MC Hammer: así vive a sus 60 años el rapero que se fue más rápido a la quiebra

Contábamos el otro día, hablando de las curiosidades de Aladdín (que cumple 30 años), que, para dar realismo al movimiento de los pantalones bombacho de Aladdín, el animador Glen Keane se esforzó en imitar el movimiento que veía en los vídeos de MC Hammer. Y, oye, le salió redondo.

U Can’t Touch This (un tema con base en el Super Freak de Rick James) llegó al mundo dentro del segundo álbum del rapero, Please Hammer Don’t Hurt’Em, y corría el año 1990. Si con su primer trabajo había vendido tres millones de copias, el segundo (1990) vendió diecisiete millones, le valió varios premios (entre ellos mejor álbum de rap de la American Music Awards) y lo hizo obligatorio en todas y cada una de las emisoras de radio del planeta. Bueno, de las de música, al menos, que no veo yo a este chico en Radio María, para qué os voy a engañar.

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El ascenso era tan rápido, repentino y pronunciado que el mismísimo MC Hammer se quitó el «MC» de su nombre artístico (a partir de 1991 fue solo «Hammer»). ¿Qué pasó para que tan enorme estrella, prácticamente, desapareciera del firmamento?

Bueno, no fue el primero ni ha sido el último, por supuesto: es sabido de lo que los ricos de cuna llaman «nuevos ricos» que sus habilidades inversoras a veces patinan un poco.

Hammer, por ejemplo, que antes de ser cantante intentó ser jugador profesional de béisbol (de hecho, empezó a bailar durante los descansos de los partidos del Oakland Athletics, donde le pusieron el apodo de «Hammer» por su parecido con el jugador «Hammerin» Hank Aaron) y después se alistó en la Marina de los EE.UU., se compró una mansión de 30 millones de dólares que no podía mantener y, para redondear su nueva vida de millonario, contrató un séquito de empleados domésticos (cocinas, jardines, limpieza y todo el kit) que le suponía medio millón de dólares mensuales y cuyos sueldos, en poco tiempo, tampoco podía costear.

Solo seis años después de U Can’t Touch This, sus activos valían nueve millones y medio de dólares, mientras que sus deudas ascendían a casi catorce millones. Hammer cayó en bancarrota. Además de sus ostentosos gastos, se vio obligado a compartir los royalties de U Can’t Touch This con Reak James por su Super Freak.

Incluso en Los Simpson se hicieron eco de esto en el episodio Detrás de las risas, un mockumentary (o falso documental) sobre la subida a la fama de la familia Simpson, en el que Homer compraba la mansión del rapero, ya caído en desgracia.

Fue entonces cuando el artista decidió consagrar su talento musical a Dios y abogar por los valores tradicionales. Su carrera, a partir de ahí, fue en declive.

Too Legit To Quit, todavía de 1991, de nada menos que dieciséis minutazos de duración y en cuyo vídeo aparecían tantas personalidades de renombre que son casi imposibles de contar (si ponéis el vídeo buscando la canción, empieza en el 8:30), consiguió vender la nada desdeñable cifra de cinco millones de copias. Pero el siguiente lanzamiento bajó más de la mitad (dos millones de copias) y el siguiente se quedó en solo 200.000 copias. La gran estrella se apagó.

Terminó con todas sus propiedades embargadas: coches, motos, caballos y, por supuesto, su mansión, que se vendió por seis millones de dólares, cinco veces menos que lo que él había pagado por ella). El entorno profesional, que se había burlado de él desde el principio (a nadie le gustaba su estilo y que se adueñara del Super Freak remató su impopularidad en el sector), no le dio segundas oportunidades.

Su última aparición estelar en unos Music Awards fue en 2012, cuando Psy lo invitó a asistir con él para escenificar el Gangnam Style.

Aunque, todo sea dicho, la visión general es que a Stanley Kirk Burrell nunca le ha preocupado demasiado todo esto (al menos no públicamente), sino que tuvo su momento, lo exprimió para disfrutarlo al máximo y, cuando se terminó, se dedicó a otra cosa, sin más. Prueba de ello es que jamás le ha importando reírse de sí mismo y de su «caída en desgracia» (mientras hubiera un buen cheque de por medio) en diferentes campañas de publicidad, como la de los Cheetos que te recuerdan que con las manos llenas de pringue naranja «no puedes tocar esto» o, especialmente, una campaña de seguros en la que aparece el mismísimo embargo de sus bienes:

Convertido desde hace tiempo a pastor religioso, Hammer vive actualmente con su mujer Stephanie (con quien lleva casado más de 30 años y ha tenido cinco hijos) en un rancho en San Joaquín, Tracy: una zona rural de menos de cien mil habitantes en California. Dice tener una vida tranquila y profundamente religiosa, lleva un sello discográfico, ha invertido en varias startups de Silicon Valley y comparte sus experiencias a través de sus redes sociales con los millones de followers que lo siguen.


 

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