Ni libre ni ocupado Ni libre ni ocupado

Elegido Mejor Blog 2006.Ya lo dijo Descartes: ¡Taxi!, luego existo...

Entradas etiquetadas como ‘agallas’

Atraco frustrado

Ayer un hombre me intentó atracar dentro de mi mismo taxi. No tenía pinta de atracador (¿qué pinta tienen los atracadores?): unos cuarenta años, rostro trabajado, ojos tristes y ropa ligera, limpia y planchada. Tampoco sospeché nada raro durante el trayecto, ni me escamó en absoluto su destino (me pidió llevarle a la calle Núñez de Balboa, zona noble de Madrid), ni la hora (las siete de la tarde).  

Durante el trayecto no hablamos, pero nada más alcanzar su destino noté de repente un bulto detrás de mi asiento, y su voz temblando en mi nuca:

– Te estoy apuntando con una pistola. Dame todo lo que tengas.

Sin pensarlo dos veces saqué la cartera y se la tendí.

La cogió, abrió su puerta, pero al salir tropezó y cayó al suelo. En su mano no llevaba pistola alguna, sino una linterna. Consciente del engaño (y la falta de peligro, con su cuerpo indefenso en el suelo) abrí mi puerta, pero antes de alcanzarle el tipo se levantó y salió corriendo tirando mi cartera al aire. La recogí, intacta.   

Sin duda era un principiante. Un ladrón sin agallas, puede que arrastrado a robar víctima del paro y la puta crisis y los números rojos y la mujer y los hijos sin comer y la nula esperanza de futuro.

No presenté denuncia alguna. Preferí sentir lástima por él.

Puta vida.

Nota: Mientras escribo esto comienzo a dudar si hice bien no denunciándole. Puede que entienda sus supuestos motivos pero, ¿por qué a mí?

¿Tú también eres feliz?

Ahora que no nos lee nadie, te contaré algo: soy feliz porque no soy nadie. No más que un simple titular: «el taxista escritor…», cual epitafio de una tumba que hasta el momento continúa vacía.

Soy feliz porque siento mogollón de cosas, siempre nuevas, siempre muchas, siempre insuficientes. Con una canción, por ejemplo. O charlando de fútbol, sin tener ni puta idea de fútbol, con cualquier usuario que no me conozca de nada.

O besando esos otros labios en dos dimensiones que siempre aparecen (cuando menos me lo espero) reflejados en mi espejo retrovisor. O meando en el muro de un convento de clausura, dibujando con todo el arte que me cabe entre las manos círculos, o corazones nunca correspondidos.

Soy feliz porque no me apetece matar a nadie. Soy feliz porque los cadáveres que guardo en el maletero no son míos. Soy feliz porque no me toca cambiar el aceite al coche hasta dentro de 18.000 kms.

Soy feliz porque no me arrepiento de nada. Soy feliz porque tengo memoria de pez. Soy feliz porque puedo sumergir mi reloj, al menos, 50 metros bajo ese mismo mar donde habitan los peces. Soy feliz porque al fin he tenido las agallas suficientes para decirte: ‘que te folle un pez’.

Y yo también tengo un color: El mismo que el tuyo.

Y yo también tengo un sabor: ¿A qué sabe el lóbulo de una oreja cualquiera?

Y yo también tengo una canción: Aun no se ha compuestoo.

Y yo también tengo un libro: Aun no lo he escrito.

Y yo también tengo una frase: ‘No empecemos a chuparnos las pollas todavía’, de Pulp Fiction.