La inteligencia del ser humanoes la capacidad que tiene para adaptarse a la realidad.Xavier Zubiri, filósofo. (San Sebastián, 1889 - Madrid, 1983)

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Bajarse los pantalones en Marruecos puede traer cola…

Hay personas en Marruecos que ven la paja en el ojo ajeno y no ven la viga en el suyo. Bueno, esto ocurre en todas partes, la verdad. Abdelilah Benkiran, presidente del Consejo Nacional del Partido Justicia y Desarrollo (PJD) —islamistas moderados, dicen— ha pedido que se investigue por qué se bajó los pantalones (un poco) y mostró su trasero al respetable el cantante de Los Delinqüentes durante su actuación en Rabat, hace unos días, en el festival Mawazine.

A mi también me parece de mal gusto que Carlos del Ojo, “Canijo” —éste es el apodo por el que se le conoce a este chico— se baje los pantalones durante una actuación musical. Me parece, incluso, una solemne estupidez, una tontería que lo haga. Pero de ahí a querer procesarle, alegando que ha “humillado”, “ofendido” y no sé cuantas cosas, al pueblo marroquí, va un gran trecho.

Este señor que se rasga las vestiduras por ello y arrima el ascua a su sardina, como es lógico, nada dice de lo que a todas las personas normales y decentes de su país, y en general de todo el mundo, sí le parece una verdadera humillación. A saber: el trato que los integristas dispensan a las mujeres. Podría el señor Benkiran, por ejemplo, empezar por criticarse a sí mismo y, de paso, a todos los que cómo él obligan, sí, obligan, con sus diatribas religiosas a cientos de mujeres a ir tapadas hasta los ojos , a las que apenas se les ven las pestañas. ¡Eso si que es humillación y no bajarse los pantalones! Y de esto nada dice el personaje; al contrario, lo aplaude.

Ayer pasé por el Zoco Grande al mediodía —más de 30 grados al sol—, y allí estaba sentada, en uno de los bancos, una parejita de jóvenes: él, con sus vaqueros y camisa a cuadros; sus zapatillas de tenis, cómo no. Ella, cubierta de los pies a la cabeza, como una monja antigua, por supuesto con guantes y una rendija en la cara por la que, supongo, veía y respiraba… ¡Eso si que es grave y cruel! ¡Eso si que humilla a las mujeres!, repito. Y no creo yo que Dios —ningún díos— exija a ninguna mujer taparse hasta la raíz del pelo cuando a los hombres les permite vestirse como les da la gana. Debería el señor Abdelilah Benkiran vestirse así también; meterse en un saco hasta cubrirse la cabeza. Y entonces le creeríamos… O no.

¡Que vienen los bárbaros!

A veces sobran las palabras… ¡Esa escavadora…! Si hablasen las rocas, ¿qué nos dirían?

La tierra tiembla ante las acometidas de las zarpas de acero de los especuladores… Y el mar, por el momento, no se atreve a dar el salto y devorarlos; me refiero a sus villas de lujo a pie de playa. Quizá algún día lo haga y engulla hoteles, mansiones, edificios de apartamentos… Pero a los promotores del negocio les dará igual, porque ellos seguirán contando, avariciosos, su dinero en el último piso de las torres de cristal de la City de Londres, París o Madrid, por ejemplo.

Los especuladores inmobiliarios son una plaga. La globalización tiene estas cosas; hoy estás aquí y mañana allí escarbando como posesos. Con los aviones y los ordenadores podemos planificar la destrucción del mundo en unos minutos y no pasa nada. Luego nos entretenemos en reconstruirlo (véase Irak).

Estos Bárbaros de la construcción acabaron primero con las costas españolas y ahora se han venido a Marruecos a seguir devorando y destruyendo lo que le queda de país de tierra virgen.

