Si a finales del s. XX eras un hispano intentando abrirte un hueco en la industria del CINE con mayúsculas, Hollywood tenía un papel guardado para ti: el de matón latino. Esto es así: había actores que se quejaban de estar encasillados, pero Hollywood era (¿es?) capaz de encasillar a todo un colectivo. Ay, camión, mátame pronto…
El de Rick Aviles no fue un caso diferente: nacido en Nueva York en el 52 y de padres igualmente neoyorkinos, su ascendencia portorriqueña y venezolana le dio unos rasgos morenos que a la industria le encantaban para los papeles de malo. Y como malo pasó a la posteridad, cuando interpretó a Willie López en Ghost, en 1990.