La inteligencia del ser humanoes la capacidad que tiene para adaptarse a la realidad.Xavier Zubiri, filósofo. (San Sebastián, 1889 - Madrid, 1983)

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Lisboa, Marruecos, Mauritania, Dakar…

Cada año por estas fechas las huestes del ocio y del consumo se desplazan como una marabunta por algunos países del norte de África, asolándolo todo; Se trata de lo que antaño se llamó el París Dakar y ahora es el rally Lisboa Dakar. Entre tanto, la polémica sigue: ¿es correcto el trasiego de estas manadas de “caballos de metal”, cabalgando por tierras vírgenes, que nada respetan? ¿Beneficia su cabalgar a estas gentes?

Quienes viajan en esos coches galácticos, en esas motos espectaculares, en esos camiones de ensueño, en esos helicópteros…, afirman, para justificarse, que ellos dejan un reguero de millones y de ayudas a su paso que beneficiarán a todos. Y que eventos como estos son buenos pues ayudan a modernizar estos países.

Más yo afirmo lo contrario. Que… ni es bueno para el país por el que pasan (no se ve cómo, ni de qué manera, les ayudan a mejorar sus condiciones de vida, al menos desde el punto de vista democrático y de justicia social), ni es bueno para las personas a las que atropellan (es un decir) con sus bólidos y opulencia; con su esnobismo y su “pasar” de ellos y de todo.

A estas gentes… lo único que hacen es crearles inquietud y desasosiego; al principio les hacen creer que el maná existe, que “ya está aquí”… Pero igual que llegan se van y les dejan con dos palmos de narices. La marabunta, igual que llega desaparece. ¡Y hasta el próximo año! Nunca más vuelve a saberse de aquellos que aparecieron a primeros de enero prometiéndolo todo…

Entre tanto, hasta ahora, muchas de las personas que viven en estos lugares aceptaban, si no con agrado si con cierta paz interior, el que no les llegara el progreso… Pero hoy, deseosos de mejorar como cualquiera, ¡cómo no!, viven en un sin vivir expectante, esperando al borde de los caminos del desierto que alguien pase por allí y les dé “algo”, “algo”…

He visto a no pocas familias que no se alejan ya más allá de 200 metros de estas pistas polvorientas, abandonando incluso a sus rebaños, por si pasa alguno de esos monstruos de metal y les arroja unas gallegas, una camiseta de propaganda, unas pegatinas… envueltas en una nube de polvo.