Se planteaba como una serie de dibujos prometedora, como una de las tantas que triunfan ahora y que presentan un mundo diferente y mágico. Y así es, The Hollow cumple con todas esas premisas y con muchas más, pues es muy entretenida y original y, a pesar de que su idea ya es recurrente, ha conseguido entretenerme y sorprenderme.
Esta serie original de Netflix estrenó su primera temporada en el verano de 2018, y la segunda vio la luz el pasado 8 de mayo. A pesar de que parecía que todo había acabado, los guionistas supieron sacarle partido a la historia y darle una vuelta de tuerca para que el universo no fuera exactamente el mismo. Y, de hecho, el final de la segunda temporada parece mantener alguna que otra esperanza de cara a más episodios.
Son capítulos que se ven rápido y en una semana perfectamente puedes haber terminado la serie, si tienes tiempo para maratones. Aun así, a pesar de las cosas buenas que se pueden decir de ella, también tiene algún fallo de ritmo, lo cual puede sacar fácilmente a muchos espectadores de la historia.
La serie comienza con Adam, Mira y Kai despertándose en un búnker, muy rollo Saw pero sin estar encadenados y sin sangre de por medio. No recuerdan nada y tienen que resolver un puzle para poder salir de allí. Siguen viviendo peligros y tienen que continuar resolviendo acertijos y demás retos. Por suerte, parece que los tres tienen poderes que van conociendo poco a poco y esto les hace más fácil su camino.
Pues bien, los protagonistas prácticamente están sin descubrir nada durante la mitad de la primera temporada. Me da la sensación de que el misterio más grande, que es dónde están y por qué están allí, tarda mucho en irse desvelando. Claro, no te van a contar eso a la primera de cambio, pero es que tampoco van dando pistas. Tú te puedes hacer tus cábalas y, en mi caso, acerté al pensar que se encontraban… en un videojuego.
¿Cuál es el problema de este misterio tardío? Que a bastantes de los primeros capítulos les falta chicha, por así decirlo. Los personajes no avanzan, ni en descubrir este hecho ni en nada. Da la sensación de que Adam, Mira y Kai están gran parte de la serie andando hacia delante porque sí, sin razón alguna, vagando por el mundo en el que están. De hecho, en el episodio cuatro de la segunda temporada, Adam hace referencia a esto: «¿Cuándo hemos sabido por dónde ir? Elegimos un rumbo y andamos hasta que algo nos pasa. Así hasta ahora». No podías estar más acertado, Adam… Desgraciadamente.
Parece una característica propia del videojuego en el que se encuentran, pero se convierte en un defecto para una serie de ficción. Y es que, además de las diferentes batallas, puzles y personajes del juego con los que se topan, da la sensación de que en la primera temporada apenas pasan cosas importantes y relevantes para la trama hasta que se cruzan con otro equipo de tres humanos en el episodio cinco.
En este aspecto, mi impresión es que no han sabido reflejar bien un videojuego. Es evidente que un título de plataformas como Super Mario tiene diferentes niveles en los que, a priori, no hay nada en común ni parecen estar conectados: un bosque, un mundo de setas, un entorno acuático… Vale, pero es un juego de plataformas, no es una serie, no es una buena forma de adaptar un videojuego a la ficción. En ese aspecto, me parece que los creadores se han equivocado al haber planteado el mundo de The Hollow como niveles inconexos en los que los protagonistas cumplen misiones irrelevantes y, en ocasiones, sin ningún sentido.
Se encuentran con los cuatro jinetes del apocalipsis y tienen que curar a uno de los caballos que usan. De repente, piensan que en un laboratorio en el que estuvieron podría haber medicina. ¡Vaya, qué casualidad, si que hay! Van, la recogen y lo curan. Hala, ya pueden marchar a un próximo destino desconocido que está en la primera dirección que toman. La mayoría de videojuegos no tienen este fallo y sus desafíos tienen un sentido, están justificados e incluso aportan relevancia a la trama, a pesar de poder ser misiones secundarias. De hecho, estos retos a veces se entrelazan o no puedes superar uno sin haber comenzado otro. Múltiples variables que, en esta serie, no se ven reflejadas y se limitan a una estructura sencilla de después de A, va B, y luego la C.
Quizá la segunda temporada es mejor en ese sentido, pues los protagonistas ya no son solo Adam, Mira y Kai, hay más personas y no son simples jugadores de The Hollow como en la primera. Su objetivo es más claro y fijo, las relaciones entre ellos y aventuras son más variadas y su forma de moverse por el juego tiene más lógica, aunque no siempre.
Por otro lado, sí que he de añadir la gran labor de inclusividad que hacen en la serie. Uno de los personajes es gay y, aunque en la primera temporada no lo dice, de forma muy natural lo cuenta al comienzo de la segunda, provocando la nula reacción del resto de personajes. Además, otro es hijo de padres homosexuales. Me encanta encontrar estos detalles en las series, sobre todo en las de dibujos como Kipo y la era de las bestias mágicas, pues parecen insignificantes, pero no lo son para nada; dan pasos de gigante hacia la libertad sexual y la tolerancia.
Aunque tendrían que haber perfeccionado más el concepto de videojuego para darle más lógica a la trama y más ritmo a los capítulos, The Hollow es asombrosamente entretenida y llevadera. De hecho, me sorprende que, a pesar de esa pega que le encontré, haya devorado sus dos temporadas tan rápido.