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“Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia…” Roy (Rutger Hauer) ante Deckard (Harrison Ford) en Blade Runner.

Sustos, los justos, amigos

¿Pero qué os pasa, hombre? ¡Eso no está nada bien, queridos Coronado y Banderas! Cualquiera diría que os habéis apuntado a un concurso de méritos para ver quién recibe más muestras de cariño y solidaridad. Por favor, ¡no nos deis más sustos! A Coronado le han tenido que colocar un stent tras haber sufrido un infarto de miocardio la tarde del pasado sábado 15. Por fortuna, él mismo nos hizo saber que la cosa estaba bajo control con un tuit en el que no faltaba el lenitivo sentido del humor, siempre tan agradecido en estos casos.

Entre las múltiples reacciones de alivio y ánimo estuvo, claro, la de Antonio Banderas, que a su vez nos había sobresaltado en una rueda de prensa en pleno festival de su ciudad natal, Málaga. Allí supimos que el pasado 26 de enero su corazón, grande, grande, porque Antonio lo tiene muy grande, se había tomado un instante de respiro en el frenético ritmo de trabajo al que se veía sometido. El actor español más internacional (sin permiso de Javier Bardem, porque él fue primero) también publicó un tuit, que sobresalió en el torrente de silbidos de esta red social.

 

Para mí que esto viene a demostrar que el trabajo es la peor de las enfermedades, la auténtica maldición divina que nos cayó en el Paraíso terrenal por morder la bendita manzana. ¿Queréis placeres? ¡Pues a currárselo, que aquí nada se os dará gratis! Eso debió de decir el todopoderoso cuando supo que Adán y Eva habían descubierto cuán gozoso podía ser transgredir el sexto mandamiento. Me estoy yendo por las ramas. Pues a pesar de que trabajar es un castigo para la Humanidad (y no hacerlo todavía mucho más) algunos le han cogido tal vicio que lo acaparan. ¡Hombre, José, no trabajes tanto, que hay mucho paro en el sector (hasta un 80%, que se dice pronto)! Me apresuro a decir que esto es una ironía simpática, que luego algunos lectores no lo pillan y me hacen comentarios desagradables.

Oro, de Agustían Díaz Yanes

Coronado no ha parado de trajinar desde hace años: en cine tiene pendientes de estreno Oro, de Agustín Díaz Yanes, que ya he mencionado en un post anterior dedicado a Juan Diego, y What about Love, de Klaus Menzel, con Sharon Stone y Andy García. Y no hace mucho le encontramos en una comedia de éxito tirando a facilona, Es por tu bien (tirando no, más bien birriosa) y en la excelente El hombre de las mil caras, de Alberto Rodríguez.

Suma y sigue durante el año pasado: Contratiempo de Oriol Paulo, un thriller efectista y pirotécnico, según mi buen amigo Antonio Weinrichter; Cien años de perdón, un thriller resultón de Daniel Calparsoro, atiborrado de las virtudes y alguno de los defectos del director; Secuestro, otro thriller mucho más flojo, de Mar Targarona, en el que Coronado no resultaba muy lucido; y La corona partida, tv movie didáctica y digna aunque no apasionante dirigida por Jordi Frades, sobre el reinado de Juana la Loca (magnífica, Irene Escolar), en la que encarnaba a Maximiliano I de Habsburgo, padre de Felipe el Hermoso. Además, también para TVE, se enfundó la capa fogosa, extrovertida y mujeriega de Lope de Vega en un diálogo de amistad y odio con Miguel de Cervantes, cuya noble testa llevaba las facciones de otro grande, Emilio Gutiérrez Caba, Cervantes contra Lope, presentada en la Seminci de Valladolid y emitida el 5 de diciembre.

El pasado 6 de este mes presentó una serie nueva de televisión de título paradójico que nada tiene que ver con el percance que comentamos, Vivir sin permiso. La serie lleva la firma del escritor Manuel Rivas y relata la vida del narco gallego Nemo Bandeira. Huelga decir que Coronado es el patriarca del clan. Mientras tanto, sobre las tablas en el Teatro Español de Madrid, bajo la dirección de Julián Fuentes Reta, representaba la obra Ushuaia que le trasladaba a Tierra del fuego, en la Patagonia argentina, para buscar refugio como criminal nazi que huye de su pasado. Por cierto, le daba réplica Olivia Delcán, esa jovencita deliciosa y talentosa que Fernando Colomo nos descubrió en Isla bonita (2015). Pues han tenido que suspender temporalmente las representaciones. ¡Qué se le va a hacer!

A este ritmo, José (seguro que me he dejado algún trabajito más en el tintero) no hay quien te pueda seguir. Pero, insisto, ¡no nos des más sustos, anda, y vuelve al tajo pronto y bien recuperado!

José Coronado, en Ushuaia. EFE

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