Ni libre ni ocupado Ni libre ni ocupado

Elegido Mejor Blog 2006.Ya lo dijo Descartes: ¡Taxi!, luego existo...

La princesa del peaje

Nos vimos por primera vez hace dos años. Ella era y sigue siendo cajera en el peaje de la autopista que une el aeropuerto con la ciudad; yo era y sigo siendo el taxista que pasaba y sigue pasando regularmente por su peaje.

La primera vez que me cobró y levantó la barrera me quedé tan enganchado a sus ojos que al tenderme el cambio se me cayeron las monedas. Abrí la puerta para buscarlas por el suelo y entonces se me caló el coche. Luego traté de cerrar la puerta con mi pierna aún fuera y me pillé la pierna y solté un alarido. Ella rompió a reír. También tenía una sonrisa fantástica.

En la siguiente ocasión, al pasar por su peaje, ya tenía preparada una bolsita de plástico, atada con un cordón rojo, con el importe exacto en su interior:

– Así no se me caerán nunca más las monedas – le dije a Laura (ese era el nombre que aparecía en los recibos del peaje). Ella volvió a sonreír.

La próxima vez, en lugar de meter las monedas en una bolsita, usé una pequeña hucha con forma de cerdito. Al tendérselo, dije:

– Dentro del cerdito están tus 1,75€. El cerdito se llama Daniel. Cuídalo como si fuera tuyo.

En otra ocasión usé una maceta, con su planta y todo, y las monedas semienterradas.

– Hoy sólo he venido a saludarte.

– 1,75 €, por favor – me dijo sonriendo.

– Me sigue pareciendo barato.

Le tendí la maceta y aceleré.

El caso es que ayer, como digo, después de dos años gastándome la pasta y el ingenio en su peaje, me tendió el recibo de siempre, solo que esta vez con su número de teléfono escrito en el margen. Hemos quedado esta misma noche, en cuanto acabe su turno, al otro lado de ese mismo peaje.

Iremos a cenar, supongo. Estoy nervioso. Ya os contaré.

101 comentarios

  1. Dice ser air max news

    Pepiño, que es de natural cachazudo y apasionado por los primates y, me consta, por las primatas, hizo que no oía y se rascó el sobaco con toda la parsimonia del mundo.
    El padre, para no tener un cargo de conciencia, le repitió: “Te vienes, o qué?”. El padre de Pepiño no es de los que repiten las cosas mil veces y, sin más, se vino pa su aldea, aprovechando que por allí pasaba un paragüero con la rueda de afilar desocupada.
    Cuando me sacan al patio me encanta conversar con Pepiño, porque nunca discute lo que yo diga.

    27 julio 2010 | 11:17

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