Ya he escrito en otro par de ocasiones sobre este tema, pero a nadie parece importarle. Así que habrá que seguir insistiendo. Las costas de Marruecos pronto serán pasto del cemento, la basura y el ruido. Ni acantilados, ni ruinas, ni reservas naturales, ni Historia… Nada se respeta ya. Lo que importa es enriquecerse como sea. Marruecos sufre hoy la mayor acometida del capitalismo más salvaje y especulador que pueda imaginarse. Y a nadie parece importarle demasiado… Porque… ¿Es qué no pueden hacerse esos mismos chalets aunque sea a cien metros de la costa? Aunque sólo fuera para respetar la belleza… Y ya no hablo del respeto a la naturaleza, al desarrollo sostenible, al mar, del planeta…

Ya lo verán… Todo esto saltará algún día por los aires.

Andalucía descubre “El Dorado” en Marruecos

Un titular similar al que presentas este post, en El Diario de Cádiz, anuncia el inminente descubrimiento del siglo. Y puede que sea así, si se sabe hacer bien. De todos modos… ¡Si Andalucía siempre ha estado ahí, a dos pasos de Marruecos, desde el origen de los tiempos, y nunca se ha preocupado de ello! Como anécdota puedo contar que hace 17 años, cuando vine a vivir a Marruecos, escribí no menos de una docena de cartas a otros tantos periódicos andaluces ofreciéndoles mi colaboración profesional para informar al lector andaluz sobre lo que ocurría por aquí… Nadie mostró el más mínimo interés. ¡Ni uno sólo me contestó! Es más, creo que hasta hoy, ¡hasta hoy mismo!, todavía es muy poco el interés que Andalucía tiene por este país.

De todas formas ya es hora de que Andalucía se fije en Marruecos en serio. Yo también creo que ha llegado el momento para hacer negocios juntos y compartir proyectos. Dicen que la mano de obra barata y el boom inmobiliario son los dos argumentos que “han hecho despertar” y “decidido” al empresariado andaluz a pasar a este lado del charco… Bueno, que vengan; pero que vengan con cuidado y en serio. Que se abstengan los piratas de caer por aquí y los que creen que todo el monte es orégano; que más de uno de los que llegaron en su día y se creyó “muy listo”, empezó a “pasar la mano por el lomo” a unos y a otros, creyendo que así lo tenía todo fácil y cuando se quiso dar cuenta, en lugar de trasquilar, le habían trasquilado. Aquí, como dicen en la Cámara de Comercio de Tánger, no atan tampoco los perros con longanizas.

Aquí lo que hacen falta son empresarios serios, responsables, con ideas claras y que exijan el mimo comportamiento al empresariado marroquí. Y, por supuesto, que sean democráticos, justos, y respeten las leyes; que se apoyen en esa sociedad civil y democrática que está deseando ocupar su lugar en Marruecos… Nada de intentar “pelotazos” o negocios arriesgados basados en chanchullos. Sólo si se establecen relaciones entre iguales podrán salir adelante los proyectos. Sólo si Andalucía y Marruecos funcionan con rigor, como países fronterizos que son, podrán mantener negocios en común y practicar el intercambio comercial permanente.

Porque, una cosa que deberá tener clara el inversor español (andaluz, en este caso) cuando llega a Marruecos es que, puestos a “ser listos”, cuando los españoles van, los marroquíes ya vienen. Que en asuntos de industria comercial, regateo, trapicheo y todo clase de comercio… a los marroquíes no hay quien les gane.

Hombres inmaduros. Aquí y en todas partes

Hará unos quince años, en Rabat, una noche, un grupo de amigos hablábamos con un empresario marroquí de forma distendida. Me he acordado muchas veces de este encuentro y las cosas que decía. Se quejaba “amargamente” esta persona del comportamiento de los hombres en Marruecos. “¡Es que en este país no hay hombres!” “¡No hay hombres!”, repetía lamentándose, sin duda exagerando. Entonces no entendí qué quería decir, pero con los años he ido comprendiéndole.

