La inteligencia del ser humanoes la capacidad que tiene para adaptarse a la realidad.Xavier Zubiri, filósofo. (San Sebastián, 1889 - Madrid, 1983)

Los encantadores de serpientes tienen los días contados

Afortunadamente, la batalla contra el maltrato animal se extiende como una mancha de aceite por todo el mundo. Parece que ahora toca salvar a las serpientes de la Djemma el Fna, la plaza de Marrakech, en Marruecos, donde charlatanes y titiriteros actúan junto a sus reptiles amaestrados con los que distraen a turistas y viajeros, consiguiendo con ello algunas monedas que les permiten vivir. Creo que para las pobres serpientes no es el mejor lugar para vivir.

Arrancadas a la fuerza y con engaño de su hábitat natural en el desierto, vienen aquí a sufrir mil penurias. Y, aunque sus dueños y encantadores aseguran que las cuidan (al menos mientras les son útiles, supongo), pues viven de ellas, no creo que las serpientes disfruten demasiado con tanta manipulación y sobeo —no pocas mueren deshidratadas, de hecho—, con tanto ruido, y tiradas sobre un suelo de asfalto que a veces abrasa. Si hablasen las serpientes, supongo que se quejarían amargamente de su suerte. Es como si a cualquier de nosotros nos secuestrasen un día y nos enviasen a hacer el payaso a cualquier plaza pública... No, no. Ya sé que no es igual. Que nosotros somos seres humanos, inteligentes, tenemos “alma” y pensamos… ¿Pensamos? Pues si pensamos, ¿no podríamos pensar que estos animales sufren?

En fin, yo, que tengo terror a estos bichos, me veo ahora defendiéndolos. Y sólo porque creo que no es justo lo que se hace con ellos.

La humanidad debería de entender de una vez que jamás le irá bien mientras haya personas y animales que sufren. En España ocurre con los toros… ¿Cómo va irle bien a los españoles –es un decir– si apenas se ponen de acuerdo para celebrar corridas de toros en las fiestas mayores y en poco más?

1 comentario

  1. Dice ser Tartarín

    Me parece difícil creer que las autoridades marroquíes le van a meter mano a una fuente de ingresos procedente del turismo. Los encantadores de serpientes de la Plaza El Yemaa forman parte del ambiente medieval y exótico que atrae a los turistas. Igual que los chiringuitos de naranjas, los sacamuelas, las mujeres que te adornan las manos con jena, o el mismo zoco.No solamente se explota a las serpientes: hay adiestradores de monos, y, en el zoco, hay una zona de venta de animales exóticos o de sus restos, muchos de ellos protegidos por las leyes internacionales.Para mí el problema no es un problema de trato humanitario hacia los animales. Para mí es un problema de protección de especies silvestres amenazadas. Eso es lo que me preocupa, y desgraciadamente no se puede esperar gran cosa de las autoridades, aunque siempre hay que presionarlas. Pero hay algo que sí puedo hacer a nivel individual: no consumir ese tipo de productos.No fotografiéis a los encantadores de serpientes, ni os hagáis retratos con ellas.

    29 febrero 2008 | 8:57

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