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La tragedia de Sinéad O’Connor: rota antes de ser una estrella de la música

Este verano llegó a España el libro de sus memorias: Remembranzas. Escenas de una vida complicada. Y tan complicada. Es un libro trufado de pasajes que dejan al lector pegado a las páginas con un poso mental de «esto no puede ser verdad». Pero, en el fondo, algo te dice que todo es cierto.

Pero empecemos por el pricipio:

Sinéad O’Connor (que es su nombre de nacimiento además del artístico -salvo por un par de segundos nombres que omite: Marie y Bernadette) nació en Dublin un 8 de diciembre de 1966, por lo que un cálculo rápido nos dice que este año cumplirá 55 inviernos.

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O’Connor en una actuación en Vicar Street, Dublin. (GTRES)

Sinéad había llamado la atención de la industria musical con su primera banda, Ton Ton Macoute y, tras iniciar su andadura en solitario aportando su voz en forma de colaboración para álbumes ajenos, cuando tenía 20 años le llegó la oportunidad, no sin controversia, de editar su álbum debut. Y la controversia no fue otra que se quedó embarazada (del batería John Reynolds) y la discográfica la presionó para que abortara. Finalmente, y tras largas discusiones, Sinéad consiguió que «le permitieran» continuar con su embarazo y sacar a la luz su primer álbum, que produjo ella misma, en 1987: The Lion and the Cobra, que se presentó con el tema Troy.

Fue, sin embargo, dos años después (estamos en 1989) cuando O’Connor alcanzó el estrellato internacional, de una vez y para siempre, con el single por el que todo el mundo la recuerda: Nothing Compares 2 U.

Nothing Compares 2 U se incluyó en su segundo álbum en 1990, I Don`t Want What I Haven’t Got (No quiero lo que no he tenido), y está cargada de significado. La canción original era un tema de Prince, escrito para The Family e incluida en su primer álbum de estudio. En boca de Prince, era un tema sobre un amante abandonado. Sinéad le hizo arreglos musicales y, en su voz, quedó transformada en un canto a la devastación personal que supuso para ella perder a su madre, fallecida en 1985 en un accidente de coche.

El tema de O’Connor, cargado de emoción y acompañado de un vídeo desolador, enfocado en su rostro por el que, al final, ruedan dos lágrimas, fue número uno mundial. I Don’t Want What I Haven’t Got vendió millones de copia en el planeta y Sinéad fue nominada a cuatro Grammys, incluidos Mejor Grabación y Mejor Vocalista Femenina. Ganó Mejor Álbum de música alternativa. Sus palabras fueron arrolladoras:

Me niego a aceptar los premios. Los Grammy se dan al disco que más ha vendido, pero no al mejor artísticamente hablando. No me interesan. No quiero tomar parte en nada que anime a la gente a creer que el éxito material es importante, especialmente si eso representa que te has de sacrificar personalmente para obtenerlo.

Ese fue, probablemente, el momento en el que O’Connor dejó claro que la música era para ella su forma de interpretar la vida (y no de ganársela), y desde entonces su identidad es su sello. Ha publicado álbumes desde entonces con estoica regularidad (otros ocho álbumes de estudio desde I Don’t Want What I Haven’t Got), especialmente atendiendo a que los ha compaginado con controversias y cambios personales que abarcan todas las ramas de lo políticamente inapropiado. Ha sido ordenada sacerdotisa católica (cosa realmente prohibida por la Iglesia), se ha cambiado el nombre dos veces (la última en 2018 después de convertirse al Islam, cambió su nombre a Shuhada’ Davitt), ha tenido otros tres hijos -esto no es polémico, solo lo estoy comentando-, e incluso anunció en más de una ocasión que se retiraba de la música para luego regresar, a veces con muy poco tiempo de diferencia (hablamos de días) entre la retirada y el regreso.

Especialmente notoria fue su actuación, en 1992, en Saturday Night Live, de la NBC, donde interpretó una versión muy personal de la canción War de Bob Marley, aunque sustituyó la palabra «racismo» por «abuso de menores» («racism» por «child abuse») y rompió una foto del papa Juan Pablo II ante la cámara mientras decía «el bien sobre el mal» y remataba gritando «fight the real enemy» («lucha contra el verdadero enemigo»). Se oyó un murmullo de asombro. Nadie aplaudió.

