No puedo confirmar ni desmentir que me haya acordado de Kenny G a colación de una conversación con mi compañera, Melisa Tuya. Pero, oye, ya que estamos…
Para muchos, el saxofón tuvo un antes y un después de la llegada de Kenny G, con su melena rizada a lo Rambo y sus sensuales melodías. Sus canciones no necesitaban letra ni voz, eran románticas por sí mismas.
Con su cuarto disco, Duotones (1986), tocó la nota apropiada, dio con esa misteriosa fórmula que proporciona el éxito mundial. Acompañó su saxo con una batería suave y unos teclados al uso y consiguió lo impensable: su disco, casi enteramente instrumental, vendió 4 millones de copias solo en Estados Unidos, situándose en lo más alto de las listas de éxitos, compitiendo codo con codo Madonna o Michael Jackson.