Cada usuario de cada taxi es un mundo en sí mismo. Abrir su puerta es abrir un libro. Ajustar el espejo retrovisor en su dirección, es leerlo. Algunos taxistas me dicen que a ellos nunca les pasa nada, que sus clientes no son tan especiales como los que figuran en mi blog. Son taxistas que circulan por las mismas calles que yo y a las mismas horas que yo. Taxistas que no saben o no quieren leer.
Y por leer un taxi me refiero a leer entre líneas, a interpretar cada gesto, cada silencio o cada coversación, o incluso a llevar la charla al terreno del cliente y escucharlo, a hacerle ver que escuchas, que te interesa lo que dice. Sólo así te dirán mucho más. Toda charla en un taxi comienza como la típica conversación de ascensor. Yo sólo trato de que ese ascensor sea el de un rascacielos y el usuario acabe pulsando el botón del último piso para alargar el momento o, mejor aún, acabe pulsando el STOP entre dos plantas.
No hay secretos para alcanzarlo, sólo intención. Os contaré mi método:
Siempre que se acerca un cliente, o yo a él, trato de seleccionar la música apropiada a su perfil, desde Clásica hasta House. Pop, Jazz, Rock, Hip-Hop, Salsa, Flamenco, Copla…
Ya acoplado en su asiento siempre saludo de forma cortés, matizando el saludo en función, también, del perfil. Solemne o cercano, de «tú» o de «usted» (dato importante).
Luego trato de no iniciar nunca la conversación. Si ésta no se produce, la incito mediante frenazos o giros bruscos inventados para la ocasión.
– Disculpe el frenazo.
– Tranquilo. No pasa nada – suelen decirme.
– El coche rojo ese ha intentado meterse en «nuestro» carril sin avisar.
Suele ser mentira (el pobre coche rojo no ha hecho nada; he sido yo) pero esto siempre incita a que el cliente comience a hablar del incívico comportamiento de los conductores en general. (Entrecomillo «nuestro» por ser otro recurso importante que siempre utilizo. Si dijera «mi» carril, el cliente se sentiría inconscientemente excluido del trayecto. Con ese «nuestro» le hago partícipe del mismo y, por consiguiente, de todo cuanto acontezca en el habitáculo).
A partir de ahí, cuando ya se ha iniciado una conversación cualquiera (provocada o no), paso a la segunda fase. ¿Que cuál es? Cuando coincidamos en mi taxi lo sabrás.
Algunos taxistas llegais a ser psicologos pero existe una franja de error por eso me encanta jugar a ese juego con los de tu gremio. Hoy has dado en el clavo.
¿Sabrías por mi apariencia que música me gusta? ¿Que conversación iniciar? incluso ¿A donde voy?
Algunos compañeros tuyos me hablan de política pensando que lo de «afuera» es lo mismo que lo de «adentro» y están equivocados.
Estoy segura de que mi aspecto exterior o «disfraz de curro» y el maletin te diría exactamente lo que no soy.
Prueba a hacer lo contrario a lo que imaginas. Entonces el cliente viajará contento y tú conducirás a tutiplen.
Buen día taxista de mis entretelas.
(por cierto, ayer estuviste cojonudo, que lo sepas)
Tu tactica es buena pero intenta hacerla a la inversa
15 julio 2010 | 10:58
Siempre me gusta lo que escribes y cómo lo escribes, aunque hoy me ha gustado especialmente. No soy mucho de taxis, más bien nada, pero creo que ha de ser un placer coincidir en un taxi como el tuyo.
15 julio 2010 | 11:21
Una vez me paró un taxi mientras esperaba el autobús, me dijo que me llevaba, que me iba a derretir en la parada, pero era obvio que más me iba a derretir en su taxi… también es un truco muy bueno.
15 julio 2010 | 11:22
Qué crack!
