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‘Una suerte de canción’, de Williams Carlos Williams (1883 – 1963)

Que la serpiente aceche bajo

su matorral;

y la escritura,

que sea de palabras, parsimoniosas y agitadas, súbitas

al atacar, serenas en la espera,

desveladas.

Reconciliar por la metáfora

a las personas con las piedras.

Componer. (No hay ideas

más que en las cosas) ¡Inventar!

La saxífraga es mi flor, la que parte

las rocas.

ORIGINAL EN INGLÉS

Let the snake wait under

his weed

and the writing

be of words, slow and quick, sharp

to strike, quiet to wait,

sleepless.

Through metaphor to reconcile

the people and the stones.

Compose. (No ideas

but in things) Invent!

Saxifrage is my flower that splits

the rocks.

Mi intención para hoy era haberos traído un poema de Whittaker Chambers. Buscando referencias literarias sobre él -las políticas me la sé al dedillo- acabé en Louis Zukofsky y los objetivistas. Pensé entonces en escribir un poquito sobre ellos, su estilo, motivaciones e influencia posterior. Pero en el camino topé con un viejo (aunque no muy leído) conocido, y con él me quedé.

Acabaré antes si digo que Williams Carlos Williams fue en gran medida lo opuesto a Ezra Pound (al que le unía una gran amistad) y a T. S. Eliot (al que despreciaba). Por no tener en común, los tres poetas estadounidenses más importantes de la primera mitad del siglo XX no tienen ni el horizonte literario. Los dos últimos abrazaron la cultura europea casi con el mismo desprecio con el que rechazaron la estadounidense. El cambio en primero, con una formación tan elevada con la de los otros, optó por convertirse en un poeta al margen de la academia (era médico de profesión) y del discurso intelectual dominante (decidió ser, también culturalmente, norteamericano; algo así como un vanguardista del terruño).

El resultado de aquel experimento a contracorriente fue un tardío reconocimiento del poeta (su último libro, Pinturas de Brueguel, de donde procede el poema de hoy, recibió el Pulitzer póstumamente) y una poesía que eludió cualquier contaminación, por mínima que fuera, del intelectualismo imperante, las modas abstractas o simbólicas. Una poesía directa, brevísima, sólo en apariencia sencilla, neutra en el sentido moral y con una capacidad brutal para describir la materia. Un afán que resume estos versos: «Nunca me canso del misterio de estas calles». De la realidad, vamos.

NOTA: El poema seleccionado fue traducido en su día por Carmen Martín Gaite y se encuentra en una antología al parecer muy difícil de encontrar ya. Otros escritores en español que tradujeron su obra han sido Octavio Paz y Ernesto Cardenal.

Nacho S. (En Twitter: @nemosegu)