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“Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia…” Roy (Rutger Hauer) ante Deckard (Harrison Ford) en Blade Runner.

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Algunos vídeos los carga el diablo

Nada, que no hay manera. El Process de nunca acabar nos persigue día tras día y yo no puedo sustraerme a la tentación de dejarlo que se cuele en este cinéfilo rincón. El caso es que a la velocidad que se producen las novedades, vaya usted a saber qué habrá pasado entre el momento en que estoy escribiendo y el momento en que esto sale a la luz, mañana lunes 30 a las 08:00 horas. De momento tenemos una independencia de opereta, un govern cesado y unas elecciones autonómicas convocadas por don Mariano a las que no sabemos qué partidos se van a presentar. El enorme prestigio internacional (y nacional) de Cataluña por los suelos. Bueno, de todos modos, yo tiro hacia adelante.

Uno más de los episodios chuscos de este ridículo sainete en que se ha convertido la política española a raíz de la huida hacia delante de los independentistas catalanes lleva el nombre de una actriz, Anna Maruny, y el título de un video, Help Catalunya. Save Europe. El trabajito es un vergonzante ejemplo de “agit-prop” manipulador, un spot electoral que nos devuelve a los tiempos en que todo estaba por construirse y en las campañas electorales se disputaban los votos con cuchillo en la boca, cuando Suárez presidía la UCD, Felipe González vestía chaqueta de pana y Santiago Carrillo acababa de empeñar su peluca para poder pagar unos carteles.

Para los no avisados, jóvenes que no hayan vivido los agitados tiempos de la transición y años precedentes, ese vocablo era la abreviatura de “agitación y propaganda”, de cuando los comunistas españoles luchaban contra la dictadura sin un duro, ni siquiera de Moscú, y se las arreglaban para confeccionar materiales de comunicación que lógicamente no perdían demasiado tiempo ni energía en matizar los argumentos. Ni falta que hacía, porque la realidad entonces no admitía demasiados matices, tenía la contundencia de las porras de los grises y los disparos al aire que de vez en cuando cazaban a algún manifestante volador. Las películas en 16 mm.que confeccionaba el “colectivo de imagen” del PCE no necesitaban de textos lacrimógenos ni verdades a medias, la dictadura se encargaba de decir las verdades como puños, quiero decir con los puños.

El vídeo en cuestión no merece que se le dediquen ni dos párrafos porque su discurso parece el trabajo de fin de curso de un erasmus diplomado en ciencias políticas abducido tras haberse tomado unas cañas con Gabriel Rufián. Una mezcla grosera de simplezas extraída de algún reportaje de TV3 sobre imágenes de origen en algún caso ajeno a Cataluña, Galicia, por más señas, tanto da, que descaradamente saquea la idea de otro video: I am Ukranian, cuyos autores, opositores ucranianos a Rusia del movimiento Euromaidan de Kiev, consiguieron en 2014 casi nueve millones de visitas. Las diferencias entre el modelo y la copia son peliagudas, como se ve. En el primero, la mujer que se dirigía al exterior pidiendo ayuda no era una actriz, sino la activista Yulia Marushevska que no tenía que esforzarse demasiado en mostrarse afligida porque los rebeldes ucranianos pagaron una factura de un centenar de muertos. Las semejanzas de aquella situación con la opresión de Cataluña parecen patéticamente forzadas y la convierten en un Kosovo con sardana y castellers.

Pero yo traigo aquí el dichoso video, difundido por la organización independentista Omnium Cultural, no por su éxito arrollador en la Red, al parecer 217.000 visualizaciones tan sólo unas pocas horas después de haberse colgado y millón y medio de reproducciones en YouTube hace una semana, cualquiera sabe cuántas lleva ya a fecha de hoy. Lo que me ha removido un poquito los bajos ha sido la historia de su protagonista, Anna Maruny, cuya carrera está pagando los platos rotos en formato lluvia de improperios. Miles de tuiteros de toda España le han llamado de todo menos bonita.

La chica ha desaparecido del mapa como si le hubiese tocado el Euromillón, pero sin aviso de Hacienda para que apoquine su parte. Lo de menos es que haya cancelado sus perfiles públicos en las redes sociales o que ni siquiera responda, según dicen, a los correos electrónicos. Lo jodido es que a ver quién es el productor guapo que la contrata para una serie o película al otro lado del Ebro. Y me temo que los ayuntamientos catalanes rebeldes no van a estar muy boyantes para pagar obras de teatro en gira nacional porque agotarán las partidas dedicadas a cultura en organizar juegos florales para celebrar la república catalana. Por lo menos hasta navidades, que después dios dirá.

