Plano Contrapicado Plano Contrapicado

“Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia…” Roy (Rutger Hauer) ante Deckard (Harrison Ford) en Blade Runner.

Entradas etiquetadas como ‘Dalibor Matanic’

Bajo el sol, queman las heridas

Apenas tres años después de finalizada la guerra de Bosnia (1992-1995) una producción de Oliver Stone dirigida por Predrag Antonijevic se atrevía a poner los pies (figuradamente) sobre aquel terreno sembrado de minas. De entrada, Savior era un filme que no se alineaba incondicionalmente contra los que la opinión pública occidental había satanizado otorgándoles el papel de malos malísimos, los serbios, que por aquel entonces aún reivindicaban el nombre de Yugoslavia, una república socialista, de las de economía planificada, no como entienden los socialdemócratas el término. Eso ya era de agradecer como punto de partida.

Dennis Quaid perdía a su mujer e hijo en un atentado en París, supuestamente cometido por islamistas, y esta tragedia le hacía convertirse en mercenario alineado en el bando serbio para luchar contra los musulmanes bosnios en la contienda de los Balcanes. Posteriormente decidía ayudar a una joven serbia, violada y embarazada por un miliciano olvidadizo con los preceptos de Mahoma, que ha sido liberada y devuelta a sus familiares pero rechazada por éstos. Y como no podía ser de otro modo, en el intento de cruzar territorios controlados por uno u otro bando para llevarla al refugio de las Naciones Unidas (más tarde hemos descubierto que eso era una ingenuidad) el personaje de Quaid nos llevaba a descubrir la absoluta inutilidad del odio, de la violencia, de la guerra.

Se han realizado un buen manojo de excelentes filmes que han hecho incursiones en aquel conflicto, en aquel rosario de conflictos, habría que decir, que supuso la destrucción metódica y planificada de la vieja Yugoslavia, el país socialista menos contaminado por el veneno del alineamiento, esperanza a la vez para el mundo de los no alineados de encontrar su propia vía, ajena a la bipolaridad USA-URSS. Welcome to Sarajevo (1997), de Michael Winterbottom, Las flores de Harrison (2000) de Elie Chouraqui, o Before the Rain (1994) de Milcho Manchevski, por citar sólo tres aunque podrían ser más, reflejaban con estremecedor realismo en qué infierno habían convertido por enésima vez a aquel torturado territorio.

Pero a Savior la recuerdo como contenedora de la escena bélica más brutal de la historia del cine, el alegato más desgarrador en contra de la violencia que yo hubiera visto nunca hasta entonces. Tal vez sea cosa de la memoria, pues hace muchos años que la ví, pero como con aquella escena, el típico grupo de civiles masacrados por una mala bestia, no recuerdo haberme sentido tan fatal muchas veces. Bueno, si hago un gran esfuerzo quizás elaborara una corta lista de momentos que me provocaron la náusea, entre los que se encontraría en primer lugar Saló, o los 120 días de Sodoma, de Pasolini (1975). Aquí les dejo la secuencia, para que juzguen por sí mismos.

Como Before the Rain, que estaba estructurada en tres segmentos, aunque el tercero transcurría en Londres, Bajo el sol, de Dalibor Matanic, recién estrenada en España con dos años de retraso, se articula en tres episodios ambientados en Croacia. La producción exhibe ejemplarmente su origen financiero en Serbia, Croacia y Eslovenia, de modo que el espíritu que la anima ya puede adivinarse: pone de manifiesto la incomprensible división de una comunidad multiétnica cuyas gentes convivían entrelazadas sin complejos hasta que alguien les convenció de que estarían mejor separadas sin advertirles del precio a pagar .

Dalibor Matanic no ha querido ofrecer ningún plato fuerte en el guiso que ha cocinado, apenas un fogonazo de violencia con resultado de muerte, completamente absurda y gratuita, eso sí, y como decía estructura la historia en tres tiempos a lo largo de tres décadas.

El primero de ellos corresponde a la asfixiante atmósfera que se instaló en el territorio de Yugoslavia en 1991 antes de la declaración del estado de guerra. El único muerto en pantalla, un trompetista que hace sonar quijotescamente su instrumento frente a los belicosos armados, representa a los aproximadamente 200.000 fallecidos por arma de fuego que provocaron el reguero de incendios declarados allí.

El segundo capítulo, fechado en 2001, muestra a una chica joven, la misma actriz, Tihana Lazovic, que en el primer relato contempla el asesinato de su novio músico, incapaz de aceptar a un chaval carpintero porque no puede olvidar que su hermano fue ejecutado por vecinos de la etnia del pretendiente.

Tihana Lazovic en «Bajo el sol»

En el tercero, en 2011, aún perduran la amargura y los odios que impiden la reconciliación: un joven se ve obligado a abandonar a su novia embarazada, porque es serbia y su familia no lo admite.

El común denominador a las tres historias salta a la vista: la imposibilidad de compartir la vida entre miembros de las comunidades que se enfrentaron durante la guerra; el dolor de las heridas que no pueden cicatrizar en el corto espacio de tiempo transcurrido desde que ésta terminó se impone a todos los intentos de superarlo. Las caras de los actores se repiten en personajes diferentes al cambiar de segmento, lo que subraya la idea de que cualquier persona es lo que le ha tocado ser en aquellas circunstancias, pero sin dejar de ser él mismo podría haberse encontrado en el lugar opuesto. ¿Qué es lo que no entendéis, estúpidos sectarios, de algo tan sencillo?

Bajo el sol propone un punto de vista intimista con muchos planos cortos y poca profundidad de campo y un tempo lento creado a partir de planos de larga duración y escaso movimiento interno. Con ese estilo la película adquiere un tono atmosférico muy pesado, como si una gran nube negra se cerniera sobre los personajes principales, condicionados por familiares que se mueven en sentido contrario a ellos: o bien rechazan sus relaciones de noviazgo –primer capítulo- o bien empujan a superar las diferencias sin conseguirlo –la madre de la chica en el segundo- o bien provocan la ruptura de una pareja que espera un hijo –los padres del chico atormentado en el tercero-.

El interés de Matanic no es narrar o recordar los momentos más agudos del enfrentamiento bélico, las atrocidades cometidas por parte de los tres bandos contendientes, serbios, croatas o musulmanes, y el inmenso sufrimiento que todo ello comportó, sino describir las cenizas del campo arrasado, el lento florecimiento de la vida durante la interminable posguerra y las dificultades con que se encuentra para imponerse a la lógica de la muerte: una radiografía de la sociedad sometida a una violencia remanente de baja intensidad.

Dalibor Matanic durante el rodaje de «Bajo el sol»

Al centrarse en el amor y no en la guerra, aunque se trate de un amor prohibido entre miembros de comunidades distintas, paradójicamente Matanic insufla un hálito de optimismo a su relato; optimismo que discurre oculto bajo la superficie de los conflictos no superados y deja que entre sus grietas asomen los deseos naturales y positivos de los individuos, la necesidad del perdón y el olvido, el ansia por dejarse abrazar sin buscar marcas en los brazos que delaten hechos sucedidos en el pasado.