Los videojuegos son el ocio cultural y audiovisual más exitoso de España. Con 1.479 millones de euros facturados solo en 2019, ha superado a la industria del cine (624,1 millones) o la de la música (296,4 millones), según datos del Anuario 2019 de la Asociación Española de Videojuegos (AEVI). Aun así, parece que todavía sigue siendo un sector un poco olvidado, menospreciado y cargado de prejuicios que pueden tener su origen en la falta de información.
Los medios de comunicación tienen buena parte de responsabilidad en esto, pues de los 18 millones de gamers que hay en España, solo un 14% se siente identificado con la información que se da de ellos en los medios, tal y como demuestra el estudio de Arena Media. «Friki», «asocial» o «infantil» son algunos de los tópicos recurrentes de los jugadores de videojuegos, y muchos apuntan a que son personas «exaltadas», «aisladas» y que «rehúyen de la realidad».
La escasez de un tratamiento adecuado por parte de los medios de comunicación hacia esta temática podría estar provocada por el desconocimiento, pero a su vez, la forma de tratar a la industria también genera desconocimiento entre la sociedad. Y esta práctica es extrapolable a otro tipo de sectores como la publicidad, pues un 64% de los gamers no siente que las marcas intenten conectar con ellos.
Y es que cosas tan comunes como los anuncios reflejan realidades en las que se engloba una mayoría de la sociedad, y ese es el fin de estos spots, que la audiencia se vea reflejada para interesarse por la marca. Sin embargo, la imagen del gamer no está aún normalizada y solo parece estar presente en anuncios dedicados exclusivamente a videojuegos y productos relacionados.
Según el estudio de Arena Media, menos de un 2% de la publicidad en televisión muestra elementos de gaming. Anuncios en los que se ven familias como los de Casa Tarradellas, IKEA, Nocilla o Coca Cola no los contienen, pero sí enseñan personas usando plataformas de streaming, haciendo deporte o con posters de diferentes cantantes, por lo que esto es una muestra más de lo poco normalizado que está. Quizá por ello, no es de extrañar que un 57% de los gamers antepongan los videojuegos y los eSports a la televisión o a otras aficiones como la música o las redes sociales.
Los beneficios de los videojuegos
No están tan extendidos como los perjuicios, pero los beneficios de los videojuegos son muchos, e incluso tienen aplicación en sectores como la medicina o la educación. No es una afición que aísle a los jugadores, sino todo lo contrario, pues jugar con amigos y familiares refuerza el vínculo entre ellos. Además, con el juego online se comunican con otras personas y los pueden hacer sentirse parte de un grupo o una comunidad, lo cual potencia su sentimiento de inclusión.
Los videojuegos no provocan agresividad en los usuarios, solo hay que saber cómo utilizarlos y controlar su tiempo de uso. De hecho, pueden ser una herramienta perfecta para autocontrolarse, desahogarse e incluso aprender a superar la frustración por haber perdido.
No son pocos los ancianos que han asegurado que Pokémon Go les ha ayudado a mantenerse más activos, socializar más, descubrir lugares de su ciudad e incluso compartir más tiempo con sus nietos. Y es que títulos de realidad aumentada como esta aplicación para móviles han hecho que muchas personas se aficionen a un juego que en realidad es un modo interactivo de combatir el sedentarismo.
De hecho, aprovechando los beneficios que dan este entretenimiento, existen los eHealth, herramientas tecnológicas para ayudar a la salud como videojuegos y experiencias en realidad virtual para pacientes en rehabilitación o con trastornos psicológicos, tal y como hace la compañía Virtualware.
La importancia de los padres
Algunos de los mitos de la industria más recurrentes son la violencia o el alto contenido sexual que contienen los videojuegos. Sin embargo, este ocio digital es equiparable a otro como el cine donde hay películas para adultos, para niños, etc. Juegos como Animal Crossing o Super Mario son dos de las sagas más vendidas y son muy adecuadas para los más pequeños (y también gustan a los mayores).
Además, existe el código PEGI, que nació en 2003, se aplica en 39 países de Europa y consiste en un sistema de recomendación de uso de los títulos con 5 clasificaciones por edades y 8 por tipo de contenido. De este modo, que un joven de 6 años juegue al Grand Theft Auto V no quiere decir que los videojuegos sean demasiado violentos para los niños, sino que ese título no es adecuado para su edad y quizá hay que preguntarse cómo lo ha conseguido: se lo ha dejado un amigo en secreto, o lo ha ido a comprar solo, o puede que incluso hayan sido los padres quien se lo han regalado sin conocer las recomendaciones PEGI o ignorándolas.
Y es que los padres juegan un gran papel en todo esto, por lo que es una verdadera necesidad que conozcan los videojuegos y se sienten con sus hijos a jugarlos, no solo para entender este entretenimiento, sino para pasar más tiempo juntos. Desgraciadamente, esto es algo que no sucede, pues los gamers acostumbran a jugar más con amigos (84%), con desconocidos (78%) o con su pareja (73%), mientras que con las madres o padres solo lo hacen un 20% y un 19%, respectivamente.
Sin embargo, en el lado contrario se encuentran los padres que sí son aficionados a los videojuegos, tanto o más que sus hijos. Según los datos de Arena Media, un 70% de ellos asegura que juega habitualmente con sus pequeños. Esto demuestra, sencillamente, que ser más abierto de mente y conocer y disfrutar de este entretenimiento digital facilita el acercamiento con los hijos. Está en manos de todos hacer un buen uso de los videojuegos.