Había iconos de los ochenta, y luego estaba Brigitte Nielsen.
Nielsen, nacida danesa en 1963, impresionaba fácilmente con su 1,85 de estatura y, tras dejar de estudiar a los 16 años, trabajó como modelo con grandes diseñadores como Armani, Versace y Gianfranco Ferré.
Fue en 1985 cuando Dino de Laurentiis se fijó en ella y la eligió para ser la pareja ficticia de Arnold Schwarzenegger en El guerrero rojo (Red Sonja en su versión original, que me parece un dato muy a destacar teniendo en cuenta que ella era, precisamente, Red Sonja).
A esta pareja ficticia (fue la comidilla) siguió un romance real con Schwarzenegger que tuvo la increíble duración de dos semanas enteras.
Puede que hubiera pasado muy desapercibido si no fuera porque, muy poco tiempo después, Sylvester Stallone se separaría de su primera mujer para casarse con Nielsen. Su matrimonio duró dos años, y fue precisamente en dos de sus películas (de él) donde ella consiguió destacar como actriz (Rocky IV y Cobra).
Aunque no solo en películas de su marido actuó: la vimos también en Superdetective en Hollywood 2, por ejemplo y, de hecho, dicen que fue la insistencia de la prensa rosa (o amarilla, no estoy segura) en endosarle una aventura con Eddie Murphy lo que acabó por romper la relación con Stallone. Un show.
Como anécdotas, su tercer marido (Sebastian Copeland) es primo de Orlando Bloom y al hijo que tuvo con su cuarto marido (Raoul Meyer) lo llamó Raoul Ayrton en honor al piloto Ayrton Senna, quien era buen amigo de la actriz.
Al llegar los ’90 la dirección de su trayectoria empezó a girar: participó en varias películas más, ninguna de particular relevancia y varias de ellas eróticas, como Cadenas ardientes 2.
Además, ya modificada su silueta después de ponerse sus «famosos implantes» (que tanto dieron de qué hablar por entonces) lo intentó también en la rama musical y, con el nombre artístico Gitta (más cercano a su natal nombre de Gite) fue durante un tiempo toda una diva en los locales de ambiente.
Estrenado el milenio sus papeles no mejoraron. Además de participar (cómo no) en realities (como la versión alemana de La isla de los famosos), su currículum está salpicado de malas películas y malos papeles a partes iguales, con alguna nota a destacar como Eldorado (una película de terror junto a Daryl Hannah en 2012) o su aparición como Ulrika en Mercenaries en 2014 (no confundir con Mercenarios de Stallone).
Y esas dos películas, por cierto, también son bastante malas, así que ahí está el listón.
Su última película estrenada, The Experience, es del reciente 2019, lo cual (dejadme que os diga) tiene un tremendo mérito, porque esta mujer lleva casi cuarenta años en la interpretación y, a pesar de no haber despuntado y de incluso haberse encasillado mucho en determinados roles, no deja de pelearlo y de ampliar registros, sin dejar de intentar demostrar que es una actriz que se merece un sitio.