La inteligencia del ser humanoes la capacidad que tiene para adaptarse a la realidad.Xavier Zubiri, filósofo. (San Sebastián, 1889 - Madrid, 1983)

Archivo de diciembre, 2007

De España a Marruecos, ¿cómo pasar El Estrecho?

Creo que ayer se organizó, una vez más, una buena en el Puerto de Algeciras debido a la interrupción del tráfico marítimo de pasajeros entre España y Marruecos. Miles de vehículos bloqueados y muchos miles más de personas a merced del viento y con la ilusión frustrada de llegar a tiempo para celebrar el Aid El Kebir. Este es un hecho que se repite con demasiada frecuencia ya, en los últimos años. Hace una década tan sólo, era muy raro que el tráfico entre Ceuta y Algeciras se interrumpiese del todo; siempre había un barco suficientemente pesado como para resistir los embates del viento. Pero el progreso tiene, también, sus inconvenientes: son tan ligeros los barcos de pasajeros ahora que a la menor se “amilanan” y se quedan en puerto.

De aquí las preguntas: ¿Es necesario construir ese túnel del que tanto se habla? ¿Hay que hacerlo ya? ¿O mejor sería hacer un puente, quizá? ¿Se deja la situación como está?

De entrada, España y Marruecos responderán, supongo, que deben pensárselo bien antes de ponerse a gastar un dinero que seguramente no tienen para afrontar una obra de tanta envergadura. “Además, está el tema de la inmigración clandestina”, seguro que argumentarán en Europa; y la propia España, también. “¡Hay que tener cuidado con la posibilidad de abrir un coladero!”, dirá más de uno. Y, por otro lado, los inversores privados, si no hay plusvalías claras a la vista, tampoco van a invertir su dinero… Y hoy por hoy, no se vislumbra esa rentabilidad. En fin, que, aunque se sigue avanzando en el proyecto —existe una comisión mixta, estable, con dotación presupuestaria anual por parte de ambos gobierno, que acumula desde hace años estudios e información—, no parece que se vaya a construir ese túnel (la solución, prácticamente definitiva, aceptada por todos) a corto plazo.

Sin embargo, la realidad es tozuda y alimenta el sueño de esta gran obra: millones de personas intentando pasar, cada año en más cantidad y con más frecuencia, y un mar que, quizá por el cambio climático que se asegura ha empezado, está cada día más embravecido.

Marruecos, corderos y economía

Como a los cristianos en Navidad, a los musulmanes les enardece estos días su Fiesta del Cordero (Aid-el-Kebir), y, hace dos meses, les enardeció el Ramadán.

La sinrazón consumista parece que se ha apoderado del género humano y no se vislumbran sus límites.

Hoy, en Tánger, no queda garaje, sótano, trastero, terraza, patio o rincón en desuso en el que no aguarde un carnero, oveja o un triste un cordero, a la espera de ser sacrificado. Su balar y lamentos inundan la ciudad. Toda ella huele a borrego.

Y las calles y en algunas zonas de la playa el rojo lo teñirá todo con la sangre de estos cientos de miles de animales (sólo en Marruecos morirán cinco millones) cuando sean degollados para cumplir el precepto religioso o, ¡no en pocos casos! incumplir, sí, incumplir, con el buen orden económico familiar.

Porque resulta que son muchas las familias a las que este gasto extraordinario descalabra su economía para el resto del año. Y, aunque le he oído decir a no pocos tangerinos que les gustaría prescindir de matar el cordero, no se atreven a ello porque la fiesta es la fiesta y lo que cuenta es no estar en el “punto de mira” de tus vecinos ni en boca del “qué dirán”, cuando la gente vea que en una casa no se sacrifica un cordero.

Y, para el país, para Marruecos, ¿qué repercusión tiene en su economía, el que de pronto, en una sola mañana, se sacrifiquen 5 millones de cabezas de ganado de su cabaña ovina? Seguro que sus gobernantes lo saben; pero no se atreverán a decirlo. No se atreverán porque tanto despilfarro y ritual antieconómico no parece muy ético en un país en el que todavía numerosas familias carecen de los mínimos exigibles (vivienda, agua corriente, luz, etcétera) para una vida digna.

A los niños les mataron los pájaros

En el puerto de Tánger se libra una guerra sin cuartel cada día; no importa a qué hora. Como esas bandadas de pájaros que buscan destino, decenas de menores tratan de colarse como sea entre los ejes de un trailer, en un contenedor, o en cualquier otro hueco que encuentren, con el único objetivo de llegar a Europa.

Las policía los persigue con saña y si los coge les da una paliza. A veces, incluso, les detiene; la verdad, no se sabe con qué fin, porque a los pocos días vuelven a pulular por allí. Ellos persisten, constantes, una y otra vez. Algunos han hecho ya varias veces el viaje de ida y vuelta a Algeciras. Pero, a pesar de las torturas, no les importa ir y volver; seguirán intentando encontrar un destino… Ninguno tiene nada que perder.