Menuda alegría me daría el día si el azar me llevara a tu taxi… intentaría engañarte, y con cara seria te daría destino, pero no aguantaría mucho, y me incorporaría para decirte: «Hola Dani ¡Me encanta tu blog!» y si me dejaras escoger música, sería Sabina, siempre Sabina…
Seguiré mirando los culos de los taxis para ver si veo tu blog, y cuando así sea, si está en verde, correré a buscarte, para que me lleves a donde sea…
Un abrazo
15 julio 2010 | 11:31
Cuando era jovenzuela me pasó algo curioso que quiero compartir:
Paré un taxi y mientras me acomodaba en el asiento, el taxista me dijo:
– A Orense 8 ¿Verdad?
Creí que me iba a dar algo. Que miedo, el taxista sabía mi destino.
Cuanto menos fue curiosa la explicación del taxista:
– Mujer, que te he llevado más de una vez. No te asustes, muchos nos acordamos de las caras y los destinos. Otros son psicólogos.
Después de eso le hice la proposición de llevarme y traerme del trabajo hasta que uno de los dos se cansara. Así compartimos noticias y música durante un par de años. Me enseñó los atajos de Madrid y la vida vista desde la ventanilla de un taxi.
Mucho tiempo he estado agradecida a aquella bellísima persona que si bien se estaba ganando su sueldo (con creces) me había enseñado una parte importante de la vida.
El buen hombre se jubiló años después y aun de vez en cuando me llama para cuidarme. Afán de padre, dice.
A veces el juego del destino es divertido.
15 julio 2010 | 11:55
Despues de leerte desde octubre me fijo en todos los taxis…por si hay alguna pegatina de libre o ocupado…si hay alguna persona con el pelo rapado alrededor de algun taxi….
No frenes mucho hoy, y abre mas libros…
Un saludo.
15 julio 2010 | 12:00
Pocas veces subo a un taxi. y la verdad que normalmente no suelen ser muy simpáticos
15 julio 2010 | 12:10
@aLuNo
Si, con el silencio y las buenas maneras se puede llegar muyyy lejos y en el Amor también. Con el permiso del Taxista, y el tuyo, voy a ver la película “La fuente de la vida” (“The Fountain”).de la que hablas.
P.D. por cierto lo de ConfuNcio no es por sabio, es por Confundido………
Salud, paz y amor.
15 julio 2010 | 12:49
Y a mí, … qué música me pondrías???
15 julio 2010 | 13:41
mienteme,… y cuentame algo
15 julio 2010 | 13:42
Conmigo jamas aceptaria mis gustos musicales.
Ni en sueños.
Cliqueame si te apetece… y si no, tambien.
15 julio 2010 | 13:54
Error… los calores veraniegos de mediodia me tienen frito.
Quise decir «acertaria» mis gustos musicales, aunque a lo mejor tampoco los «aceptaria» el para escucharlos.
15 julio 2010 | 13:55
creo que jamás me he subido a un taxi sin intentar entablar una conversación con el taxista…aunque hay que cada «estirao» que a ver si le das un cursillo a más de uno…
besitos a tod@s!!!!
15 julio 2010 | 14:23
Por mi trabajo también trato con mucha gente y a veces juego a adivinar que es lo que les ha hecho entrar por la puerta.
Muchisisisisisismas veces lo adivino y sólo con la manera de saludar y dar ,(o no dar), los buenos días puedes saber su grado de simpatia.
Otras veces el trato se limita al telefónico y juego a adivinar su fisonomía, esta es gorda, esta es delgada, este es calvo, este lleva gafas fijo y supongo que ellos harán lo mismo.
Vete a saber cómo me imaginan!
El gusto músical es más complicado ,en algunos casos, pero también puede ser es un juego divertido.
15 julio 2010 | 16:30
Buenas tardes!!
A mí me encantaría montarme en un taxi y que por mis formas decidieran ponerme una canción de Marea…. Sería un subidón 🙂
Buena tarde calurosissisisiíma!!!
15 julio 2010 | 17:22
A mi me pasa a la inversa, cuando tengo que tratar con personas cuya ocupación implica que te hablen sin ser estrictamente necesario me pongo a hacer cábalas pensando en lo que me espera.
