La inteligencia del ser humanoes la capacidad que tiene para adaptarse a la realidad.Xavier Zubiri, filósofo. (San Sebastián, 1889 - Madrid, 1983)

Archivo de enero, 2008

Marruecos y la vuelta triunfal de su embajador

No sé de qué se extrañan melillenses y ceutíes cuando el embajador Omar Azziman, en su regreso triunfal a Madrid, aboga por “un diálogos sin restricciones sobre Ceuta y Melilla” para acabar con la situación de estas “ciudades ocupadas” de una vez. Pues ya deberían saber en estas dos ciudades y en España toda, que Marruecos va por libre —no tiene que dar cuentas democráticas al pueblo—, tiene su propia fe, su manual de comportamiento particular, una medida del tiempo distinta y sus propias obsesiones… Comportamientos todos estos que no coincidirán jamás con los de España (a pesar de que a todos se les llene la boca con eso de “somos hermanos”) ni, en general, con los de Occidente que evoluciona, se dice, en el marco cultural cristiano, a partir de las enseñanzas trasmitidas por los griegos. En definitiva, el mundo musulmán tiene su Corán y el cristiano su Biblia. ¡Y no hay manera de hacer coincidir estos manuales a la hora de entenderse o de establecer pautas comunes de conducta! Por eso lo único que cabe, creo yo, es el respeto mutuo… aunque “ese respeto” se interprete, también, en cada caso, de forma diferente; o sea, un galimatías.

Pero volvamos a la vuelta triunfal del señor embajador a Madrid.

Primero se marchó cómo y cuando quiso… Y luego, loco por volver, no lo hizo, sin embargo, hasta que España fue a buscarle de forma ceremoniosa y ostentosa; innecesaria a todas luces. Y ahora, ya en Madrid, el señor Azziman dice lo que le parece… qué ¡ojo!, en lo que a la reivindicación territorial de Ceuta y Melilla… está en su derecho de hacerlo. Pero igual podría decir del territorio saharaui… Que ese, según los saharauis, también está “ocupado”… Y no por España precisamente, por Marruecos.

En fin..

La otra guerra de Ceuta con Marruecos

Puede que no sea la política la guerra que ahora tiene Ceuta (España) con Marruecos; que esa se resolverá, supongo, por la vía demográfica; es decir, en el futuro. Ahora lo que envenena a la ciudad autónoma en su relación con el vecino país es la guerra comercial.

Mientras en Ceuta todo el mundo ve “normal” que más de 10.000 personas —algunos dicen que cerca de 15 mil—, trasporten a diario mercancías de contrabando a Marruecos, por un equivalente a 750 millones de euros anuales, un grupo de panaderos ceutíes se rasga las vestiduras (¡con toda la razón!) por la entrada ilegal de pan marroquí en la ciudad. Si en general es más sabroso y, sobre todo, cuesta cinco veces menos, es normal que la gente ceutí compre lo más baratos…

Como la gente marroquí, ¿no? ¿O por qué piensan en Ceuta que van los marroquíes a comprar a sus almacenes? ¿Por que son más guapos? No, porque les venden unos productos que les resultan más económicos que si los comprasen en Marruecos (otra cosa es la calidad, que esa deja, en general, mucho que desear); o productos que no tienen en el propio país.

Así que, si Ceuta trapichea (y digo esto porque oficialmente no existen transacciones comerciales entre Ceuta y Marruecos; no existe aduana), Marruecos debería poder hacer lo mismo.

Pero, ¿que ocurrirá entonces, en 2012, cuando entre en vigor el tratado de libre comercio entre la Unión Europea y Marruecos? Esa, quizá sí sea una guerra…

Nos sobra imaginación para viajar desde Marruecos

A España, desde Marruecos, puede irse en avión, en barco, en autobús o en los bajos de un camión; encerrado en una cámara frigorífica entre cajas de de pescado, empaquetado entre tejidos, entre cajas de verduras o de muebles; dentro de un pedido de cerámicas…Y también en el doble fondo de los bajos de un coche o habilitando un hueco imposible en cualquier salpicadero… Dentro del depósito de gasolina. Hay mil formas para huir de aquí.

Y no son pocos los que se van en patera…

Y muchos más aún los que cruzan el Estrecho con la imaginación. Según las estadísticas, cerca del 80% de los jóvenes marroquíes quiere irse a España. Incluso los licenciado. Éstos, se asegura, los primeros que se quieren ir.