Se alimentan de lo que encuentran en las basuras, de lo que sustraen en los zocos y las tiendas y del pegamento que esnifan. Duermen a la intemperie, sufren abusos sexuales por las noches y no pocos ejercen la prostitución.

Son seres tristes, con historias terribles, a pesar de su corta edad; muchos no sobrepasan los diez años. Historias como la de los hermanos Abdul y Mohamed, de 6 y 8 años, que una mañana decidieron huir para siempre de la casa de su padre cuando descubrieron aterrados que éste les había matado los tres pájaros que tenían en una jaula. Su padre, un profesor de unos 40 años, casado en segundas nupcias con una mujer más joven, no les quería ya; les pegaba palizas. Y para librarse de ellos acabó con sus pájaros.

En cambio, de ellos, la vida se librará poco a poco: con el pegamento y el olvido de la sociedad.

El albañil equilibrista y la fiebre del oro

A Tánger, como a gran parte de Marruecos, ha llegado la fiebre del oro en forma de ladrillos.

Decenas de empresas se trasladan ahora hasta aquí, desde España, con la idea de seguir haciendo su agosto; ése que durante tanto años han hecho en la costa española y en otros lugares. Y a su amparo llegan también los especuladores… O los delincuentes que explotan sin escrúpulos a una mano de obra, a veces clandestina, que huye del Sur buscando mejor fortuna.

Seres humanos que trabajan diez horas diarias o las que sean, por apenas 3, 4 € al día. Sin contrato ni seguros sociales. Sin ningún tipo de protección ni condición favorable que les reconozca como personas.

Trabajadores que son expulsados en cuanto se quejan, o que sólo cobran el día que trabajan (cuando llueve, por ejemplo, o cuando falta el cemento, se para la obra) y que están obligados a hacer su trabajo en condiciones como la que la foto muestra.

¿Dormir o rezar, qué es lo importante?

Hoy, a las cuatro de la madrugada, me ha despertado el muecín. Una vez más.

No sólo quiere que rece, sino que me lo recuerda con unos altavoces, poniendo la megafonía a todo volúmen. Y no son uno ni dos los muecines que hacen esto, sino ¡todos los de todas las mezquitas de la ciudad!

Así que pregunto: ¿para quiénes se levanan a las seis de la mañana para ir a la fábrica textil o conservera, por ejemplo, donde se dejan los ojos y los dedos durante diez horas, qué es más importante, dormir o rezar? ¿Llegar descansado al trabajo o harto de oír altavoces?

He aquí la irracionalidad. Es lo que ocurre cuandio se mezcla la religión con la organización social. Conozco a personas que hasta que se acostumbraron a estos sobresalatos nocturnos decidieron «tapiar» las ventanas; otras se cambiaron de casa sin mas.

Lo que no se comprende es que la Autoridad no haga nada para facilitar el descanso de sus ciudadanos. Al fin y al cabo descansar y dormir`por las noches redunda en riequeza para un país.

En fin, se admiten propuestas… ¿La gente tiene el derecho a descansar, no?

Lágrimas de cocodrilo

Hace unos días, la delegación marroquí que asistió en París a la votación para organizar la exposición Internacional de 2012 (competían Polonia, Corea y Marruecos), lloró a lágrima viva, según testimonios, al perder por una docena de votos.

Luego se fueron a un bar y más de uno ahogó en alcohol su pena, como hubiera hecho un cristiano, sus penas.

La gracia de este hecho, que no ha sido comentado en parte alguna, es que los votos que les faltaron a Marruecos se los negaron “sus hermanos” africanos… pues dicen que Marruecos siempre ha renegado de ser un país africano.

Y encima… suplicándole a España que hiciera algo para aydarles a ganar votos…

Y España, a la que acaban de retirarle el embajador, no sabe qué más hacer para tenerles contentos (a los marroquíes se entiende).

La injusticia del velo

Ya en el origen de los tiempos a algún hombre (injusto y cruel, por supuesto) se le ocurrió que, a aquella mujer que él decía querer, lo mejor era esconderla de la mirada del resto y obligarla a cubrirse la cara y la cabeza…

O sea, que el problema viene de antiguo. Y ahora, encima, los más reaccionarios, dicen, que es un asunto religioso.

Pero la realidad es que es una injusticia. ¡Una injusticia cometida con las mujeres! ¡Porque podrían cubrirse también los hombres si se tratase sólo de hábitos o costumbres.

Pero ellos, en Marruecos por ejemplo, visten como les da la gana… Y mientras tanto humillan, insultan, vejan y obligan cada día a más mujeres a cubrirse de pies a cabeza aunque tengamos 45 grados de temperatura a la sombra.