Juan Carlos Escudier

Cuaderno de campaña (VII): ¡Silencio, se bosteza!

El mitin de Montilla en las cocheras de Sants empezó con dos mujeres leyendo entrecortadamente desde el atril retazos de su vida, de sus aspiraciones y de sus exigencias al candidato. ¿Era una estratagema preparada para que el ex ministro de Industria pareciera a la concurrencia, sindicalistas en su mayoría, Demóstenes redivivo? No. Montilla ocupó el atril y leyó su discurso sin saltarse ni una coma, como viene siendo habitual. ¿Acaso no podría este hombre que se presenta a sí mismo como “un hijo de la cultura del esfuerzo” aplicarse un poco, improvisar sus intervenciones y desprenderse de los dichosos folios? ¿No hay ningún asesor de imagen que le diga que manifestar su pasión por Cataluña leyendo un papel resulta muy poco auténtico?

Debía de andar preocupado Montilla porque se acaba de conocer el sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas, que le auguraba un importante descenso de hasta cuatro puntos en intención de voto y, por el contrario, colocaba a CiU y a Artur Mas con más de diez escaños de ventaja. Sin embargo, escuchando las explicaciones del PSC, lejos de suscitar preocupación aquello era una bendición del cielo. El secretario de Organización, José Zaragoza, venía a justificarlo de la siguiente forma: la encuesta se había realizado antes de iniciarse la campaña; las tablas mostraban un empate en intención de voto; y la valoración de Artur Mas no había hecho sino bajar desde el reparto del famoso DVD. En consecuencia, cabía deducir que los socialistas iban por delante o seguían empatados, algo que ratificaban otros sondeos encargados por el partido. ¿Se equivoca el CIS? “Bueno, todo depende de quien cocine los datos”.

El propio candidato se refirió en un mitin en Montjuich a las encuestas con un símil sobre el atleta al que todos dan por favorito, actúa con desprecio hacia los adversarios y saluda al público antes de llegar a la meta. “Se va a encontrar con que llega otro atleta y le supera por la izquierda”, dijo sin levantar pasiones. Es más, en todo el acto sólo hubo dos ovaciones: cuando llegó y cuando se fue. Así es él.

La presencia de Montilla en los carteles de Cataluña y designación digital de Miguel Sebastián como candidato a la alcaldía de Madrid son dos exponentes del poder omnímodo que ha adquirido Zapatero entre los suyos. Sebastián, un corredor de bolsa que fue jefe de estudios del BBVA y que un día expuso al Parlamento su idea genial para contener la inflación, a saber, que los pensionistas devolvieran al Estado el exceso de lo cobrado si el IPC era inferior a su subida salarial, es, según el presidente, quien va dar a la capital orden, calidad de vida y cercanía con los ciudadanos. Montilla, también en palabras de Zapatero es la seriedad, el rigor y el espíritu emprendedor, pero a nadie le cabe duda de que es peor candidato que Maragall, al que se le ha dado matarile sin ninguna explicación pública cuando pretendía optar a la reelección.

Todo lo anterior no es óbice para reconocer que Montilla domina la organización y actúa con bastante inteligencia. La prueba de esto último está en la designación como número dos de su lista de la mano derecha de Maragall, el conseller de Economía y Finanzas, Antoni Castells, quien hoy por hoy representa la veta catalanista del partido. Quien haya observado además la visible presencia en los mítines de Josep María Sala confirmaría lo primero. Sala, condenado por el ‘caso Filesa’, es un personaje a tener en cuenta porque controla la estructura que alimenta el voto más españolista del PSC.. Obviamente, un mal resultado pondría todo en cuarentena porque Maragall no es hombre al que le duren mucho los silencios, sobre todo si lleva un puñal clavado a la espalda.

La estrategia de Montilla es pasar desapercibido, no hacer ruido y dejar que sea Mas el que se estrelle, una habilidad que el convergente se empeña en poner en práctica con relativa facilidad. Vende “esfuerzo, disciplina y humildad” y anuncia un “Gobierno fuerte” y la garantía de que con él en la Generalitat “no volverán los líos”. Todo eso estaría muy bien si salieran las cuentas, pero las cuentas no salen. ¿Cómo piensa Montilla ser un presidente de un Gobierno fuerte de izquierdas sin reeditar el Tripartito? ¿Sería capaz de regalarle la presidencia a CiU por no pactar con Esquerra? ¿Pretende formar gobierno en minoría con Iniciativa y recibir el apoyo externo de los republicanos? ¿O está resignado por imperativo de Moncloa a gobernar con CiU a cambio del apoyo de los nacionalistas en Madrid?

De todas estas cuestiones no se habla en los bostezantes mitines de Montilla, claro está. El único que aporta algo de luz es Zapatero, que en su última visita sorprendió al personal con una declaración de intenciones que dejaba a su candidato ciertamente malparado. El Ejecutivo –afirmó- trabajará “lealmente” con el gobierno que salga de las urnas, sea que el que sea. Este fin de semana vuelve a Cataluña. A ver con qué nos sorprende esta vez.

4 comentarios

  1. Dice ser Anastasi Pansi

    Me ha sorprendido sobremanera la similitud de este análisis con el que ha publicado mi página de referencia, análisis que no sé si viene al caso pegar aquí pero allá va:http://www.lapaginadefinitiva.com/dbpolitica/eleccionesautonomica

    27 octubre 2006 | 13:42

  2. Dice ser nombre

    bueno. vuestra democracia parece mas un concurso de bellesa que la eleccion de unos administradores, que en realidad es lo que se esta eligiendo. tienes cuarenta años, que me estas contando? que si el Mas es mas atractivo que el Montilla? vamos.. que asco de democracia. en fin. para mucha gente las elecciones son la fiesta de la democracia y la campaña electoral su parte mas interesante, pero claro, para otros es todo un teatro donde divertir a los mediocres.dejate de historias y piensa tu mismo que es lo que quieres: una cataluña bien administrada que produzca dinero, trabajo, y ayude a comprar pisos a la gente que los necesita. o prefieres una reunion de idealistas que despilfarran lo poco que hasta la fecha se ha conseguido. o prefieres a un tipo-trepa que lo unico que quiere es alcanzar el poder, no se sabe bien para que, que solo dice lo que los demas quieren escuchar pero que en realidad no dice nada.pon le los nombres tu a quien es cada cual: )es tiempo de decidir, ya era hora

    27 octubre 2006 | 13:51

  3. Dice ser Armando

    Visto lo visto me quedo con la única opción que dice las cosas como las piensa y claramente, sin ambigüedades, con naturalidad y desparpajo, su fin no es perpeturase en el poder como todos los demás envolviendose en banderas, tienen muy claro que los derechos son de las personas no de los territorios. Hacía falta un poc de aire fresco.

    27 octubre 2006 | 20:35

  4. Dice ser Armando

    Continuación del anterior, se me olvidava citarlos, son por supuesto CIUTADANS-CIUDADANOS

    27 octubre 2006 | 20:48

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