No creo, de todos modos, que pueda plantearse esta cuestión en esos términos tan categóricos. Que en todas partes cuecen habas, está claro. Pero sí es cierto que, desde entonces, he oído muchas veces estos mismos argumentos a algunas mujeres marroquíes… Mujeres libres, feministas e independientes, profesionales… Mujeres que suelen afirmar que el género masculino, en Marruecos, adolece de una construcción emocional que les lleva a comportarse como niños; es decir, los hombres por aquí, comentan, son irresponsables en el ámbito afectivo y se inhiben de sus obligaciones como adultos, compañeros, o como padres…

Nada nuevo bajo el sol, por otra parte. Un argumento, éste, que bien podría aplicarse al género masculino en general, en cualquier parte del mundo. En España, sin ir más lejos, ¡ya se ve los hombres que tenemos! (¡Por supuesto que no meto en el mismo saco a todos!, claro) Igual que pavos reales van los hombres por ahí… suplicando que les quieran… O suspirando por unas tetas, que es peor. Y si no consiguen lo que desean, se enfadan; y, a la menor, se ponen agresivos y violentos. Y, por seguir con el ejemplo, en Sudamérica ocurre igual. ¿Cuántas mujeres tienen hijos con hombres que al instante las olvidan o al menor contratiempo se quitan de en medio?

Se mire como se mire, el hombre no ha evolucionado mucho que digamos en la parcela emocional; le cuesta entender y compartir este espacio con la mujer. No considera este territorio (el privado, el de los sentimientos) importante. De ahí su comportamiento infantil. Y aquí, en Marruecos, por lo que oigo y lo que veo, parece obvio que es así.

La tradición de este país transporta al mundo adulto al niño sin avisarle. Un buen día se levanta el pobre niño y se le dice que se vaya con los hombres… Se acabó el ir al haman (baño público) con la abuela, la madre y las hermanas… Ahora tendrá que vérselas con su padre en la calle, en la tienda, en el café… y con los amigos de éste. Y esto es para siempre; ya no volverá a tener una relación normal —digámoslo así— con las mujeres. Pasará su pubertad, su adolescencia y juventud, solo y entre hombres. Incluso de casado la calle será “su hogar” donde estará con otros hombres. Su relación con las chicas, desde el principio será extraña; el abismo entre los sexos, poco a poco irá agrandándose. Por supuesto que hay en las ciudades marroquíes grupos de chicos y chicas jóvenes que no viven esto así; pero son aún minoría. Lo normal es que en el espacio público estén los hombres solos, mientras las mujeres, o están con otras mujeres o en casa.

El niño marroquí es expulsado del hábitat femenino demasiado pronto y nunca más volverá a él con naturalidad. Por eso le es tan difícil establecer una relación de igualdad con las mujeres. La relación normal, cotidiana, confiada, con el sexo femenino es casi siempre artificiosa, a veces irreal, irregular, y casi siempre traumática. Así que, cuando llega la hora de casarse los conflictos se multiplican. A muchos hombres es la madre la que les busca la esposa… O, si la eligen ellos, tampoco tendrán claro ni saben muy bien cómo han de comportarse con ella; sobre todo en el campo del respeto y la igualdad entre los géneros.

Esta inmadurez emocional, evidente en muchos hombres, es el pan de cada día en todas las culturas, desde luego. Pero aquí, incluso, se nota “en las relaciones profesionales”, aseguran algunos empresarios marroquíes ilustrados, intelectuales, etc. También los profesionales extranjeros se quejan de esto. Unos y otros dicen “no entender qué ocurre” cuando, por ejemplo, el interlocutor desaparece sin dar explicaciones o cuando ese hombre que ha cometido un error (que puede cometer cualquiera) no da la cara…

