‘La llave del gas’, de Juan Gelman (1930)

 

La mujer de poeta está

condenada a leer o a escuchar los

versos del poeta que humean

recién sacados del alma. Y más:

la mujer del poeta está condenada al poeta, a ése

que nunca sabe dónde

está la llave del gas y finge

que pregunta para saber

cuando sólo le importa preguntar

lo que no tiene respuesta.

 

NOTA AL PIE DE ‘LA LLAVE DEL GAS’

La mujer del poeta se enojó

con el poema “La llave del gas”.

No ve por qué la metapalabra de la palabra,

o la ambigüedad de la palabra,

o las heridas que la palabra produce,

puede impedir a cualquiera

saber dónde está la llave del gas y

cómo se cierra y abre. Tiene razón.

El poeta está en error porque

la llave de la palabra, digamos, ni se cierra

ni se abre, y hasta pretende que ni existe,

y menos su metapalabra, ambigüedad heridora o vacío.

La realidad de la cocina tranquiliza,

hay llaves que se cierran, se abren funcionan

cumpliendo la función de demostrar

que hay cosas que se cierran y se abren,

y suenan desde ayer en mi cabeza

que no puedo cerrar.

 

De Juan Gelman admiro lo extraordinario poeta que es y admiro la inteligencia con la que apuntala su imagen pública. El arquetipo del poeta ignorante del mundo en el que vive, que rehúsa conscientemente a lo terrenal, no se cumple en él. Las entrevistas que concede, quizá demasiadas para un anciano (ya se sabe: premios llaman a entrevistas), son piezas de periodismo lucidísimo («Lo contrario del olvido no es la memoria, es la verdad«), llenas de sensatez política, sensibilidad humanista y rigor intelectual.

Carlos Monsiváis ha escrito, en el prólogo a una de las numerosas antologías de la obra de Gelman, que cada poema suyo es «un tejido orgánico donde el último verso ilumina al primero, y el primero le confiere su densidad al último». Este Las bellas compañías:

Es muy común que un buitre me trabaje las entrañas no devorándolas sino más bien amándolas o como desgarrándolas para sacar a la luz mis rostros últimos y míralos me dice mira lo que te comes animal me dice el bello buitre.

Siempre en pie de guerra con las palabras y al mismo tiempo confiando ciegamente en ellas, Juan Gelman ha escrito poemas clarísimos y bellos, sufridos y redondos, dramáticos y humorísticos. Y no sólo poemas, pues el difícil y a menudo olvidado arte del aforismo también lo ha cultivado con tino: «Alma que sólo ves un animal herido al fondo del espejo: cesa ya de jadear».

Los dos poemas de hoy reúnen humor y reflexión; poesía, metapoesía y sonrojo. Una vuelta de tuerca. Una improvisación del lenguaje y de los conceptos. Como un clásico, Gelman.

 

IMAGEN: EFE

Seleccionados y comentados por Nacho Segurado.

 

2 comentarios

  1. Dice ser marketing online

    Se agradecen estos toques de literatura de vez en cuando en la web. Y no solo marujeo no??Un saludoPasate por mi blog de marketing online en Bilbao – Vizcaya

    08 octubre 2009 | 18:11

  2. Dice ser antonio larrosa

    Yo creo que este poeta tiene problemas con el agua caliente y todas sus inquietudes giran alrededor de la llave del gas de una forma rayando en lo demencial.Clica sobre mi nombre

    08 octubre 2009 | 20:00

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