Juan Carlos Escudier

Las recepciones de la Constitución se distinguen por su buen gusto internacional

Las recepciones del día de la Constitución son como las del embajador pero sin Ferrero Rocher. A falta del almendrado esférico uno puede ponerse ciego a jamón, canapés y angulas, aunque de esto último poco, por mucho que el dueño del Arturo, el restaurante que llena los estómagos del Congreso, diga que ha comprado nueve kilos del bicho en cuestión.

El desarrollo de la cosa es bastante elemental. Marín dice unas palabras de recibimiento a los invitados, proclama que con ETA “debemos intentarlo” desde la unidad de los demócratas y corta la cinta de la gula. A partir de ese momento, periodísticamente hablando, lo habitual es fijar el objetivo en Zapatero, en sus ministros o en Rajoy y sus adjuntos, rodearles, impedirles la retirada, evitar que se acochinen en tablas, y sacarles la declaración del siglo en un plis plas. Parece sencillo pero no lo es. La aglomeración es de tal calibre y el ruido tan ensordecedor que solo la primera fila es capaz de escuchar al interfecto. Es ahí cuando entra en marcha la solidaridad de la prensa. Uno de los que han logrado oír las palabras del acosado las transmite a su manera a otros colegas, que forman a su alrededor otro corrillo. Y así indefinidamente. Como el destino te haya situado en los últimos puestos nadie te asegura que el mensaje que se anota en tu libreta guarde parecido con lo pronunciado por el protagonista.

El acto de hoy ha tenido dos momentos estelares: el primero ha sido la presencia del presidente de la Generalitat, José Montilla, que hasta ha sido capaz de sonreír a Rubalcaba, el hombre que más ha hecho para evitar el tripartito y, en consecuencia, para impedir que se convirtiera en Honorable; el segundo, ha consistido en contemplar a la ministra de Sanidad, Elena Salgado, la bestia negra de las hamburguesas XXL, ponerse ciega a pastelillos. “Hay que celebrar el día de la Constitución”, me dice al pasar.

Lo demás no es ni digno de mención. Rajoy y Zapatero ni se saludan. Normal. Zapatero dice que no adelanta las elecciones ni muerto y que no tiene previsto convocar al líder de la oposición, aunque como Bond, James Bond, nunca puede decir nunca jamás. Normal también. Rajoy pide al presidente que rectifique sobre ETA y que le haga caso. De paso afirma que ni él ni nada de su familia han tenido que ver con lo que pasó hace 70 años, por lo de la Guerra Civil. Nuevamente obvio.

La Constitución, por cierto, ha cumplido 28 años. Se diría que es joven pero la edad media de quienes la festejan es cada vez mayor. Fraga y Carrillo, apergaminados, se ayudan con un bastón. Jiménez de Parga, el ex presidente del Constitucional, y Landelino Lavilla parecen fosilizados. El ex presidente Calvo Sotelo no se baila unas sevillanas ni tampoco Sabino Fernández Campo, el ex del Rey, digo de la Casa Real. Entre los posteriores al cretácico, Enrique Curiel, Enrique Múgica, Francisco José Hernando, el del Supremo, y Marcelino Iglesias, el presidente de Aragón. Junto a ellos, la selección nacional de fútbol sala al completo, todos con zapatos marrones de corte italiano.

Esto de la Constitución es un misterio. Recibe tantas alabanzas que uno no acaba de entender porque todos quieren cambiarla. El último en sumarse ha sido Rajoy, que está que lo tira. “La Constitución no es perfecta. Ha podido quedar obsoleta. Es hija de su tiempo y debe de adaptarse a su tiempo”, ha afirmado. ¿Qué si le han sentado mal las angulas? ‘Alomojó’, que diría Zaplana.

5 comentarios

  1. Dice ser escudier

    En mi cruzada contra los spams, he debido de borrar algún comentario. Pido disculpas

    30 noviembre -0001 | 0:00

  2. Dice ser fernando mh

    A ver si es verdad: por sugerir, no estaría mal empezar revisando el sistema de jefatura del estado hereditario y monárquico y la función de garante de la unidad de España del ejército.

    07 diciembre 2006 | 1:51

  3. Dice ser eneas

    No me parece mal reformarla, pero el problema es que todos cambiariamos cosas, cada uno a su gusto, uno la haria más federal otro más unitaria, uno más social otro más liberal,….No nos damos cuenta que es de todos, y que a todos nos tiene que gustar un poco, pero también tiene que tener cosas que no nos agraden.Lo peor del constitucionalismo en España es que siempre se redactarón constituciones del gusto de los que mandaban en ese momento y no para todos, por eso no duraban.Esto quizas seria bueno recordarlo.

    07 diciembre 2006 | 14:50

  4. Dice ser curro

    Si la sociedad cambia no veo el por que las leyes que la rigen no puedan hacer. Que mal queda la risa del presi al zaplana en la instantánea que publica algún diario.

    07 diciembre 2006 | 15:35

  5. Dice ser soledad

    No quiero ni pensar (no me lo imagino) que Aznar y Zapatero se sienten a pensar cuáles son las mejoras que pueden introducirse en la Constitución. Es,absolutamente inviable.Un partido que no admite que otro haga lo que él ha hecho (negociar)por algo tan importante como llegar a un acuerdo que culmine la tregua de ETA¿cómo se van a entender con algo tan «tierno» como es la Constitución?.Zapa, ni te lo plantees, espera a ganar las próximas elecciones y ya hablaremos,bastante tralla te estan dando en esta legislatura como para complicarte mas la vida.Hablo de Aznar y no de Rajoy , Rajoy es el hombre de paja del PP supongo que esto no lo discutirá ya nadie a estas alturas. Aznar es el que sigue mandando, además como más le gusta sin dar la cara. Todavía estamos esperando que pida disculpas por la invasión de Irak, sus primos Blair y Bush, por lo menos han reconocido publicamente que se han equivocado.

    07 diciembre 2006 | 19:08

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