Una fotografía para pensar

Hace unos días tuve la ocasión de contemplar durante una hora a los adolescentes que aparecen en la foto. Me llamó sobre todo la atención que no hablasen casi entre ellos; que no se rozasen; que no se hiciesen bromas, risas o carantoñas… propias de esa edad. Sólo miraba, cada uno, ciega y obsesivamente a la pantalla su móvil respectivo; cada cual al suyo, sin levantar la vista a penas. Así todo ese tiempo que los tuve delante… Sin respirar… Jugaban con sus móviles… Se hacían algún guiño con ellos o a través de ellos; algunos tenían auriculares puestos y escuchaban lo que fuese en el iPod, el iPhone, el MP3 o en cualquier otro artilugio de esas maravillas de la técnica que tenemos hoy en día. En ningún momento el grupo hizo una piña o entabló una conversación…

Así será la especie humana en el futuro… pensé. Una especie autista, solitaria, conectada a las máquinas día y noche, incapaz de acariciarse, de establecer una discusión verbal con sentido o de elaborar un pensamiento colectivo; incapaz de mirar a los otros o al paisaje que haya enfrente, aunque sea éste el Paraíso.

Ya sé que estoy exagerando. Pero no me negarán ustedes que este grupo de jóvenes marroquíes de la foto son el retrato perfecto de esa globalización que tanto da que hablar hoy. Estos chicos y chicas podrían vivir en Nueva York, Londres, París, Tokio o Pekín, Madrid… Qué más da. Que más da que uno sea musulmán, cristiano, judío, ateo, budista, protestante, calvinista, animista, metodista, evangelista… Qué más da lo que se sea en lo espiritual, o qué importa lo religioso…

Si de lo que se trata es de vivir, sobrevivir, evolucionar, respetarse y no matarse por “quítame de ahí esas pajas”, como está ocurriendo ahora, lo mejor es aceptar que esa globalización no es una plaga, sino algo que nos iguala. De acuerdo que necesita “correcciones”; de acuerdo. ¡Pongámoselas! Pero no nos empeñemos en considerarnos exclusivos ni expulsemos “a los otros” por que sí.

Y ya sin reflexiones trascendentes, diré que con este post pretendía también llamar la atención sobre ese otro Marruecos moderno, progresista, democrático y preparado para afrontar el futuro con optimismo. Estos jóvenes que ven en la foto son un claro ejemplo de ello.Pod, I

Huelga general en Marruecos

Una huelga general es siempre un órdago; si sale bien, ganas. Pero si sale mal puede desencadenar la catástrofe. La sociedad marroquí está llamada a la huelga para el miércoles, día 21. La convoca la Confederación Democrática de Trabajadores (CDT) que desde 1978, año de su fundación, es la 6ª huelga general que convoca, en algunos casos, como en 1981 y 1984, con graves consecuencias para el propio sindicato y para la población, tras la dura represión policial, con muertos por medio.

Ahora, el argumento es de peso; como siempre: la falta de esperanza, el paro, la injusticia… Pero, sobre todo, esa insoportable carestía de la vida para amplias capas sociales que, incluso, están empezando a organizarse en “Coordinadoras para la lucha contra la subida de precios”. Se pide que los salarios se incrementen hasta un 10%, aunque sea en diferentes etapas; se pide que el salario mínimo sea al menos de 3.000 dirhans al mes (unos 270 euros); se pide un control más estricto sobre los precios del agua y la luz; que se regule el precio de los alimentos más básicos.

Hay analistas marroquíes, verdaderos especialistas, que dicen que Marruecos está al borde de la explosión; pero ésta no es más que una frase; hace 20 años que se viene diciendo lo mismo. No obstante, habrá que estar muy atentos. Por que lo que si es comprobable —se palpa en el ambiente—, es que la mancha islamista se extiende y quién sabe si algún desaprensivo no arrimará una cerilla el próximo miércoles a la hoguera del descontento. El Gobierno, pues, seguro, seguro, que va a estar muy pendiente del discurrir de los acontecimientos.

