Detesto el autobús. La buena
educación que nos obliga
a ceder el asiento
a esas señoras
que hasta que no se sientan
puede darles
cualquier cosa fatal.
Los empujones. El olor. Que nadie
fume y tenga que aguantar
todos los pormenores
del infarto
que le dio a no sé quién.
Las leyendas que llevan
en los flancos.
Los frenazos. Y muchas
cosas más que ahora me callo
porque me bajo aquí.
***
‘PERRO RABIOSO’ ELLROY EN BARCELONA
Un perro olisquea un contenedor
de basura. James Ellroy lo ve,
se acerca, le coge
con sus dos manazas la cabeza,
y la restriega contra la suya.
Luego se miran a los ojos.
Luego cada cual sigue haciendo su vida.
Dos días después
-entrevistas, firmas de ejemplares,
bromas- de regreso
hacia Los Ángeles, en el avión,
James Ellroy se acordará del perro:
“No ha estado tan mal,
después de todo, Barcelona”.
Karmelo C. Iribarren comparte el mismo vicio poético que su compañero de oficio (y sin embargo amigo) Roger Wolfe, del que ya publicamos semanas atrás varios poemas. El hastío, por ejemplo, es intercambiable en ambos, aunque su naturaleza sea diferente: pelín metafísico y lírico el de Wolfe, callejero y tangible el de Iribarren. También comparten el mismo taco de cromos con sus autores predilectos: Chandler, Carver, Ellroy. Quizá, y esto es una opinión personal, la poesía de Wolfe tiene un toque de genialidad del que carece la de Iribarren. O no.
Seleccionados y comentados por Nacho Segurado.