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¿Qué fue de Carlos Jesús?

Cada vez que alguien diga que «ha vuelto a Raticulín», ¡chupito!

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El corazón no se hace así, Carlos Jesús.

«Benditos seáis todos, en el nombre de Yahvé». Madre mía, Carlos Jesús. Cualquiera que ya tuviera desarrollada la memoria a largo plazo en el ’95 se acordará de él. Pero la culpa no era suya: la culpa era de los ’90 en general, que nos hicieron mucho daño.

Así resumiendo un poco, Carlos Jesús (quien se llama en realidad Carlos Caballero Rey, nacido en Sevilla en 1945) saltó a la fama a principios de los ’90 en el programa de Alfonso Arús Al Ataque (por cierto, ¿qué fue de Alfonso Arús?), aunque para ese entonces ya había salido alguna que otra vez en la prensa por andar jodiendo fastidiando la mona en el Rocío y buscando vírgenes escondidas por las cuevas. Aunque puede que, precisamente por eso, pensaran en él para mostrarlo ante el mundo en Al Ataque, como quien muestra una mujer barbuda en un freakshow.

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Aquí, que no se sabe si al Cristo le han dado el premio al mejor amigo o si están de despedida de soltero.

Carlos Jesús decía haber muerto, DOS VECES, por sendas descargas eléctricas en dos cadenas de montaje diferentes (que ya te quedas como… «A ver si es que no te sabes poner bien los guantes, Carlos»), y decía también haber vuelto porque Jesús en una aparición frente a una churrería (os juro que esto es cierto) le había dicho que tenía que cumplir una misión en la Tierra (curar gente).

En estos viajes astrales que él hacía contaba que había estado en Raticulín, en Ganímedes, en la constelación de Orión (que no te conoces tú tu barrio pero él se conoce Orión entera) y en un montón de Betas. Y en el Sol, también, que dice que no quema. A voluntad, se transformaba en Micael o Cristofer, y tenía en la cabeza un microchís para tener también el poder de reparar ordenadores (tengo que insistir en que todo lo que acabo de escribir es, literalmente, lo que él decía, no estoy exagerando).

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