No es el único, por supuesto, pero siempre llama la atención conocer que existen grandes estrellas que, antes de llegar a lo más alto, tuvieron que tropezar una y otra (y otra y otra) vez. Como George Lucas, que acabó haciendo Star Wars porque primero no le vendieron los derechos de Flash y luego no le dejaron adaptar La fortaleza escondida de Kurosawa.
Pero hablemos de Cavill:
¿Que por qué pongo esta foto? Porque yo creo que este fue el momento, mojado, barbudo y despeinado, en que Cavill consiguió alejar la imagen del estirado Superman de nuestras cabezas para convertirse en el Hombre de Acero, un Superman diferente que podía ser tan leñador como cualquiera.
Consiguió el papel en 2013, y repitió en 2016 y 2017 en Batman v Superman y La liga de la Justicia, y desde entonces es uno de los referentes más firmes de la pantalla, especialmente por sus participaciones en otras películas de éxito, como Misión imposible: Fallout o Enola Holmes (en la que él interpreta al famoso Sherlock) y también, por supuesto, en una de las sensaciones de streaming: The Witcher, en la que interpreta a Geralt de Rivia, el glorioso protagonista.
Pero antes de alcanzar este punto, en el que es reconocido y querido por público y colegas, hubo un tiempo en el que Cavill era considerado un auténtico gafe: uno de los actores con peor suerte de la industria.
De hecho, su primer intento para interpretar Superman fue ya en el año 2004, cuando audicionó para Superman Flyby, un proyecto de 2002 que bailó de mano en mano entre McG, Brett Ratner y J.J. Abrams. McG lo habría elegido a él como Superman y a Robert Downey Jr. para el papel de Lex Luthor, pero, finalmente, el proyecto fue cancelado. Más tarde Bryan Singer lo retomaría y se convertiría en Superman Returns, en 2006, con Brandon Routh en el papel protagonista.
Pero el de Superman no fue el único papel que le quitaron de la punta de los dedos; Cavill había sido también uno de los principales candidatos para interpretar a James Bond cuando Daniel Craig resultó elegido.
Y puede que hayáis leído que Cavill era la elección favorita de Stephenie Meyer (autora de Crepúsculo) para dar vida a Edward Cullen, papel que finalmente le fue dado a Robert Pattinson, pero esta no fue la única vez que el moderno Superman perdió contra el último Batman, porque a mediados de los 2000 (Cavill contaba 20 años, tres años antes de Crepúsculo), ambos aspiraron a ser Cedric Diggory en Harry Potter y el cáliz de fuego, y fue también Pattinson quien se hizo con el papel.
Habiendo empezando tímidamente su carrera en 2001, y con tan mala pata al principio, llegó, afortunadamente, Los Tudor, en 2007, en la que Cavill consiguió el papel de Charles Brandon hasta 2010.
Solo tres años después, llegaría El hombre de acero.