Tal vez de haber sido hoy se habría llevado una buena ovación. Pero era 1992.

Sus álbumes han ido bajando en ventas desde los siete millones del segundo hasta las dos o trescientos mil copias (que no es una nadería ni mucho menos). El último de ellos, I’m Not Bossy, I’m the Boss, vio la luz en 2014 con Take Me To Church.

Y ahora, como os adelantaba al principio del post, compagina su gira musical con el lanzamiento de su libro de memorias: Remembering(traducido como Remembranzas), bajo el sello Sandycove, de Penguin Books, y que en los agradecimientos de su primera página dice: Qui cantat, bis orat («El que canta, reza dos veces»).

En él, Sinéad habla a bocajarro de su vida personal, que sorprende, porque de su relación con su madre se sabía más bien poco, o al menos poco comparado con todo lo que ella revela. Era conocido, además de la derrota que sufrió Sinéad cuando ella murió, que sus padres habían tenido hijos siendo aún muy jóvenes, que la cantante era la tercera de cinco hermanos y que, cuando sus padres se separaron teniendo ella ocho años, ella y sus dos hermanos mayores se fueron a vivir con su madre, con quien la relación era «complicada» y que «a menudo utilizaba la fuerza con ellos». Sin embargo, lo que cuenta en Remembranzas dentro de capítulos cortos con títulos significativos, como El piano, Los abuelosAgosto del 77, va más allá:

Ahora soy una mujer mayor con una voz diferente. Así que esta es solo mi primera memoria.
Mi intención es vivir una vida larga y llevar un diario esta vez para no olvidarlo. Sin embargo, era necesario que dejara hablar a la niña dentro de mí porque necesitaba
hablar.

(…)

Soy la niña que llora de miedo el último día antes de las vacaciones de verano. Tengo que fingir que he perdido el palo de hockey porque sé que si lo llevo a casa mi madre me golpeará con él todo el verano. Aunque tal vez prefiera el atizador de alfombras. Me hará desnudarme, me obligará a acostarme en el suelo y abrirme de piernas y brazos, a permitirle golpearme con el mango de la escoba en mis partes íntimas.

Y, de pronto, cobran otro sentido las lágrimas de O’Connor al cantar en Nothing Compares 2 U:

«All the flowers you planted mom
In the backyard
They all died when you left
I know living with you baby was hard sometimes
But i’m willing to try again»

 

Todas las flores que plantaste, mamá,
en el patio trasero,
todos murieron cuando te fuiste.
Sé que vivir contigo a veces fue difícil,
pero estoy dispuesta a intentarlo de nuevo.

 

¿Qué fue de las chicas de t.A.T.u.? Así han cambiado en 20 años Lena y Yulia, el mayor timo del pop

Las t.A.T.u., acrónimo del ruso eta devochka liubit tu devochku, que quiere decir «esta chica ama a esa chica» (y también que «acrónimo» no significa lo mismo en Rusia que aquí), fueron uno de los productos comerciales más potentes desde Milli Vanilli (sí, aquel dúo pop en el que todo eran secretos y mentiras).

Iván Shapovalov tenía 34 años, era psicólogo infantil y orquestó, desde su experiencia como publicista y productor musical, el mayor timo que la industria musical había parido en mucho tiempo: Lena y Yulia fueron las dos elegidas entre el más de medio millar que se presentó al casting para formar t.A.T.u.

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Shapovalov tuvo su inspiración en una película sueca de bajo presupuesto sobre el despertar del amor adolescente entre dos colegialas, Fucking Amal, para construir su fantasía escénica: dos adolescentes de quince años (y de verdad tenían quince años) serían sus protagonistas y, sobre el escenario, cantarían y demostrarían, muy explícitamente, su amor rebelde y prohibido, delante de Rusia y del mundo.

