La inteligencia del ser humanoes la capacidad que tiene para adaptarse a la realidad.Xavier Zubiri, filósofo. (San Sebastián, 1889 - Madrid, 1983)

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Essauira, una ciudad única en Marruecos

No hace tantos años que Essauira era una ciudad pequeña y apacible (hoy sobrepasa los 100.000 habitantes), en la que su única industria residía en la artesanía de madera de tuya y en la venta de especias. Pero es ya un gran bazar. Como cualquier otra ciudad que ha caído en las garras del turismo de masas, el desorden urbanístico y las expectativas de negocio se han apoderado de ella. Los 176 km que la separan de Marraquech han convertido a esta fascinante urbe atlántica en el lugar ideal para el turismo de ida y vuelta; decenas de autocares transportan hasta aquí, a diario, a los turistas que llegan de todo el mundo a la metrópoli bereber de Marraquech, les sueltan unas horas para que hagan sus compras, y se vuelven.

Aún así, Essauira resiste. Un clima que raramente baja de los 18º ni sobrepasa los 22º (suavizado por los vientos alisios), sus playa de fina arena blanca, su animado puerto pesquero y su original trazado urbano —único para una ciudad marroquí—, la convierten en un lugar muy especial, insisto.

La belleza actual de Essauira se debe, en parte, al ingeniero francés Cornut, que la diseño en 1760. Éste, que estaba prisionero entonces, consiguió su libertad a cambio de proyectar para el sultán Sidi Mohamed Ben Abdellah una ciudad nueva, bajo criterios europeos, integrando el sentir marroquí. Y así lo hizo: su trazado cuadriculado y rectilíneo, con calles no muy estrechas, pero suficientemente anchas para que entre la luz, la distinguen del resto de ciudades de Marruecos. De entonces se conservan aún las dos kasbas, una judería y la medina en perfecto estado.

La antigua Mogador española, la Magdura portuguesa, fue también fenicia (Migdol) y romana después. Los romanos se llevaban desde aquí la púrpura, un tinte muy apreciado entonces; tanto, que construyeron una factoría en el siglo I antes de Cristo con este fin.

Más Essauira ha sucumbido al fin a los encantos de la ciudad moderna. El viajero, además de poder gozar de sus calles animadas y mercados, puede disfrutar también de la noche. Cosa extraña ésta en Marruecos, por otra parte; pero aquí, en los últimos tiempos, los cafés y los bares de copas abundan; en ellos se puede escuchar música hasta bien entrada la madrugada.