Incluso si no ves Juego de Tronos, es imposible que no conozcas, o que no hayas oído hablar, al menos, de los Lannister. Y, probablemente, no hayas oído hablar bien de ellos, en líneas generales.
Los Lannister son esa familia pintoresca que vive, la mayor parte del tiempo en que transcurre la serie, en un lugar llamado Desembarco del Rey y cuyo patriarca, Tywin Lannister, en un temible y temido estratega bélico que anda por ahí, con sus ejércitos, conquistando y defendiendo tierras.
Padre de Cersei, Jaime (que se escribe «jaime» pero se lee «yeimi», cuidadín) y, por supuesto, el gran Tyrion, que es de lo mejor de la serie (¡Adelante #equipotyrion!). Abuelo de Joffrey, el rey más perverso que los Siete Reinos hayan conocido. Y Tywin no es que sea malo, es que le ha tocado vivir en una época de mucha guerra y tal… Y eso: al tío pues se le da bien guerrear. Así que malo, lo que se dice malo, pues tampoco es que lo sea. Pero temido, mucho. He de insistir. Sobre todo cuando aparece con el ejército detrás (porque sentado en el váter, estaréis de acuerdo conmigo, miedo no da).
Pero Tywin Lannister, queridos y queridas -y espero no partiros el corazón con esto- no es de verdad. Es todo mentira, los Siete Reinos no existen y ese señor es un actor que se llama Charles Dance y que, como todos los actores, ha hecho más cosas en su vida que este personaje al que todos respetamos.
De hecho, ha hecho muchas cosas recientemente, además de participar en Juego de Tronos. Lo que pasa es que sin armadura y espada es fácil que pase desapercibido. Por ejemplo, ha tenido un buen papel en The Imitation Game, con Benedict Cumberbatch, que ha tenido buenísima crítica. Y ha aparecido también en el remake de Cazafantasmas, peleando con Erin sobre su plaza fija en la universidad:
Lo que yo digo: sin armadura y espada, pues no es Tywin.
Pero a ver, un hombre nacido en 1946 o, lo que es lo mismo, en la primera mitad del siglo pasado, ha tenido mucho, mucho tiempo para darse a la actuación. Tanto como que en sus primeras apariciones en pantalla se le veía tal que así:
Here’s a picture of a younger Charles Dance. You’re welcome. #AndThenThereWereNone pic.twitter.com/BALHVy4wnS
— Dora Somerville (@doraexploring) 27 de diciembre de 2015
Quizá, si esto os pilla demasiado lejos, podáis ubicarlo en vuestro recuerdo en el papel de Clemens en Alien 3, junto a Sigourney Weaver.
O en el del malísimo Benedict en El último gran héroe, con Arnold Schwarzenegger, en la que tenía un ojo de cristal de malo malísimo súper molón:
Pero alguien que ha vivido tanto pues, como todo el mundo, también tiene un pasado… Y la actuación estelar que nos lo trae hoy al blog es…
Su papel de David Carlton en 2002, el malo (porque ya está, le pega ser el malo) de Ali G anda suelto, de Sacha Baron Cohen. Después de pasarse toda la película intentando «destruir» al bueno de Ali, éste obtiene su venganza en la escena final, en la embajada británica de Jamaica. El momento «baila para mí, zorra»:
No sé cuántas veces más, a lo largo de mi vida, veré Juego de Tronos. Pero lo que sí sé es que, después de esto, nunca volveré a ver Tywin de la misma manera.
Te olvidas de su Fantasma de la Ópera, querida Jessica. O de su Mr. Tulkinghorn en Casa Desolada.
Un saludo.
18 octubre 2017 | 11:32 am