Alguien le llamó “un clásico rezagado”. López Anglada perteneció al grupo de los poetas del bando vencedor de la Guerra Civil. Participó en la guerra como Alférez provisional, y se retiró como coronel en 1985. A pesar de su currículum de colaborador del régimen, gozó del respeto de sus colegas por su honestidad literaria. Hace algunos años conocí este poema (no recuerdo por qué ni cómo), y desde entonces lo conservo como un monumento al sentimiento de desamparo en el invierno del final de una vida. Nunca supe el título del poema, si es que tiene alguno.
Estamos en invierno, amor, y llueve,
y en el corazón entra tanto frío
como si lo invadiese un negro río
de soledad que hasta la sangre bebe.
En el espacio de tu sueño breve
¿entra la lluvia, amor? Negro y sombrío
tu corazón, acaso, como el mío
ni a despertar de su dormir se atreve.
Tengo, amor, mucho frío y en mis venas
se me han helado soledad y pena
y el tiempo del dolor se vuelve eterno.
Y tanto llueve, amor, y tanto duele
que tengo miedo de que se me hiele
hasta la misma pena en este invierno.
Seleccionado y comentado por Manuel Saco