nombre de ‘la batalla de Santiago’, así que os podéis imaginar.

Estamos en el Mundial de Chile 1962. El Grupo B lo componen las selecciones de Alemania Federal, Italia, Chile y Suiza. Los anfitriones iban cargados de una gran responsabilidad, ya que aquel Mundial estuvo marcado por un terrible terremoto que tuvo lugar dos años antes, de 9,5 grados en la escala de Richter (el peor registrado en la historia), que dejó cerca de 2.000 muertos y numerosos daños materiales, hasta el punto de que provocó no pocos retrasos y problemas de infraestructuras.

El grupo comenzó con un Chile 3-1 Suiza y con un 0-0 entre alemanes e italianos. En la segunda jornada, la Roja (de Sudamérica) se enfrentaba a los transalpinos. El partido empezó caliente, más de lo previsto, después de que dos periodistas italianos, Antonio Ghirelli y Corrado Pizzirelli (enviados especiales a Chile), escribieran un artículo para el periódico Il Resto del Carlino en el cual hicieron una terrible descripción de Chile y de su capital, citando la «desnutrición, prostitución, analfabetismo, alcoholismo, miseria» como algunos de los males del país andino.

La prensa chilena se hizo eco de esta información pocos días antes del partido entre ambas selecciones, así que podéis imaginar con qué ganas esperaba la afición chilena el encuentro. El diario El Mercurio de Santiago recordaba que en una gira reciente de su selección por Europa, sus reporteros no hablaron de «la pobreza del sur de Italia«, sino de las maravillas de Florencia y Venecia».

El día 2 de junio de 1962 se celebró el partido en el Estadio Nacional de Santiago de Chile, ante algo más de 66.000 espectadores. Previendo un clima caliente, los jugadores italianos saltaron al campo con claveles blancos, que lanzaron al público como señal de buena voluntad. No se cumplió su deseo, ya que los chilenos devolvieron las flores al campo, con una sonora pitada.

Ferrini, siendo sacado del terreno de juego por la Policía (WIKIPEDIA).

Ferrini, siendo sacado del terreno de juego por la Policía (WIKIPEDIA).

Las hostilidades no tardaron en comenzar, para desgracia del colegiado, el inglés Ken Aston (al que se le debe adjudicar el honor de inventar las tarjetas -seguramente, su experiencia en Chile le influiría-). A los 12 segundos se produjo la primera falta y a los siete minutos, la primera expulsión (insisto, no había tarjetas, se expulsaba directamente): la sufrió el italiano Giorgio Ferrini, tras una dura falta sobre el chileno Landa. Ferrini se negó a abandonar el terreno de juego, por lo que la Policía tuvo que entrar al campo para llevárselo. Empezaba bien la cosa.

Ambos equipos hicieron un tremendo despliegue de juego violento, acompañado de constantes rifirrafes entre los futbolistas de ambos equipos. Dicen las crónicas que los chilenos se aplicaron con especial dureza y que Aston le perdonó la expulsión al chileno Landa. Pero el follón se formó cerca del final del primer tiempo, cuando el italiano Mario David le hizo una dura falta al chileno Leonel Sánchez, tras lo que volvió a golpear al sudamericano en el suelo. Sánchez reaccinó levantándose y dándole un puñetazo a David. Aston, temiendo mayores problemas, no expulsó a ninguno. La expulsión de David llegó cuando en el minuto 41, el italiano se vengó del puñetazo lanzándole una patada al chileno.

Los chilenos marcarían dos goles en el segundo tiempo y, para evitar problemas mayores, puesto que no cesaron las patadas y las tánganas, Ken Aston no añadió nada de tiempo y pitó justo en el 90. Italia quedó eliminada en esa primera fase y Chile llegaría a semifinales, su mejor actuación de la historia.

Os dejo con un resumen de aquel partido:

Hasta mañana.