La verdad que me entretiene mucho esa «psicología» popular, no me molesta en absoluto, me encanta ver a la gente feliz y casi siempre sigo el rollo tal y como me lo plantean, es sorprendente el como cada «psicólogo» callejero interpreta lo que ve, y no lo digo con mala baba, la gran mayoría de personas intenta agradar al prójimo y eso es de agradecer, yo lo agradezco, llego a tal extremo de agradecimiento que cuando me aburren e importunan esgrimo la mejor de mis sonrisas y muestro mi lado amable y empático, no sin cierto sufrimiento.
Cuesta tan poco hacer feliz al prójimo que estoicamente padezco esas conversaciones propuestas por psicólogos avezados de pueblo y de ciudad.
Piénsese bien en un camarero, en una recepcionista de hotel, en una dependienta, y como no, en un taxista y en tantas y tantas personas que a diario coincidimos por azar y compartimos espacio casualmente.
Se que lo hacen por agradar o por satisfacerse el ego, pero piensen esas personas que la psicología del transeúnte es algo a tener en cuenta, y en ocasiones los sufridos transeúntes hemos rodado lo suficiente para saber si probaremos el sabor de la piel de la camarera o si el taxista nos dará la chapa con la roja, con el tráfico o con vaya Dios a saber. Generalmente con una mirada basta, se os ve venir.
15 julio 2010 | 17:41
Dije que era superior a mí, y yo me tengo que quitar la espinita, o unas cuantas.
Un cántaro mejicano:
https://www.youtube.com/watch?v=NCvJwzDQTBM&feature=related
Y un botijo español (Absténganse nacionalistas y progres, contiene imágenes que podrían herir su sensibilidad)
https://www.youtube.com/watch?v=wTm-Q43ZQek&feature=related
15 julio 2010 | 18:07
VyP (compartir una experiencia),
¡Qué bonita experiencia!
Hay gente que no se lo tomaría así, tal vez lo que harían sería rehuir ante el miedo del acecho.
Daniel,
Hoy plasmas tu visión como profesión. Es un punto de vista simpático y como podrás haber comprobado, has tocado el resorte de todos los taxistas que te leen.
Esto mismo cada uno de nosotros como profesionales, comerciales en mi caso, lo aplicamos adaptando la situación a nuestro campo.
Al igual que comenta xulita, según ve uno entrar por la puerta sabe si va a comprar, si viene a buscar conversación o si está haciendo hora hasta que sale con prisas.
La persona que viene a comprar, normalmente, no halaga. La que halaga, se queda en alabanzas.
Mejor hoy que ayer, hay ocasiones que las personas se ponen patéticas en afán de protagonismo.
15 julio 2010 | 18:12
que a mi como si la maltrata, lo que está claro es que psicológicamente está preñada y con mastitis
15 julio 2010 | 18:50
Me encantaría coincidir contigo, pero me quedaría sin palabras. Consecuencias del factor sorpresa, supongo.
15 julio 2010 | 19:42
Todos tenemos nuestra particular visión de lo que nos rodea, unos lo interpretamos de manera especial y otros como algo normal y corriente. Personalmente yo tiendo a rizar el rizo, a buscar la verdad (verdadera para mi) puede que para otros la mentira.
15 julio 2010 | 19:45
Cuando he usado taxi, hay veces que he hablado con el taxista, ya fuera sola o acompañada, y otras en las que no. Pero guardo un buen recuerdo, de un chaval taxita, que me llevó de una pensión a una iglesia, yo toda emperifollá con mis tacones, que me quite y me puse,…, y la pasada que hice por la puerta de la iglesia, que no sabía ni cual era, pero el fue muy amable, no recuerdo si sonaba algo de música o era la radio, eso fue al principio, a la vuelta a la pensión ya no fué tan especial, pero igualmente interesante.
15 julio 2010 | 20:05
No’mi
Todos tenemos nuestra particular visión de lo que nos rodea, unos lo interpretamos de manera especial y otros como algo normal y corriente. Personalmente yo tiendo a rizar el rizo, a buscar la verdad (verdadera para mi) puede que para otros la mentira.
