La mujer de poeta está
condenada a leer o a escuchar los
versos del poeta que humean
recién sacados del alma. Y más:
la mujer del poeta está condenada al poeta, a ése
que nunca sabe dónde
está la llave del gas y finge
que pregunta para saber
cuando sólo le importa preguntar
lo que no tiene respuesta.
NOTA AL PIE DE ‘LA LLAVE DEL GAS’
La mujer del poeta se enojó
con el poema “La llave del gas”.
No ve por qué la metapalabra de la palabra,
o la ambigüedad de la palabra,
o las heridas que la palabra produce,
puede impedir a cualquiera
saber dónde está la llave del gas y
cómo se cierra y abre. Tiene razón.
El poeta está en error porque
la llave de la palabra, digamos, ni se cierra
ni se abre, y hasta pretende que ni existe,
y menos su metapalabra, ambigüedad heridora o vacío.
La realidad de la cocina tranquiliza,
hay llaves que se cierran, se abren funcionan
cumpliendo la función de demostrar
que hay cosas que se cierran y se abren,
y suenan desde ayer en mi cabeza
que no puedo cerrar.
De Juan Gelman admiro lo extraordinario poeta que es y admiro la inteligencia con la que apuntala su imagen pública. El arquetipo del poeta ignorante del mundo en el que vive, que rehúsa conscientemente a lo terrenal, no se cumple en él. Las entrevistas que concede, quizá demasiadas para un anciano (ya se sabe: premios llaman a entrevistas), son piezas de periodismo lucidísimo («Lo contrario del olvido no es la memoria, es la verdad«), llenas de sensatez política, sensibilidad humanista y rigor intelectual.
Carlos Monsiváis ha escrito, en el prólogo a una de las numerosas antologías de la obra de Gelman, que cada poema suyo es «un tejido orgánico donde el último verso ilumina al primero, y el primero le confiere su densidad al último». Este Las bellas compañías:
Es muy común que un buitre me trabaje las entrañas no devorándolas sino más bien amándolas o como desgarrándolas para sacar a la luz mis rostros últimos y míralos me dice mira lo que te comes animal me dice el bello buitre.
Siempre en pie de guerra con las palabras y al mismo tiempo confiando ciegamente en ellas, Juan Gelman ha escrito poemas clarísimos y bellos, sufridos y redondos, dramáticos y humorísticos. Y no sólo poemas, pues el difícil y a menudo olvidado arte del aforismo también lo ha cultivado con tino: «Alma que sólo ves un animal herido al fondo del espejo: cesa ya de jadear».
Los dos poemas de hoy reúnen humor y reflexión; poesía, metapoesía y sonrojo. Una vuelta de tuerca. Una improvisación del lenguaje y de los conceptos. Como un clásico, Gelman.
IMAGEN: EFE
Seleccionados y comentados por Nacho Segurado.
Se agradecen estos toques de literatura de vez en cuando en la web. Y no solo marujeo no??Un saludoPasate por mi blog de marketing online en Bilbao – Vizcaya
08 octubre 2009 | 18:11
Yo creo que este poeta tiene problemas con el agua caliente y todas sus inquietudes giran alrededor de la llave del gas de una forma rayando en lo demencial.Clica sobre mi nombre
08 octubre 2009 | 20:00