Sudáfrica 2010. Las vuvuzelas, el zumbido de África

Un hincha sudafricano pone en acción una vuvuzela durante el Mundial de 2010 (Archivo 20minutos).

Un hincha sudafricano pone en acción una vuvuzela durante el Mundial de 2010 (Archivo 20minutos).

Tenemos, por ser el más reciente, frescos recuerdos del Mundial de Sudáfrica 2010. Además de la victoria de la selección española, una de las cosas que más se recuerdan de la primera cita mundialista del continente negro es el sonido de las vuvuzelas.

Seguro que sabéis lo que son: se trata de una especie de trompetillas de plástico que, sopladas con fuerza, emiten un sonido parecido al de un zumbido muy potente. En realidad, este tipo de cornetas son muy antiguas. Tuvieron una época de esplendor en todo el mundo hasta mediados de los 90, cuando en los campos europeos se endurecieron las medidas de seguridad.

Pero en 2010 tuvieron un esplendor inesperado. Y es que las vuvuzelas (también escrito vuvucelas) tienen mucho predicamento en el fútbol africano. Su nombre procede del zulú. ‘Vuvu’ significa algo así como «hacer ruido». Ya en la Copa Confederaciones de 2009 se dejaron escuchar, pero su fama llegó un año después, con la disputa del Mundial. Tanto los espectadores presenciales como los de televisión se vieron totalmente sorprendidos por un extraño sonido, como si de un gigantesco enjambre de mosquitos se tratara, que acompañaba a los partidos durante los 90 minutos.

Las quejas no tardaron en llegar e incluso algunas cadenas de televisión optaron por reducir al máximo el sonido ambiente en las retransmisiones. Y es que se realizó un estudio que reveló que una vuvuzela puede alcanzar los 127 decibelios, casi tanto como un avión despegando.

Pese a ser algo realmente molesto, las vuvuzelas se convirtieron en todo un negocio, ya que era raro el aficionado extranjero desplazado a Sudáfrica que no sucumbiera a adquirir una como recuerdo de la cita mundialista de 2010. Tal era su potencial que de cara al actual Mundial de Brasil, se puso en marcha un nuevo instrumento, la ‘caxirola’, básicamente una especie de bola de plástico hueca, con otras bolitas más pequeñas en su interior, que al agitarlas producen un característico sonido. Pero el gozo de sus inventores se fue al pozo, ya que fueron prohibidas por ser susceptibles de ser arrojadas al terreno de juego.

Os dejo con un divertido vídeo al respecto:

Hasta mañana.

Alemania 74 a Italia 90. Porteros con el 5, centrocampistas con el 1: Argentina y los dorsales en orden alfabético

Osvaldo Ardiles controla un balón en el partido ante Bélgica del Mundial 82 (FIFA).

Osvaldo Ardiles controla un balón en el partido ante Bélgica del Mundial 82 (FIFA).

El artículo de hoy abarca varios Mundiales, en concreto cinco: Alemania 74, Argentina 78, España 82, México 86 e Italia 90. Y es que de lo que os voy a hablar hoy es de una curiosísima costumbre que adoptó la selección argentina de fútbol en las citadas Copas del Mundo a la hora de asignar los dorsales, lo que provocaba que viéramos cosas extrañísimas, como guardametas con el dorsal 5 o jugadores de campo con el 1.

Esta costumbre se inició en el Mundial de 1974, si bien los tres porteros (Carnevali, Fillol y Santoro) quedaron excluidos y portaron los dorsales 1, 12 y 21, que suelen ser los habituales de los guardametas (también el 13 y el 22). Aun así, había cosas raras como ver al entonces delantero del Atlético de Madrid ‘Ratón’ Ayala con el dorsal 2, al también colchonero Heredia, defensa, con el 10, o a otro defensa, Glaría, con el 9.

En la siguiente cita, la de Argentina 78, la asignación alfabética de los dorsales fue mucho más estricta: no se libraron ni los porteros. Así, el 1 lo portaba el centrocampista de River Norberto Alonso, mientras que los porteros, Baley, Fillol y LaVolpe, llevaron el 3, el 5 y el 13.