All the Things She Said (contenida en su segundo álbum de estudio, 200 km/h In the Wrong Lane, de 2002), no era solo una letra reveladora: el paquete incluía una escenografía cuidada al milímetro (especialmente en los directos), en la que Lena y Yulia se besaban y tocaban bajo las meticulosas órdenes de Shapovalov, y se convirtió en un quebradero de cabeza para los adultos que la calificaron de «pop pedófilo» y «apología de la homosexualidad», y en una liberación para los millones de adolescentes en todo el mundo que se sintieron representados/as y validados en su sexualidad.

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20 temazos veraniegos de los 2000

Mariplayas, me voy de vacaciones. ¡Ole!

Espero que no me echéis de menos (y lo digo totalmente en serio, o sea: que es agosto, por el amor del suelo, disfrutad el estío, copón). Yo intentaré no echaros de menos a vos 😀

Y se me ha ocurrido que para hacernos el rato hasta la vuelta más entretenido a todos, y ya que estrené el mes recordando 20 temazos veraniegos de los ’90, podríamos terminar julio recordando los mayores hits del verano de los años 2000. Madre mía, ¡y parece que fue ayer!

Disfrutad el solete, Mariplayas. Yo me voy bailando con una mano en la cabeza y un movimiento sexy 😎. Lee el resto de la entrada »

¿Qué está haciendo Anastacia?

Mucho nos pasa que el nombre de Anastasia nos evoca una suerte de princesa del imperio austro-húngaro, y por eso (probablemente) hay quien piensa que Anastacia, la cantante, viene de la Europa septentrional. Pero no: Anastacia Lyn Newkirk nació en Chicago, en una América, dice, donde ella creció y no se clasificaban por la raza.

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Anastacia durante un concienrto en Edimburgo en 2017 (GTRES)

Aunque cierto es que, si hay alguien en este planeta que puede llamarse «ciudadana del mundo», ese alguien tiene muchas papeletas de ser Anastacia.

En verano de 2000 publicó su primer álbum, Not That Kind, que llegó a vender cuatro millones de copias en el mundo y cuyo primer singleI’m Outta Love, vendió más de tres millones y medio de copias en todo el mundo: Europa, Australia, Nueva Zelanta…

Pero ya sabéis que llegar a lo alto es solo el primer paso, el más difícil es el segundo: conseguir quedarse arriba. Y Anastacia lo hizo cuando, solo un año después, llegó su segundo álbum de estudio, Freak of Nature, con temazos como Paid My Dues o One Day in Your Life.

Acababa de aterrizar en el panorama internacional, con algo muy personal que nadie podía imitar, y en nada los más grandes (Michael Jackson, Luciano Pavarotti, Elton John) se la rifaban para hacer duetos y empaparse un poco de aquello de desprendía la nueva estrella de los escenarios.

Justo cuando estaba ahí, en lo más fulgurante de su ascenso, el mundo se detuvo a su alrededor: en 2003 le diagnosticaron un cáncer de mama, y el resto de su vida quedaría en gran parte definida por ello. El día antes de su operación rodó el videclip de Love is a Crime y, tiempo después, contaría así la experiencia: Lee el resto de la entrada »

¿Qué fue de Zucchero?

Yo me imagino que Adelmo Fornaciari, más conocido como Zucchero, es para Italia algo así como lo que Barry White para EE.UU. Aunque, a nivel español, lo que me llama más la atención es su parecido (físico) con Javier Gurruchaga.

Zucchero 2017

Zucchero en el Universal Music Festival (2017, GTRES)

Aunque nos escapa a la mayoría, Zucchero (como pasa con tantas otras estrellas musicales que tuvieron un boom en los ’90 o 2000 –véase Blondie-) tenía ya una larguísima trayectoria antes de que los oídos de los profanos oyeran hablar de él en su boom de los 2000 (como pasa con tantas otras estrellas musicales, véase Blondie again).

Pero sí: Zucchero, que además de música estudió veterinaria (aunque no terminó la carrera), inició su actividad (musical) en 1970 cuando fundó Le nuove luci, mientras estudiaba, con un grupo de jóvenes como él, y desde entonces se dedica a la música. Lee el resto de la entrada »

De ‘Qué pides tú’ a colaborar con Netflix: ¿Qué está haciendo Alex Ubago?

