La inteligencia del ser humanoes la capacidad que tiene para adaptarse a la realidad.Xavier Zubiri, filósofo. (San Sebastián, 1889 - Madrid, 1983)

A Tarfaya… ¿le tocará la lotería?

Escribí no hace mucho sobre el pueblo de Tarfaya refiriéndome a él como a “un lugar dejado de la mano de dios” más o menos. ¡Me impresionó este lugar acosado por la arena! Ahora acabo de enterarme de que un grupo inversionista jordano piensa gastar por allí unos 800 millones de euros en construir un complejo turístico de altos vuelos; con hoteles, residencias, etc.

Claro, visto desde la Europa opulenta, sólo sería otro proyecto más para darle vida y trabajo a una zona pobre y desértica. Pero visto desde allí, desde el mismo pueblo, la sorpresa debe ser mayúscula. No es fácil imaginarse en Tarfaya —perdida en los confines occidentales de Marruecos, a 100 km de El Aaiún—, a miles de “guiris” paseando en pantalón corto o en bañador. No, no es fácil, créanme, imaginar por allí a millones, ¡sí, a millones!, según dicen, de felices europeos gozando del pedregal y la nada del desierto, del cielo raso y del viento que arrastra la arena de un lado a otro sin parar. ¡Pero el dinero todo lo puede! Eso es cierto. En fin, nadie a la postre —menos los habitantes de Tarfaya—, renegará de un plan como éste que, ya digo, a algunos les dará vida y a otros riqueza.

La Tierra, en cambio, si parece que empieza a quejarse… ¿Podrá nuestro planeta quejarse también del proyecto de Tarfaya? ¿Habrá alguna voz que vele por sus intereses?

No voy a ser yo, desde luego, el que diga que no le conviene a Tarfaya un proyecto así. Expertos hay que podrían decir algo en este sentido. Aunque mucho me temo que, si el negocio jordano sigue adelante, nadie va a impedirlo. Lo que parece más claro es lo poco rentable que va a resultar para el Planeta Azul, al que a diario le damos nuevas dentelladas en nuestro afán destructor. En resumen: ¿le tocará la lotería a Tarfaya o… será el remedio peor que la enfermedad?

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