Una amiga marroquí, profesora, me contaba esta mañana, hablando de algunos de sus ex alumnos, hoy maestros en aldeas y pueblos, que “están desesperados”. ¿Por qué? Porque carecen de la más mínima infraestructura para trabajar. Sus superiores no les hacen caso ni les apoyan, cobran sueldos de miseria… “Todos quieren irse a España como sea”, insistía ella.

¿Toros en Tánger otra vez?

No es una broma de mal gusto, no. Es cierto. El responsable de la Oficina de Cooperación con el Norte de Marruecos de la Junta de Andalucía, Patricio González, ha anunciado un ciclo de conferencias a partir de febrero en las ciudades de Tánger y Tetuán con el fin de recuperar la afición taurina en este país. Y no sólo eso —que… allá cada cual si “recupera” o no su afición y su cordura—, sino que pretende restaurar el coso tangerino donde volverían a masacrarse a estos nobles animales. ¡Menudo circo!

¡Y este impresentable proyecto pretende financiarse con fondos europeos!, se dice. Esperemos que en Europa se den cuenta a tiempo y les den los fondos, sí, pero para emplearlos en causas más nobles. Cuando la vieja Europa combate por la paz, la paz en todos los órdenes —¡y en esta paz se incluye también el respeto y el buen trato a los animales!—, surgen iniciativas como ésta, que bien podría pensarse que hemos vuelto a la época del circo… romano. Así, con dinero público, es muy fácil abochornar a media humanidad; o si no a media, sí a todas aquellas personas que todavía creen tener nobles sentimientos.

Que restauren esta hermosa plaza si quieren. Pero que la dediquen a otros fines; que hagan en ella un centro multiusos: salas de conciertos, un centro de salud, una escuela, talleres para apoyar la formación de las mujeres, espacios para jóvenes… Cualquier cosa menos volver a teñirla de rojo con la sangre de animales inocentes

Marruecos, ese país líder que ama Bush

Ahora viene Bush —según declaraciones hechas ayer en Washington antes de emprender viaje a Oriente Próximo— y le da, cual graciosa majestad, al reino de Marruecos la manija para resolver lo que ni dios ni el diablo, ni ambos juntos, son capaces de resolver, de momento: el conflicto entre judíos y palestinos, entre oriente y occidente, entre mundo rico y mundo pobre, entre consumismo y países en vías de desarrollo, entre justicia e injusticia…

Me parece muy bien que Bush piense que en Marruecos hay un Poder con capacidad de influencia sobre el resto del mundo árabe… Pero antes debería darse una vuelta por aquí y hablar en serio de democracia (que suponemos que sabe, de verdad, qué es), de justicia social, de derechos humanos y laborales, de asistencia sanitaria pública, de la carestía de la vida… de por qué aumenta la pobreza cuando a esté país están llegando miles de miles de millones de euros para impulsar su desarrollo… De por qué sigue aumentando el integrismo. ¿Por qué?

No basta con firmar tratados comerciales específicos, ni con vender aviones a precio de amigo, ni con “repoblar” el país con personas afines que no se sabe muy bien qué hacen aquí… No. Debería también el señor Bush, como decía ayer Juan Goytisolo en El País, (http://www.elpais.com/articulo/opinion/amigos/incondicionales/elpepiopi/20080106elpepiopi_4/Tes) esforzarse por entender qué está haciendo ÉL mal (occidente en general) y qué pueden —DE VERDAD— hacer bien.

Dakar… ¡Es la guerra, más madera!

Desde aquí Dakar también está más lejos que antes… ¡Y nos entristece! ¡Pero es lo que hay! Habrá que poner freno ya a tanta injusticia social, a tanto abuso de poder, a tantos corrupción y Gobiernos corruptos… Aunque aún puede el mundo volverse más loco si cabe y empezar a matar moscas a cañonazos… y cegarse unos contra otros.

Ya casi no se puede ir a Egipto, ni Argelia; y ahora tampoco a Mauritania, a Mali…

¿Qué está ocurriendo para que el espectáculo capitalista de ocio por excelencia, el más importante y sofisticado de cada comienzo de año, tenga que suspenderse de la noche a la mañana? Bueno, ¡espectáculo de ocio… y de negocio! Lo que hace que este asunto aún sea más grave.

Porque, en esta carrera, que siempre tiene a medio mundo en vilo gracias al despliegue mediático, se prueban las más avanzadas tecnologías, los sistemas de navegación y de construcción de automóviles más sofisticados, nuevos materiales… Se puede decir que decenas de especialistas en mil disciplinas trabajan durante todo el año para llegar a tiempo a este evento y exhibir lo mejor de lo mejor que produce su inteligencia. El rally a Dakar es una de las grandes ferias tecnológicas y mediáticas de esta época…

¡Y todo esto se ha venido abajo en un momento!

