La inteligencia del ser humanoes la capacidad que tiene para adaptarse a la realidad.Xavier Zubiri, filósofo. (San Sebastián, 1889 - Madrid, 1983)

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Preguntas por si usted vuelve a Marruecos (o piensa ir)

Después de la “polvareda” que el asunto de las multas levantó ayer entre los lectores, a los que reconozco su buen juicio en general a la hora de opinar sobre el post que presenté, hoy quiero pedir también que reflexionen sobre otro tema que, a los que viajamos por este país, nos duele siempre. En realidad la reflexión debería hacerla el empresariado marroquí implicado, pero, bueno, tampoco está de más que opinemos todos. Siempre se aprenderá algo.

He estrenado hoteles en Marruecos hace quince, diez, cinco, o menos años incluso, que eran estupendos y que hoy están tan deteriorados que da reparo ya alojarse en ellos.

¿Por qué no se preocupan de su mantenimiento? ¿Tan difícil es entender que una buena conservación del edificio (de las habitaciones en particular) beneficia al negocio? ¿Por qué el sumidero de la ducha está atascado casi siempre, la cortina —cuando la hay— es demasiado corta o la han puesto separada 30 centímetros de la pileta, con lo que el agua escurre fuera? ¿Por qué el grifo gotea persistentemente?

En el lavabo suele acumularse cierta negritud sospechosa…; o está mal colocado, y te das con la cabeza al agacharte en la repisa que se ha puesto debajo del espejo. Por supuesto que el tapón ha desaparecido al final de la cadena que cuelga junto al grifo como el cabo suelto que acaba de perder un náufrago… ¿Por qué no hay un par de enchufes por lo menos en cada habitación? ¿Y por qué la bombilla de la lámpara de la mesilla de noche suele estar fundida habitualmente? ¿Por qué el vidé no existe o está sólo de adorno? ¿Qué pasa con la cisterna, que cada dos por tres se queda en la mano el tirador? ¿Por qué no hay persianas, ni contraventanas, en algunos casos, para aislar la habitación de esa luz cegadora del sur? ¿Por qué no cierran bien las puertas? ¡Unnn!

Y así cien mil preguntas… Siempre sin respuesta. Porque, si es cierto que los propietarios pagan sueldos escasos a los empleados, no lo es menos que las tarifas hoteleras que cobran no son baratas… Pero, lo que duele, es que esos hoteles (de tres, cuatro estrellas, incluso; no hablo de pensiones hechas de cualquier manera) que se construyeron con tanto interés en su día, hoy estén manga por hombro, abandonados a su suerte, mientras en la sala de recepción siempre hay dos o tres hombres sentados, viendo la televisión, sin hacer nada…Supongo que no es fácil cambiar esta actitud, ni combatir la indolencia en un país como Marruecos; tampoco será fácil hacer entender a los dueños hoteleros que “un hotel” no es una choza; que un hotel necesita mantenimiento diario, cuidados permanentes. Y lo más importante: si no se entiende que un cliente —que paga religiosamente— exige, y que, al pagar, tiene derecho a sentirse bien con el servicio que contrata, es jugarse el negocio. El resultado es que el cliente renunciará a volver por allí, probablemente…

Aunque, todo hay que decirlo, las camas… —destaco este hecho positivo— por lo general son confortables, amplias, duras y en ellas, incluso los insomnes, duermen bien.