Hace nada que está disponible en Prime Video y, en este año difícil marcado por la Covid19, sus más de DOS MILLONES de espectadores la convierten en la película más vista de este año. Estoy hablando de la segunda parte de Padre no hay más que uno, las películas que han vuelto a llevar a Santiago Segura de plató en plató promocionando su obra como solo él sabe hacer.
Sin embargo, detrás de las dos películas de Padre no hay más que uno hay dos cabezas, y una de ellas es la de Marta González de Vega, que sabe agarrar y exprimir la realidad mundana para transformarla en comedia como poca gente es capaz.

Foto cortesía de González de Vega
Marta es cineasta, guionista y escritora, entre otras muchas cosas que incluyen actriz y amante del buen vino (esto es un poco un chascarrillo porque, a ver, ¿quién no es amante del buen vino?).
Lo mismo la habéis visto en alguno de sus monólogos como habéis leído su genial De caperucita a loba en solo seis tíos, libro que ha llevado en forma de obra teatral al Fígaro de Madrid y que ya lleva – ojo – cuatro temporadas y una quinta recién estrenada que incluye funciones los sábados y domingos a las 17:00 p.m., para adaptarse a los tiempos del Covid.
La obra, a quienes tenéis la suerte de estar cerca, os la recomiendo mucho, mucho porque es un no parar de reír.
No he querido desaprovechar la ocasión de hablar con ella un ratito y descubrir cómo se forma y de dónde bebe la creatividad de una de las guionistas de mayor éxito de los últimos años.
¿Por qué comedia, y no drama?
La comedia es el drama abordado con humor, y muchas veces el mecanismo más poderoso para poder ahondar en él. Me encanta el drama como espectadora y no lo rechazo como creadora, pero a la hora de la verdad, me cuesta renunciar al as en la manga que supone el humor para enfrentarnos al él.
¿Hubo un momento de iluminación o fue un proceso?
Si te refieres al hecho de escribir humor, siempre ha sido mi tendencia natural. Te permite decir las cosas más serias a través de la risa. En mi humor siempre hay, o intento que lo haya, un poso serio de reflexión. El hecho de comenzar mi carrera profesional como guionista en El club de la Comedia, hizo que creciera mucho en mí el punto de vista de la comedia para analizarlo todo y una vez que desarrollas esa forma de mirar te cuesta renunciar a aplicarla en todo lo que escribes, pero tengo ideas para series y películas que no admiten el código de comedia y que también estoy deseando abordar.
¿Cuando eras pequeña, te tiraba más la comedia?
De pequeña lo que tenía claro desde siempre es que quería ser actriz. Lo de escribir, lo añadí después. Y la comedia, aún después. Nunca me vi de pequeña dedicándome al humor sino interpretando dramones, sobre todo de época. Es lo que más me ilusionaba. Vestirme de época e interpretar dramones e historias épicas. Tengo esa asignatura pendiente como actriz. Así como para escribir siempre acabo colando el chiste, como actriz me apetece mucho hacer drama, por si nos lee alguien que me quiera dar un papel dramático jaja.
¿Qué veías?
Veía de todo. En comedia, mi película favorita de todos los tiempos, que con ocho años me sabía de memoria, era: La venganza de Don Mendo, protagonizada por Fernando Fernán Gómez. Y a la vez, flipaba con el musical de “El Hombre de la Mancha” interpretado por Peter O´toole, con el que lloraba muchísimo de emoción. De hecho, el género del musical teatral es mi otra gran pasión.
¿Quiénes eran (o son) tus referentes?
No soy muy de referentes. Soy muy admiradora de obras, más que de personas. Del resultado del talento plasmado en una obra concreta.
¿Qué haces tú en tus obras que echaras de menos en lo que tú veías?
Todo lo que ves te ayuda a la hora de crear. Lo que no te gusta para evitarlo y lo que te gusta, para emularlo. Y hay más en mis obras de lo que me gustaba que de lo que echaba de menos. Y suele tener que ver con la emoción. La emoción es mi vara de medir. Lo que tengo claro cuando veo una obra de teatro es que si no me emociona, no me vale. Y eso es lo que intento que esté en mi trabajo por encima de todas las cosas. Emoción. Luego cada uno tiene que encontrar su propia forma de emocionar. Pero lo que más me inspira cuando veo teatro es salir emocionada. Y de pequeña, llorar de emoción es lo que me hacía saber que quería dedicarme a esto. Más que que me hicieran reír o me hicieran apenarme, que me hicieran EMOCIONARME en la dirección que fuera era el click. Esa emoción que empodera, que llena el alma, que te eleva y te invita a ser mejor ser humano.
¿Qué era lo que más te hacía reír?
Siempre me ha hecho reír más el humor de texto. El que implica una reflexión o una vuelta inteligente del lenguaje. No soy muy de humor físico. El llamado slapstick. No me mueve a la risa. De hecho, jamás me han hecho gracia las caídas. Hay gente que no puede evitar partirse de risa y lo entiendo. Yo no tengo ese resorte. Si veo a alguien caer, por cómica que sea la caída, yo me identifico directamente con el dolor del pobre jaja.
¿Y lo que menos?
Imagino que como todo el mundo, el humor facilón… pero claro, eso es siempre una cuestión de criterio. Todo el mundo que hace humor cree hacer un humor divertido, solo que nos divierten cosas distintas. Yo tengo claro el humor que me gusta y que me gustaría hacer, pero nunca tendría la osadía de dar ejemplos del que no disfruto ni colocarme a mí misma en posición de superioridad con respecto a nadie.
Si pudieras coger algo de tu infancia y reescribirlo, ¿qué sería y cómo lo harías?
Gracias a la vida, tuve una infancia maravillosa con unos padres increíbles que me apoyaron e incluso me metieron el gusanillo de la interpretación y de la creación, con lo cual tengo claro que nunca me hubiera dedicado a lo que amo si no hubiera tenido exactamente la infancia que tuve.
Por último: dame un titular escandaloso.
Más que escandaloso, para mí, revelador:
La capacidad de reírse de todo es el mayor súper poder que existe.
¡Nos vemos esta tarde en el Teatro Figaro! ¡A las cinco de la tarde! #decaperucitaaloba @clubsmedia pic.twitter.com/PKggUoXCQ6
— Marta González de Vega (@martagondevega) November 1, 2020