“¡Es la guerra, más madera!”, que decía Groucho en aquella película de Los hermanos Marx en el Oeste. Pues sí, es la guerra. Una guerra subterránea, intimidatoria y real al mismo tiempo, que no se quiere reconocer como tal, ¿inexplicable? ¿O sí se puede explicar? Una guerra en la que uno de los bandos combate en nombre de dios y contra esa estrategia pocas estrategias racionales valen.

Pero en Europa, de momento, la cuestión se maquilla: “Bueno, nos iremos con el Dakar a otro sitio…” Bueno, bueno… Pues a ver qué da de sí la política del avestruz

O sea, que la cuestión es grave.

Estampas tangerinas

Ayer, viernes. 12,20 de la mañana. Los muecines de la ciudad inundan el aire con su llamada a la oración a través de la megafonía de las mezquitas. Observo desde un banco, en la Plaza del Zoco Grande, como van llegando los fieles a la que mezquita que tengo enfrente, junto a la calle de los Herreros. La inmensa mayoría son hombres. La circulación es a esta hora intensa; y más en esta calle que acaba de ser reformada y ampliada; y que es una de las dos únicas calles que tiene la Medina en esta zona para descongestionarse. Siguen llegando fieles…

En un momento determinado comienzan a extender alfombras en la acera (ya no caben dentro); alfombras que ocupan en silencio, descalzos como mando el ritual, mirando hacia la plaza; luego extienden más alfombras, ya en la calle…

La circulación queda interrumpida de pronto. Los sorprendidos conductores no saben que hacer; son momentos de cierta confusión. Se ven algunos coches extranjeros. Un policía conversa con dos hombres en las inmediaciones, pero sigue ajeno al caos que se está organizando.

Los conductores aturdidos (los extranjeros sobre todo) buscan, como pueden, una salida; dan una nueva vuelta a la plaza y se atascan en la otra calle…

Es la hora del rezo y todo se desarrolla con normalidad, no obstante; nadie protesta. Nadie manifiesta disconformidad con esa interrupción arbitraria del tráfico. Todo el mundo acepta la situación como algo normal; bloquear el tráfico a esa hora, y provocan el caos en la zona… es normal, parece ser. Pero para los ojos de un occidental es, cuando menos, sorprendente…

Porque en Europa también hay procesiones, eventos religiosos de todo tipo, pero lo razonable es que el ayuntamiento avise con antelación a los ciudadanos de que va a cortarles la calle. Y si se repite con frecuencia este hecho, se coloca una señal de tráfico indicando que tal día a tal hora, por asuntos religiosos, se interrumpirá la circulación en ese lugar.

Lo que sorprende en este mundo (aunque tratemos de entenderlo) es cómo la mayoría de la gente ve como normal algo que parece contradictorio: no se puede, por ejemplo, creo yo, aceptar el automóvil con todo lo que implica, por un lado, y por otro interrumpir, continua y arbitrariamente, su circulación.

Tánger engorda… mientras mata su naturaleza

De aquella ciudad internacional que casi todos añoran ya no queda nada. Bueno, sí, queda el aroma y el aire que la envuelve; por cierto, bastante contaminado ya.

Pero la realidad va por otro lado. Tánger será en década y media una mega ciudad de tres, cinco, ocho, diez… millones de habitantes, cuando se integre en ella el entorno que abarca desde Ceuta a Tetuán, ciudades que quedan a unos 60 kilómetros cada una, formando con ésta un curioso triángulo.

Tánger era una ciudad rodeada de bosques, ríos y manantiales hasta hace poco. Y la costa del Estrecho de Gibraltar, la que se enfrenta a Tarifa, un paraíso de colinas verdes habitada por campesinos y todo tipo de fauna. Hasta colonias de monos había (no sé si se han ido ya) hace unos meses en el Jbel Musa, pico de 842 metros, enfrente del Tariq (Gibraltar).

Pero Tánger ha elegido el progreso: dos puertos gigantescos frente a Tarifa, varias autopistas y autovías, un nuevo ferrocarril, un futuro aeropuerto y varios polígonos industriales nuevos, son ahora sus señas de identidad, y los proyectos que, como las termitas, horadan este territorio, casi virgen hasta hace poco.

