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“Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia…” Roy (Rutger Hauer) ante Deckard (Harrison Ford) en Blade Runner.

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¡Cielos, un culo!

No aprendemos. ¡La Feria del Libro de Zamora usa a una mujer desnuda en su cartel como reclamo! ¡Qué escándalo! La izquierda, si como tal hemos de considerar –yo creo que sí- a Podemos, sigue rasgándose las vestiduras con todo lo que atañe a la desnudez considerándolo tontamente como una ofensa a la dignidad de la mujer. En boca de quienes así piensan la palabra sexismo se ha convertido en la nueva piedra arrojadiza que durante tantos años de censura, con otras denominaciones más piadosas, sirvió para castigar la insolencia de los que mostraban la piel sin recato en el cine, en revistas, en pinturas o en cualquier forma de expresión, fuera ésta artística o no.

El cartel de la discordia

El grupo de Feminismo de Podemos de Zamora ha denunciado que el cartel de la Feria del Libro de Zamora que se celebrará del 8 al 11 de junio es sexista ya que muestra a una mujer desnuda de espaldas como reclamo para la venta de libros. Igual, si en lugar de colocar esa fotografía hubieran puesto a una virgen, ¡ojo!, de las que hacen milagros, no de las otras, le hubieran dado una medalla, que en esa ciudad las sacan a pasear tanto o más que en Cádiz.

Por fortuna en el Ayuntamiento de Zamora aún hay gente que mantiene la cordura, en concreto los grupos gobernantes de IU y del PSOE. Yo suscribo plenamente las palabras de la concejala de Cultura, María Eugenia Cabezas, que además de asegurar que el cartel no se retirará, acusa a Podemos de ser una especie de «nueva Policía de la Moral» que busca «con lupa cualquier resquicio de carne. Lo que me parece realmente denigrante es que en ese cartel lo único que hayan sido capaces de ver sea un culo femenino. Eso sí que es cosificar el cuerpo de la mujer», añade.

«Una imagen sugiere en función de las relaciones que el cerebro de cada uno establece con ella, y es ahí donde el puritanismo disfrazado de feminismo o un integrismo religioso (o cualquiera a quien un desnudo humano impresiona y ofende) puede ver en la desnudez algo indigno, o erotismo dirigido al macho».

Vamos por partes, amigos de Podemos. Supongamos por un momento que dicho cartel sea una obra de arte -el cartelismo lo es- más o menos defendible, pues todo el mundo es libre de opinar al respecto; más o menos eficaz, pues no hay ciencia que lo garantice. Supongamos que en lugar de una fotografía se tratara de una estatua o de una pintura clásica, un desnudo cuyo sexo sería por supuesto intrascendente, de una incuestionable belleza, ¿sería también sexista pongamos por caso El nacimiento de Venus, de Boticelli? ¿O El beso de Rodin?

El nacimiento de Venus, de Boticelli

El colectivo protestón le arrebata a la derecha la bandera de la censura, asume su argumentario y lo que es peor, su mentalidad: «ni la lectura te hace levitar ni la mujer es sólo culo». ¿Habría que decirle a Velázquez que su Venus del espejo es sexista, si los creativos del cartel lo hubieran escogido como imagen de base sustituyendo el espejo por un libro?  Dicen los feministas zamoranos de Podemos que el concurso estipulaba que se debía respetar la integridad de las personas y el cartel que ha resultado elegido, según ellos es «una alegoría sexista de la lectura, que utiliza los estereotipos publicitarios del cuerpo de la mujer como mero objeto publicitario».

La Venus del espejo, de Velázquez

¡Acabáramos! Se trata de estereotipos. ¡El cuerpo de la mujer es un estereotipo! ¡Toma, y el del hombre! El cuerpo es el mayor estereotipo que existe en arte, en publicidad, en cine y novela, todas las historias toman el cuerpo implícita o explícitamente como lugar en torno al cual se producen los conflictos. No puede ser de otro modo, pues cuerpo somos, vestidos o desvestidos. El desnudo es la expresión más sincera y a la vez explosiva (por la represión a que se ha visto sometida durante siglos) del ser humano. Por esa razón, precisamente, es el centro de todas las batallas que se dirimen en el arte y la diana de sus enemigos. Que la publicidad lo utilice es absolutamente lógico porque es lo que más interés concita. Y mucho más aún si se condena o se confina a terrenos acotados, establecidos por quienes se arrogan el derecho a decidir lo que es de buen o mal gusto, lo que se atiene o no a su personal sistema de valores. ¿Qué tiene de malo que el desnudo atraiga la atención de todos los ojos? Se podrá calificar y descalificar su utilización por zafio, hermoso, vulgar o sublime, pero eso siempre serán opiniones respetables si se expresan con respeto, tan sólo opiniones. Y no intentos velados o evidentes de ejercer presiones para impedir que un artista cree un mensaje a través de esa imagen. No se puede rechazar con argumentos tan moralistas a la vaticana usanza. Sólo pierde fuerza aquello a lo que estamos acostumbrados en demasía, y eso sucedería con el uso exagerado, inapropiado o poco inteligente del desnudo. Es legítimo criticarlo teniendo como referencia la eficacia del mensaje, no lo es despreciarlo confundiendo desnudo con sexismo, machismo o el ismo que más rabia les dé.

En este blog he hablado de censura en los carteles de cine en algunos países y ahora el tema da para unas risas, como lo demuestran varios ejemplos patéticos. Pero, nada, es que nosotros no aprendemos. La censura se ha instalado en el inconsciente colectivo y sigue existiendo mucho más solapada, sin una legislación que la reconozca; se mantiene viva y de tanto en tanto consigue que se eliminen o se modifiquen carteles, en reflejo permanente del signo de los tiempos, que a veces avanzan una barbaridad y otros nos hacen retroceder a golpe de coz. El último sonoro caso que recuerdo es el de la película Diario de una ninfómana, que fue retirado en 2008 de las marquesinas y los transportes públicos porque la empresa de publicidad ejerció su derecho a opinar, o se hizo eco de vaya usted a saber qué grupos de presión. No se prohibió «de iure», pero sí «de facto». Produce sonrojo comprobar hasta dónde llega el puritanismo de la derecha, pero si es la izquierda quien la imita, ¡apaga y vámonos! Antes por unos motivos, hoy supuestamente por otros, en el cine, en la televisión, en la publicidad, en definitiva, en  cualquier ámbito de la comunicación ¡no nos moverán de la defensa de la libertad de expresión y creación! Y me voy a poner vindicativo en un alarde de entusiasmo que me embarga: ¡Viva el cuerpo desnudo, su utilización artística sin complejos y viva la madre que lo parió!