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Has dado en el clavo. He leido casi todos los comentarios y me hace gracia la ligereza con la que algunos usan la palabra «psicólogo» y «psicología»… todavía creemos que los psicólogos son como las pitonisas pero sin bola de cristal.
Ni mucho menos, el psicólogo no es un adivino, no sabe nada que tu no quieras que sepa… eso sí, esta muy entrenado para leer entre lineas y para encontrar conexiones entre tus actos y tus pensamientos, aunque a veces, como todo el mundo, se puede equivocar. El psicologo no te adivina, te ayuda a resolver conflictos.
Luego está el «psicólogo interno» que todos tenemos: interpretamos la realidad, cada uno a su manera,… pero este terreno entraría dentro de la metafísica que tanto le gusta a Simpulso 😛
15 julio 2010 | 20:16
Pues no sabes la de veces que espero que el taxi que voy a coger sea el tuyo! Confío en encontrarte algún día 😀
15 julio 2010 | 21:20
Bla blaaa bla bla ! bla bla !. Bla bla, bla ( bla bla, bla ). Bla blaaa, bla blaaa, bla bla blaa… ¿ Blaaaa, bla bla ?.
PD : Esto es lo qué me inspiran los usuarios de mi taxi.
15 julio 2010 | 21:59
Cada uno tiene sus truquillos para captar la atención del interlocutor o llevarte a alguien a tu terreno.
Yo tengo una larga lista de ellos.
Y créeme, funcionan 🙂
15 julio 2010 | 23:17
No uso mucho los taxis, normalmente utilizo el transporte público o voy andando, incluso en bici por Madrid (debo tener inclinaciones suicidas), de modo que cuando tengo que pedir un taxi es porque voy con una prisa especial, a algún lugar especial o un tanto remoto, o a alguna hora intempestiva. Con cierta lógica asocio esos trayectos con algún suceso significativo para mí.
Tanto es así que rememorando momentos críticos de mi vida, resulta que bastantes de ellos han tenido lugar, o han tenido mucho que ver, con un taxi.
Tuve besos en un taxi de los que hacen historia, llantos incontrolados una vez, tajadas de campeonato varias, casi perdí algún tren, otra vez un taxista me abandonó a mi suerte en un bosque (esto es una larga historia, pensó que me había ido con otro y que no le iba a pagar), y hasta tuve un encuentro con la Parca (del que no recuerdo nada porque estaba inconsciente y me perdí el capítulo completo, otra larga historia.)
La última vez que pedí un taxi fue para no volver.
Ponle música a eso, seguro que me gusta.
15 julio 2010 | 23:22
Para ver, hay que tener los ojos entrenados no sólo para ver sino efectivamente para escuchar y oler y tocar… Todos somos ciegos a veces, no hay peor ciego que el que no quiere ver, cuando abres los ojos dices lo siento, lo siento, lo siento….. A veces me ciego de ira, … “Mirando hacia atrás con ira”, vaya peli……..no es fácil estar siempre despierto. I am sorry.
15 julio 2010 | 23:56
Totalmente de acuerdo (Manitu) y no se lo que es la metafísica, me suena, pero en estos momentos mi psicólogo interno está cansado, nada que no se pueda solucionar.
16 julio 2010 | 00:09
Si tuviera que coger un taxi, rechazaría todos hasta encontrar el tuyo.
Molas.
19 julio 2010 | 13:13
sé que no te mola empatizar conmigo en este sentido, pero a mí me hace tan féliz saber que hay, por lo menos, otro más.
27 julio 2010 | 11:19
Hola,
así creía que empezaría mi historia de amor con un taxista.
Entré en su taxi y la música que sonaba en ese momento eraVetusta Morla la cual fue nuestra cómplice hasta llegar a destino, dónde una vez allí nos intercambiamos ideas y teléfonos a los dos días quedamos e intercambiamos un beso y un fundido abrazo.
Pero la sorpresa ha venido con el tiempo navego ahora entre dos aguas y no se que hacer…
27 julio 2010 | 13:19