FOTO: Ann Baekken
Buscar alma en lo que escribo es el puto pan de cada día. Anoche, por ejemplo, un usuario de mi taxi me acabó confesando el mayor de sus traumas: fue a la edad de quince años, cuando su padre irrumpió en su cuarto de repente y le pilló tumbado en la cama, masturbándose, a escasos nanosegundos de alcanzar el éxtasis. El caso es que justo le sorprendió en ese punto de no retorno previo a la eyaculación y por tanto no pudo evitar sufrir tremendo orgasmo con su padre enfrente, en el quicio de la puerta, paralizado, boquiabierto, y se corrió apretando los dientes, sin saber bien si taparse la cara de vergüenza o el bajo vientre recién orgasmizado. Su reacción final fue cubrirse con la colcha, la cual quedó empapada de líquido seminal, y tuvo que ser su madre quien acabara lavando a mano y tendiendo en las cuerdas del patio de vecinos semejante desaguisado y, por tanto, enterándose también de la pillada. Muchos años después (ahora el hombre rozará los cuarenta) continúa viendo en cada orgasmo la cara de su padre boquiabierto en el quicio de una puerta imaginaria, además de seguir sin poder evitar cierta fobia a la ropa tendida en general. Por eso mismo, y a pesar de la falta de espacio de su nueva casa, se compró una secadora. Su mujer nunca llegó a entender por qué insistió tanto en comprarla, o que la tuvieran que pagar a plazos dada su precaria situación económica, o incluso que hubieran de prescindir del bidé para colocar en su lugar la secadora. Ella, por supuesto, no sabe nada de su trauma, ni del auténtico porqué de una secadora que casi les conduce al divorcio, o del motivo que le lleva a apretar tanto los dientes y cerrar los ojos fuerte cada vez que hacen el amor. Yo ahora sí lo sé. El taxista.
Y ahora también vosotros.
Me refiero a esto. Cuando salgo a dar vueltas con mi taxi, lo hago sin saber qué me acabaré encontrando. Y por tanto, sobre qué acabaré escribiendo. Por eso no suelo ser culpable de mis propios textos. Sólo una víctima, o un chivato inevitable de la misma vida.
A veces me da la sensación de que cuento demasiado.
23 junio 2014 | 21:25
A veces los demás necesitamos saber que no somos únicos en nuestros traumas, por ejemplo. Tu sigue contando porque, nadie es diferente ni original, todos, al final somos iguales, o muy parecidos.
Feliz noche, mejor semana que ya estamos en verano.
23 junio 2014 | 21:48
No cuentas demasiado. Yo me he partido de la risa (¿se dice así?); bueno, me he descojonado vivo. Y falta me hacía.
23 junio 2014 | 22:01
No hay dos vidas iguales
ni tampoco tan diferente
que no puedan confundirse,
o algo diferenciarse
aunque sea en algo mínimo
lo que en taxi te cuenten.
Al leer hoy tu blog
miles dirán pensativo,
dubitativo y cabizbajo:
– Si no se lo he contado a nadie,
¿Cómo Daniel se ha enterado?
Y otros dirán: -Ha omitido
este pequeño detalle.
Pero todos somos copias
si no idéntica sí muy iguales
con alguna diferencia;
en algún trazo del pincel.
Aunque pensándolo bien
hay algunos tan diferentes
que no parecen humanos
Pero esos, no van en taxis,
van en coches oficiales.
23 junio 2014 | 22:16
Sea como fuere, lo cuentas la mar de bien. «Copiar y pegar otras vidas» es una cosa y hacer lo que tú haces, te lo vuelvo a repetir, convertirlo en un exquisito relato, otra muy distinta.
Sí, hoy te dejo mi comentario por aquí. Por no tener que andar contando los caracteres que llevo escritos.
O porque una también es de improvisar…
Un lujo leerte. Como siempre.
23 junio 2014 | 23:26
¡ Qué fácil es hablar de los traumas de tus clientes ! …más que los de uno propio, verdad ??? Vengo del twitter y me ha traumatizado saber que tu libro…bueno tu recopilación de posts que te publicó tu amigo Mariano el de la editorial…ese mismo…haya acabado en una librería de 2ª mano:
https://twitter.com/JoseGlezMartin/status/481133383331115009/photo/1
» Por eso no suelo ser culpable de mis propios textos «… Menuda excusa, nen…Pufffff…
P.S.: En cuanto al post…las pajillas a esa edad en el baño y con cerrojo y se ahorra un@ esos traumas…
24 junio 2014 | 00:08
Yo nunca le he contado semejantes intimidades a un taxista…
http://areaestudiantis.com
24 junio 2014 | 08:52
Todo lo q nos pasa de pequeños, repercute de una manera u otra cuando somos mayores…
Lo mio fue al reves, yo fui la q abrí la puerta sin llamar, mi dormitorio ahora, tiene su pestillo, y tiene su pq…
Y tu, copia y pega, q a mi me gusta.
24 junio 2014 | 11:25
Menudo padre!! ahí en el quicio de la puerta mirando… lo lógico sería encerrar enseguida.
Y menuda madre!! lavando la colcha a mano…. hay que tener ganas, no debían tener lavadora, no?
Y menudos vecinos!! que mal pensados… las colchas también se lavan, sin necesidad de eso, ya tu sabes.
Jajajaja y es verdad Simp que tú no eres culpable de nada, solo un poquito, por llevarnos al huerto, que mejor te parece.Y nosotros otro porquito de culpabilidad por seguirte. Pero mola.
P.D.
En el twitter del libro de 2ª mano, también pone esto, que me parece más importante, qué que sea de 1ª o 2ª mano.
Jose @JoseGlezMartin 15 h
@simpulso No he podido cerrarlo hasta acabarlo.Magnifico.Gracias.
24 junio 2014 | 15:28
Yo con los taxistas de lo mas que hablo es del tiempo y de como esta el trafico.
24 junio 2014 | 17:11
No me creo el post, Simp.
Todo el mundo sabe que desafiar al 6º mandamiento implica una ceguera a medio plazo y, a largo plazo, alcanzar las profundidades del infierno. Pero de ser cierto (cosa que dudo, te repito), lo del padre es preocupante.
24 junio 2014 | 20:15
Se lo cuenta a un desconocido y no a su propia esposa. Menudo gilipollas.
25 junio 2014 | 15:23