26 años, apasionada por Shakespeare, ha estudiado en centros como el Institut del Teatre, la Escuela Superior de Arte Dramático Eòlia y la Escuela de Artes Escénicas Coco Comín de Barcelona, cuatro meses en el Estudio de Actores Stella Adler y también en la compañía teatral Saratoga International Theater Institute (SITI Company), habla tres idiomas, además de catalán, claro está, toca el piano y la guitarra e incluso ha estudiado canto y danza. Su experiencia en cine no es copiosa, aparte de unos cuantos cortometrajes y un spot publicitario para la marca Sanex, pero al menos ha participado como secundaria en una producción norteamericana rodada en Nueva York con un título que no presagia nada bueno: Zombie Pizza! dirigida por un tal Mike Dudko…

El colofón con letras de molde de tan lucido curriculum  es haber sido el rostro mediático-artístico del nuevo estado virtual. Lo malo es que con este honor, si la flamante Arcadia feliz no acaba de cuajar, lo tiene un poco crudo para hacerse un hueco en la industria en suelo español y va a tener que seguir buscándose la vida al otro lado del charco, o donde sea, pero lejos. Y esto, amigos, aunque seamos miembros de la cofradía de Hasta el moño del santísimo Process, hemos de reconocer que no está bien y no podemos aprobarlo.

Porque, reflexionemos: ¿esta persecución a la muchacha a qué se debe? ¿A que la chica hace demasiado bien su papel y parece que lo que dice es trigo de su cosecha? ¿A que su actuación es tan sentida que levanta ampollas en la sensibilidad españolista? ¿O será que la gente no entiende que se puede ser muy  profesional y no por ello asumir la ideología del personaje? ¿O más bien a que su estomagante monólogo se desliza de lo melodramático a lo ridículo y ella no hace nada por evitarlo? Los de Polonia lo tuvieron claro con su parodia, mucho más eficaz, o al menos más inteligente y sin peligro de que les corrieran a gorrazos los intransigentes, a los que la ironía no les es fácil de entender:

Para la madre de Anna Maruny éste era un trabajito más de su hija y no hay que sacar conclusiones precipitadas por ello, qué va a decir la pobre mujer, a ver a quién convence de que la niña no duerme con una estelada en la almohada. La Asociación de Actores y Directores Profesionales de Cataluña (AADPC) ha salido con el capote y ha anunciado que “tomará medidas legales por el asedio” sufrido por una de sus asociadas. Pero poco trapo me parece para semejante morlaco. Va a ser difícil que se evaporen los ecos de tan sonada actuación porque en el punto de tensión al que hemos llegado al que da la cara se la parten. A los miembros de la farándula les sale muy caro identificarse con una causa política, que se lo digan a Willy Toledo, especialista en pisar todos los charcos y salir empapado hasta los calzoncillos. Por cierto, qué gran actor cómico se pierde el cine español con Guillermo; y esto va sin ironía. No he visto muchas reacciones corporativas o solidarias por parte del mundillo de actores o cineastas. Salvo a Alberto San Juan o Antonio de la Torre, no he leído declaraciones contrarias a la persecución que sufre su compañera. Deberían recordar el famoso poema de Friedrich Gustav Emil Martin Niemöller atribuido erróneamente a Bertold Brecht: primero vinieron a buscar a los comunistas, pero yo no dije nada porque no era comunista… (poema al que por cierto se le ha amputado ese primer verso en el Museo del Holocausto en Washington).

Imagen de Anna Maruny en el vídeo Help Catalunya. Save Europe

Lo digo alto y fuerte: no soy partidario de apedrear a los actores que manifiestan sus ideas. De hecho, muchos de ellos siempre me han inspirado mucha simpatía por valientes. Claro que eran otros tiempos y otras causas más honorables a mi entender. Cada uno es muy libre de acudir o no a ver sus trabajos, eso sí, allá cada cual. Lo más probable es que Anna no haya calculado los derroteros por los que iba a ir la cosa y puede que esté arrepentida. O no. Si no fuera el caso, sólo le reprocharía haberse prestado a una farsa tan burda. Nada que no pudiera perdonarle cuando pase un tiempo, madure y caiga en la cuenta de lo absurdo que es creerse distinto a la gente con la que llevas siglos compartiendo el mismo sol y el mismo azul mediterráneo.

Por si le sirve, le regalo una bonita frase del gran actor francés Yves Montand que he leído en algún sitio: “Podría interpretar el papel de fascista en una película antifascista, pero jamás interpretaría el papel de antifascista en una película fascista”.