España vende finca en Tánger

No deja de llamar la atención que un Estado venda parte su patrimonio en otro Estado. L´Etat espagnol vend un immeuble, reza en el anuncio publicado estos días por el Consulado de Tánger en algunos periódicos marroquíes; entre ellos en Le matin, L´Opinion y Le Journal de Tanger.

Se trata de una finca de 8.046 m2, situada en la ladera norte del barrio del Charf (orientada hacia el mar), muy cerca de la nueva estación de tren. El área está en plena expansión urbanística en estos momentos. Numerosas inmobiliarias construyen torres de apartamentos, hoteles y complejos de ocio en la zona. El precio de salida es de 3.200.000 € y el Estado español aceptará ofertas en sobre cerrado hasta el próximo 30 de mayo a las 13 horas.

¿Pero, por qué España se desprende de este patrimonio? Según el Consulado, porque ya tiene en Tánger una parcela de 160.000 m2, en la que una gran parte de esos metros están sin utilizar. (En la misma se ubican el hospital español, el Instituto Cervantes, el instituto Severo Ochoa, el colegio Ramón y Cajal, la Cámara de Comercio y el propio Consulado). Además, se asegura, la parcela —actualmente es un vivero que explota una familia marroquí en régimen de arrendamiento— no da “ni para pagar los impuestos”.

Si España quiere invertir en Tánger, tiene edificios y terreno suficiente donde hacerlo, se insiste desde el Consulado. En cualquier caso, ¿no da un poco de pena?

Menores marroquíes… como el que viene a un Erasmus

Sólo en Andalucía hay más de 1.100 menores en centros de acogida. ¿Qué hacer con ellos? Según la consejera de Igualdad y Bienestar Social, Micaela Navarro, en su mayoría no son niños abandonados, sino que detrás tienen una familia que les quiere. “Se pueden contar por decenas las llamadas telefónicas que estos niños reciben por parte de sus familias. Una familia que no quiere al hijo, no se interesa por saber si ha llegado o no. Y muchas veces sabemos que un menor inmigrante viene porque su familia llama antes”, explica la consejera de Bienestar Social.

En la entrevista publica ayer en el Ideal de Granada, realizada por M. Victoria Cobo, Micaela Navarro aborda el tema de los menores sin tapujos y de algunos dice que vienen a hacer un Erasmus. También de sus palabras se desprende una cierta desesperación y no poca impotencia. Impotencia, sobre todo, ante la actitud del Gobierno marroquí que no acaba de asumir que son sus hijos y que es con su familia con quien deben estar y no en un centro de acogida español.

Es verdad que la Unión Europea debería hacer más al respecto. Para empezar, no estaría demás que coordinase un programa único de acogida y repatriación con Marruecos. Pero eso parece una utopía por el momento. Y mientras esto llega, más de un país, España por ejemplo, —y Andalucía en concreto—, está con el agua al cuello. En España no se sabe qué hacer ya con tanto niño abandonado… Marruecos debería aceptar diligente la repatriación y… eso sí, si necesita ayuda para integrarlos, educarlos, darles de comer… que la pida, pero que no abandone a estos niños porque un menor marroquí abandonado en España va a tenerlo muy difícil para salir adelante.

Marruecos, huerta de Europa

Se quiera o no, Marruecos se está convirtiendo en la huerta de Europa. Por ejemplo, la exportación de tomates a la Unión Europea ha pasado de 150.000 a 300.000 toneladas en el periodo 2000-2007, superando ya la exportación total de las Islas Canarias de este producto. Pero además compite con fresas, calabacines, pepinos… e incluso con ajos. Vean, si no, algunos de los datos que han aparecido estos días en algunas noticias de agencia:

En hortalizas, las exportaciones de Marruecos crecieron un 25% en el último año. Destacan los tomates con un 37%; un 28% el pimiento; el 57% las cebollas y el 16% el calabacín. En algunos productos, como la judía verde, Marruecos domina el mercado comunitario. Y en frutas, la mayor “preocupación” de los agricultores españoles se centra en la uva de mesa, el melocotón y la nectarina; sin olvidar la fresa, el melón o la sandía.