La tendencia continuó en España 82. Así, vimos a Ardiles con el 1, a Baley con el 3 o a Fillol con el 7. Pero hubo una excepción. Fue el primer Mundial de Diego Armando Maradona. Al ‘Pelusa’ le correspondía el dorsal 12, pero llegó a un acuerdo con el centrocampista de Estudiantes Patricio Hernández y le cambió el puesto, para poder llevar el 10.

Tres cuartos de lo mismo ocurrió en México 86, pero con tres excepciones. Maradona, Passarella y Valdano fueron los únicos exentos y eligieron los dorsales 10, 6 y 11.

En el siguiente Mundial, Italia 90, hubo continuidad con el asunto de los dorsales alfabéticos, pero ya con reservas, puesto que la FIFA obligó a los equipos a que uno de los tres porteros llevara el dorsal 1. Aún así, sorprendió ver al delantero Abel Balbo con el dorsal 3.

El portero holandés Jongbloed, con el 8 en la final del Mundial del 74 (BUNDESARCHIV / WIKIPEDIA).

El portero holandés Jongbloed, con el 8 en la final del Mundial del 74 (BUNDESARCHIV / WIKIPEDIA).

Las cosas cambiaron después. Los dorsales fijos con nombre empezaron a generalizarse en todos los campeonatos nacionales y el orden alfabético quedó eclipsado por el marketing.

El caso de Argentina, de todos modos, no fue el único. En Alemania 74, los holandeses iban numerados también por orden alfabético (Cruyff quedó exento para que llevara el 14) y así, el portero Jongbloed llevaba el 8 y el delantero Geels llevaba el 1. Curiosamente, Jongbloed repitió dorsal en Argentina 78, pese a que ya no se seguía el criterio alfabético. En España 82 fue algo común: adoptó el sistema Inglaterra, con la excepción de los porteros y Kevin Keegan, que quería el 7. También en la cita española Francia se ordenó por ese criterio, aunque Platini pudo elegir el 10. Finalmente, Italia fue la otra selección que no se complicó la vida a la hora de repartir dorsales. En México 86, repitió Francia con las excepciones de Platini y Giresse (12).

Una curiosidad más. Entre Argentina 1978 y Francia 1998 (y con la citada salvedad de España 82), Italia también repartió sus dorsales bajo otro criterio: el de demarcaciones. Así, con los dorsales del 2 al 8 (o al 9) jugaban los defensas. Del 9 al 16, los centrocampistas. Y del 17 al 21, los delanteros, quedando el 1, el 12 y 22 para los porteros.

Y como diría mi amigo Javi Ruiz, otra bola extra. Si España siguiera en Brasil 2014 el criterio argentino, estos serían los dorsales (eligiendo el nombre de guerra, no el apellido): 1. Albiol, 2. Azpilicueta, 3. Busquets, 4. Casillas, 5. Cazorla, 6. De Gea, 7. Diego Costa, 8. Fàbregas, 9. Iniesta, 10. Javi Martínez, 11. Jordi Alba, 12. Juanfran, 13. Koke, 14. Mata, 15. Pedro, 16. Piqué, 17. Reina, 18. Sergio Ramos, 19. Silva, 20. Torres, 21. Villa, 22. Xabi Alonso y 23. Xavi Hernández.

Hasta mañana.

España 82: Alemania-Austria, el partido de la vergüenza

Karl-Heinz Rummenigge, Herbert Prohaska y Horst Hrubesch, en el Alemania-Austria de España 82 (FIFA).

Karl-Heinz Rummenigge, Herbert Prohaska y Horst Hrubesch, en el Alemania-Austria de España 82 (FIFA).