Os puedo jurar, y os lo digo de verdad que no es una forma de hablar, que no recuerdo lo que comí ayer. Estoy aquí intentando hacer memoria y no soy capaz de acordarme. Ahora, yo voy en el coche y en la radio me ponen Alex Ubago y, oye, me acuerdo hasta de la última letra.

Voy a empezar contándoos el final: este hombre sigue plenamente activo. ¿Por qué, entonces, hay quien cree que no? Pues porque Ubago lanzó su primer álbum de estudio en 2001, ¿Qué pides tú?, que fue un bombazo tal y un éxito tan arrollador que lo que lo que vino detrás casi pasó desapercibido para el grueso del público, aunque no para sus fans, por supuesto.

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Voy a hacer un resumen (muy resumido) de su trayectoria: Lee el resto de la entrada »

¿Qué fue de Cristian Castro, el que cantaba ‘Azul’?

Bueno, este post lo voy a empezar con una confesión: he mirado dos veces, y lo he rebuscado y requetebuscado y comparado y vuelto a mirar, porque claro, yo el Cristian que recordaba y tenía en mente era un chavalín de rubia melena. Vamos, el que salía en el vídeo. Este:

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Y claro, me pongo a buscar el rastro del cantante Cristian Castro y empiezo a ver fotos de un señor mayor que no se parece en nada y digo, «no puede ser el mismo, será otro Cristian Castro» xD. Pero sí, sí, sí era. Aunque eso os lo cuento después.

A ver, por el principio. ¿Recordáis Azul?

Aunque todos lo conocimos más o menos ahí, en ese 2001 en que se hizo internacional con Azul (nombre del sencillo y del álbum), Cristian, mexicano del 74 e hijo de padres artistas (y sobrino, escucha QUE ESTO ES MUY FUERTE, del Don Ramón de El Chavo del 8) empezó en esto del famoseo desde bien pequeñito, apareciendo en telenovelas y programas infantiles. De hecho, de su propio programa, La hora de Christian, nació su primera canción (El gallito feliz) y su primer álbum (Kristian y sus pollitas). Y, por favor, ahorraos el chiste que estamos hablando de infancia. Un respeto.

Ahora vas a estar todo el día cantando esta canción y será gracias a mí. De nada.

En fin: que en su México natal Cristian tuvo desde la cuna mucho éxito y reconocimiento y, aunque ya había conseguido grandes hitos antes -como ser nominado a un Grammy Latino o doblar canciones para Disney- fue recién estrenado el milenio, hace ya 20 años, cuando su álbum Azul, de la mano de Sony BMG, lo lleva a triunfar en toda América Latina y España. Sin embargo, igual que pasó con otros antes (y después), tras su fulgurante éxito pareció desaparecer. ¿Qué fue de él? Lee el resto de la entrada »

Conchita: qué ha hecho desde la inocencia de ‘Tres segundos’ a la emoción de ‘El viaje’

Es que es un temazo que a poquito que uno tenga un corazón funcional te saca las lágrimas. Pero vayamos al comienzo:

Hace cosa de quince años se terminaba de fraguar lo que sería el inicio de la carrera musical de Concepción Mendívil Feito, más conocida como Conchita, cantante y compositora.

Conchita 2009

Conchita en la 13 edición de los Premios de la Musica en Madrid (GTRES, 2009)

En la misma época en la que Nena Daconte o Julieta Venegas estaban muy presentes, el primer álbum de estudio de Conchita, Nada más, entró pisando muy muy fuerte con el single que seguro recordáis, 3 segundos, que se escuchó en radios y programas de televisión durante semanas.

De este mismo álbum se extrajeron también Nada que perder y Puede ser, otros dos temas de melodía pegadiza y letra lo bastante interesante como para que todo el mundo tuviera claro lo que Conchita podía ofrecer.

Nada más le siguieron otros siete álbumes más hasta 2016, quizás no tan tan reconocibles por mucha gente como 3 segundos, pero sin duda de buen calado. De estos cinco, Zapatos nuevos (publicado en 2012) fue un giro de sonido considerable al que, como bien dice ella, «no hay que cambiarle ni una nota». De él, La guapa de la fiesta no puede ser más buenrollera y contagiosa.