Marruecos dispone de tierra fértil, agua abundante en algunas regiones y buen clima para la agricultura. Pero sobre todo tiene una mano de obra barata y poco reivindicativa. Los españoles están enterándose ahora, pero los franceses lo supieron siempre. Incluso después de la independencia del país, en 1956, muchos empresarios franceses buscaron fórmulas que les permitieran seguir instalados aquí; luego vendrían alemanes, holandeses… dispuestos a hacer producir las tierras feraces del sur del Atlas. Finalmente han llegado los españoles: desde hace una década, murcianos y valencianos; ahora aterrizan los andaluces. Así que, no va a ser fácil resolver el “contencioso agrícola” entre los países mediterráneos de Europa y Marruecos. Por un lado la agricultura europea es cada vez más cara y pierde mercado… Pero, por otro, son los propios empresarios europeos los que trasladan aquí, a Marruecos, sus negocios buscando mejores condiciones.

Marruecos sabe que tiene una situación ideal para ser el principal proveedor de verduras y frutas frescas de Europa; por eso lucha por la liberación del comercio con los países comunitarios. En la negociación que mantiene actualmente parece que ha puesto como condición sine qua non, para firmar el acuerdo, la liberalización; sus exportaciones de frutas y verduras a los 27 son ya imparables.

Ahora le toca a la Unión Europea explicar a sus agricultores y consumidores por qué esto es así; si lo hacen bien, y claro, se evitarán muchos líos; si no, volverá a pasar lo que hace unos años le ocurría a España con Francia: que los camiones españoles terminaba rodando por los barrancos de las carreteras. Con Marruecos, el deseo es que discurra todo por cauces tranquilos y, de paso, sirva este acuerdo de liberalización para que sus agricultores y obreros mejoren sus condiciones de vida.

Marruecos cambia de hora

La noticia, difundida hace dos días, de que el uno de junio Marruecos adelantará sus relojes, es importante. Y, sin embargo, está pasando desapercibida; una buena señal, sin duda. El anuncio que ha hecho el portavoz del Gobierno, Jalid Naciri, tiene una gran trascendencia. Aquí, como en Europa, los detractores de la medida señalan que los cambios horarios afectan de forma negativa a la salud; y seguro que no van a callarse. Pero no es a estas personas a las que hay que temer en sus críticas, que al fin y al cabo parten de postulados más o menos “científicos”, sino a todas aquellas que creen (y propagan) que “el calendario natural” no debe tocarse.

Marruecos ya intentó cambiar el reloj, al menos una vez, hace unos años y dio marcha atrás enseguida ante la presión de los sectores más conservadores del país. Ahora parece que la medida va en serio y hay que celebrarlo porque, en definitiva, se trata de racionalizar la gestión del país; tanto en su desarrollo social y económico, como democrático. Ahora, por ejemplo, cuando llegan las ocho de la mañana ya estamos hartos de sol… Una “perdida” innecesaria de luz natural que en nada beneficia al país.

¿Pero por qué es tan significativa esta noticia? Pues, porque, en un país donde todavía algunos de los acontecimientos más importantes se rigen por si se ve o no la luna, el que las autoridades decidan atender a la razón y no a los astros celestes, a la hora de planificar los horarios, tiene gran carga simbólica. Aunque, según el ministro Naciri, el objetivo está racionalmente claro: ahorrar energía y acercarse más a la organización horaria europea. Razones más que suficientes, sin duda.

Pero lo verdaderamente importante es esa carga simbólica, insisto, que la medida conlleva. El pueblo marroquí, desde el uno de junio, tendrá que acostumbrarse a que el Estado cambia, adelanta o retrasa… los relojes en beneficio de todos y no pasa nada. A la postre, la Razón gobernará las cosas terrenas y la Fe las del cielo, que es lo que procede, ¿no? Enhorabuena, Marruecos.