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Cuando Pérez-Reverte era joven y salía por la tele hablando de la ruta del bakalao

Arturo Pérez-Reverte: afamado escritor que goza del título de ser uno de los personajes que más controversia despierta en redes. Y aquí me vais a perdonar que haga un paréntesis para subrayar que Pérez-Reverte es un caballero, nacido allá en el ecuador del siglo XX, y esto es conveniente tenerlo presente antes de entrar a debate con él, porque uno difícilmente puede escapar al contexto en el que su mente coge forma.

A mí, francamente, me recuerda mucho a mi padre: a estas alturas de la peli, sobre algunos temas ya no vale la pena discutir. Hay que quererlo como es. Eso sí: nada que oponer a quien quiera darle caña: su twitter es de lo más entretenido que hay en la red. Yo, cuando no me quedan estrenos en Netflix, me siento con unas palomitas a mirar el timeline de Reverte.

Dicho esto, todos tenemos en mente cómo es Arturo, ¿verdad?

Imagino que no hace falta que os lo diga, pero este señor es quien figura como autor en innumerables portadas de enorme éxito editorial, desde un ochentero Maestro de esgrima, hasta la más reciente Eva. Ya solo de la década de los ’90, que es a donde viajamos hoy, podríamos sacar títulos tan sonoros como La tabla de Flandes, El Club Dumas, La piel del tambor o, desde luego, Alatriste. Y esto solo hablando de novela, que si nos ponemos a recopilar artículos y relatos tenemos para otra buena decena de volúmenes, además de no olvidar sus facetas de periodista, corresponsal de guerra, guionista, locutor de radio Y (aquí quería yo llegar) presentador de televisión.

Os he dicho que hoy viajábamos a los ’90, ¿verdad? Pues en aquella época, brillante y colorida como una fiesta punk de Mi pequeño pony, que nos trajo regalos como, qué sé yo, Vanilla Ice o Carlos Jesús, un Arturo cuadragenario presentaba en TVE1 el programa Código Uno, que era algo así como tener una columna de opinión, pero con el valor añadido (o sustraído, no lo tengo claro) de poder acompañar el argumentario con expresión facial y corporal. Lee el resto de la entrada »