En Zapatos nuevos, además, se incluía un tema en francés (Dis, quand reviendras-tu?y fue producido por Pablo Cebrián, lo que ya daba pistas de que en 2016 habría un nuevo giro: Conchita y Cebrián publicaron un EP conjunto como Chansons d’hiver: Prologue, que incluye cinco temas.

A finales de ese mismo año salía al mercado Incendios con el single titulado Las ocho y diez, álbum que sería reeditado en vinilo al año siguiente para incluir tres temas nuevos. Después Conchita hizo una parada, hasta hace poco que se vuelve a oír en todas las radios. Y cuando el otro día le dije a una amiga que me encanta el último single de Conchita y me preguntó «¿La de Eurovisión?», me dije dos cosas: que tenía que hacer un post y que tengo que cambiar de amigas.

En 2018 nació su hijo de manera prematura y urgente por una preeclampsia severa de Concepción. Después de nacer el bebé, como ella contó en una entrevista a La Vanguardia, estuvo ingresada una semana en la UCI, de la cual tres días los pasó en coma. Una experiencia muy dura que, junto al encuentro con su hijo y seguro que una maternidad sentida y disfrutada (porque es lo que se destila de su canción), ha dado como fruto El viajeel sencillo de su último álbum, La orilla, y que es el tema que no deja de sonar desde hace semanas en la radio.

Yo en el «No sé si he hecho bien» ya estoy llorando. Os dejo aquí el clip y, de verdad, si esto no os saca al menos una lágrima yo me pensaría ir al médico o a hacerle una visita al maravilloso Mago de Oz.

¿Qué fue de Mai Meneses, la cantante de Nena Daconte?

En alguno de mis círculos de mujeres la canción de Tenía tanto que darte tiene un significado muy especial, porque si ya es una canción bonita como canción de amor romántico, cobra una nueva dimensión emocional cuando es a un hijo perdido a quien se la cantas.

Una canción que emana sensibilidad, de esa que de tan sencilla y conocida que es pasa desapercibida, en cada letra y que, en mi opinión, reducir al «golpe de suerte» de una «niña pop» es un insulto.

Tenía tanto que darte salió, como casi todos (si no todos) los temas del dúo musical Nena Daconte del puño de su vocalista, Mai Meneses, quien fue la primera eliminada de la segunda edición de Operación Triunfo.

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Y ahora, 10 años después de la ruptura del grupo, Meneses ha contado en su stories de instagram, a través de unas viñetas dibujadas por ella misma, la tóxica relación que vivió con su compañero musical y pareja sentimental, Kim Fanlo. Lee el resto de la entrada »

¿Qué fue de Selena, de Sonia y Selena?

Pues no os vais a creer dos cosas: la primera, que el otro día me puse a dar la bienvenida bailando a lo loco con los niños por la casa y no se me ocurrió cantar otra cosa que Yo quiero bailar.

La segunda, que me he tenido que ir a mirar quién es Sonia y quién Selena, porque nunca lo tuve claro. ¿Vosotros lo sabíais?

(Nota: Sonia = rubia, Selena = morena)

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Puede que incluso os cueste creer una tercera cosa, y es que haciendo así memoria un poco rápido es fácil ubicarlas en los ’90, pero no, Maris: del 2001, son. Estrenamos el milenio bailando esto. Y toda la noche, además.

De hecho, compartieron año de estrellato con David Civera y su Dile que la quiero, con quien compitieron por ir a Eurovisión. Ganó Civera, pero ellas lo petaron ese veranito con su hit buenrollero.

Por aquel entonces, Selena y Sonia tenían 26 y 27 años, respectivamente. Llegaron a la cumbre y se hicieron en ella un precioso nidito en el que permanecieron un par de años. Seguro que aún recordáis, también, temas como Deja que mueva Baila mi son.

Explotaron su éxito en racha ascendente hasta que llegaron a aquel momento álgido, no sé si lo recordaréis, cuando aparecieron con su temazo para Gran Hermano (Mucho por vivir) montadas en un platillo volante sobre el patio de la casa de Guadalix. Yo no sé cómo nadie paró esto, de verdad.

Después de eso, el dúo se disolvió y continuaron caminos por separado. Mucho ojito: después de haber vendido juntas más de un millón y medio de copias. Lee el resto de la entrada »