Y para construir todo ello han allanado montañas, han secado ríos, han talado bosques, han urbanizado bahías y eliminada playas… Tánger y su entorno son hoy uno de los primeros lugares del mundo en el que mayor inversión pública y privada se está haciendo.

Así que, no sé de qué se extrañan algunos, cuando Renault, Nissan y tantas otras industrias decidan venirse aquí. ¡Hasta la Generalitat de Cataluña está urbanizando su propio polígono industrial! Y la mano de obra es más barata, y los derechos sociales, sindicales, etc., apenas existen o no se respetan…

O sea: ¡Que el progreso ya está aquí! ¡Viva el progreso!

FOTOS. Distintos momentos de la construcción del nuevo puerto de Tánger. Al fondo (último fato) se ve la costa española (Tarifa)

El regalo de Reyes de España a Marruecos

Marruecos ya tiene el regalo de Reyes que esperaba de España. Cuando mañana, jueves, visite el ministro español de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, Rabat, Marruecos esbozará la sonrisa del pícaro aquel que consigue casi siempre (por no decir siempre) lo que quiere. Dos meses largos le ha costado lograrlo…

Quería “un gesto” el país magrebí para que el retorno de su embajador a Madrid no se viese como una simple chiquillada… ¡Pues ya lo tiene! La diplomacia española “cede” y viaja a Rabat para facilitarle las cosas al señor Omar Azziman… Ahora ya no tendrá que sonrojarse al volver… Vuelve porque “se lo pide” el señor Moratinos; es decir, España.

Bien. Nos parece muy bien que así sea porque, quién más tiene, más debe dar; más generoso ha de ser. Y porque, si se analizan las cosas en términos puramente económicos, a España también le interesa que las aguas vuelvan a su cauce.

De modo que nos congratulamos de que España y Marruecos entren de nuevo en la senda de la normalidad diplomática. Aunque esa normalidad, de cara al futuro, habría que cambiarla para que dejara de ser la del embudo: lo ancho para Marruecos y lo estrecho para España. Y ya puestos a pedir, que España se fije en aquellos hombres y mujeres más valiosos de este país ¡Que los hay! Que les apoye y se apoye en ellos para avanzar en ese esfuerzo de democratización del país…

¡Ah!, y a ver que pasa mañana. Porque Marruecos cuando menos lo esperas te saca un nuevo as de la manga.

Lisboa, Marruecos, Mauritania, Dakar…

Cada año por estas fechas las huestes del ocio y del consumo se desplazan como una marabunta por algunos países del norte de África, asolándolo todo; Se trata de lo que antaño se llamó el París Dakar y ahora es el rally Lisboa Dakar. Entre tanto, la polémica sigue: ¿es correcto el trasiego de estas manadas de “caballos de metal”, cabalgando por tierras vírgenes, que nada respetan? ¿Beneficia su cabalgar a estas gentes?

Quienes viajan en esos coches galácticos, en esas motos espectaculares, en esos camiones de ensueño, en esos helicópteros…, afirman, para justificarse, que ellos dejan un reguero de millones y de ayudas a su paso que beneficiarán a todos. Y que eventos como estos son buenos pues ayudan a modernizar estos países.

Más yo afirmo lo contrario. Que… ni es bueno para el país por el que pasan (no se ve cómo, ni de qué manera, les ayudan a mejorar sus condiciones de vida, al menos desde el punto de vista democrático y de justicia social), ni es bueno para las personas a las que atropellan (es un decir) con sus bólidos y opulencia; con su esnobismo y su “pasar” de ellos y de todo.

A estas gentes… lo único que hacen es crearles inquietud y desasosiego; al principio les hacen creer que el maná existe, que “ya está aquí”… Pero igual que llegan se van y les dejan con dos palmos de narices. La marabunta, igual que llega desaparece. ¡Y hasta el próximo año! Nunca más vuelve a saberse de aquellos que aparecieron a primeros de enero prometiéndolo todo…

Entre tanto, hasta ahora, muchas de las personas que viven en estos lugares aceptaban, si no con agrado si con cierta paz interior, el que no les llegara el progreso… Pero hoy, deseosos de mejorar como cualquiera, ¡cómo no!, viven en un sin vivir expectante, esperando al borde de los caminos del desierto que alguien pase por allí y les dé “algo”, “algo”…

He visto a no pocas familias que no se alejan ya más allá de 200 metros de estas pistas polvorientas, abandonando incluso a sus rebaños, por si pasa alguno de esos monstruos de metal y les arroja unas gallegas, una camiseta de propaganda, unas pegatinas… envueltas en una nube de polvo.