El otro día, cuando os hablaba en mi otro blog del estadio de El Molinón de Gijón, cité el partido que hoy ocupa estas líneas. Se trata de uno de los más negativos momentos de la historia de la Copa del Mundo, un partido para olvidar que, no obstante, sirvió para mejorar las cosas en el futuro. Os estoy hablando del Alemania-Austria del Mundial 82, más conocido como ‘el partido de la vergüenza‘.

La República Federal de Alemania y Austria estaban encuadradas en el grupo 2 de la primera fase del Mundial de España. Junto a ellas estaban Argelia y Chile. El grupo empezó con una sorpresa mayúscula, ya que en la primera jornada, los norteafricanos derrotaron a los alemanes en Gijón por 2-1. Austria, por su parte, se deshizo de Chile en Oviedo por 1-0.

En la segunda jornada, Alemania derrotó a los andinos por 4-1 y Austria a los argelinos por 0-2. Así las cosas, a la última jornada llegó Austria con 4 puntos (eran 2 por victoria), Argelia y Alemania con 2 y Chile con 0. El 24 de junio, Argelia ganó su tercer partido por 3-2 a Chile. AL día siguiente jugaban Alemania y Austria, con las siguientes combinaciones. Si ganaba Austria, pasaban ellos y los argelinos. Si ganaban los alemanes por dos o más goles de diferencia, pasaba la Mannschaft y los africanos. Pero sólo si Alemania ganaba por un gol de diferencia pasaban los dos europeos. ¿Y qué fue lo que pasó? Pues lo previsto.

El partido empezó con normalidad, con ambos equipos peleando por la victoria. Alemania, que era la que en peor situación se encontraba a priori, empujó más hasta que el minuto 10 del partido, el delantero del Hamburgo Horst Hrubesch marcó el 1-0. Con ese resultado, ambos equipos pasaban. Y quedaban 80 largos minutos.

Efectivamente, a partir de ese momento el partido se convirtió en una sucesión de jugadas sin peligro, de pases horizontales y de diálogos entre jugadores de ambas selecciones. Sólo Walter Schachner, delantero austríaco del Cesena italiano, parecía querer disputar el partido. Años después, Schachner declaraba a la prensa alemana que «Estaba desesperado en el campo. No entendía cómo Krankl, nuestro delantero, se colocaba de líbero. Y Briegel no hacía más que decirme: ‘No corras tanto’. Como no me enteraba de lo que sucedía, los compañeros dejaron de pasarme el balón«.

El público, en su mayoría español, se dio cuenta del ‘biscotto’. Empezó a gritar «¡Fuera, fuera!», «¡Que se besen, que se besen!» e incluso se pusieron a animar al Sporting, habida cuenta del escaso interés del encuentro. En las gradas había aficionados argelinos que lanzaron billetes el campo. Un comentarista alemán, avergonzado, se negó a seguir retransmitiendo el encuentro.

El partido acabó, claro está, con 1-0 para los alemanes. Los jugadores de ambos equipos se llevaron una bronca monumental. El autobús de los alemanes fue perseguido hasta su hotel y le lanzaron huevos. Los jugadores fueron increpados y algunos, como Harald ‘Toni’ Schumacher reaccionó mal, lanzando agua desde el balcón de su habitación. El diario gijonés El Comercio publicó la crónica del partido en la sección de Sucesos, titulando «Unas cuarenta mil personas, presuntamente estafadas en El Molinón por veintiséis súbditos alemanes y austriacos».

Argelia protestó ante la FIFA, pero el máximo organismo del fútbol mundial no pudo hacer nada. Lo que sí hizo fue variar la norma y en el siguiente Mundial, todos los partidos de la última jornada de un grupo se empezaron a disputar a la misma hora, regla que sigue vigente, para evitar amaños.

Quiso la fortuna, el karma o como lo queráis llamar que Austria quedara apeada del paso a semifinales tras perder un partido y empatar otro en la segunda fase del Mundial, mientras que Alemania perdió en la final por 3-1 ante Italia.

Os dejo con un reportaje sobre aquel partido:

Hasta mañana, amigos.