Nada más montarse en mi taxi me indicaron dos destinos: Primero tendría que llevarle a él a la consulta del dentista y luego a ella, a su casa.
El marido parecía aquejado de un repentino dolor de muelas.
– Ya van tres empastes este mes. Menuda mala boca tienes – le decía ella.
Por lo que pude oír después, aquellos últimos continuos contratiempos bucales del marido estaban comenzando a hacer mella en su ya de por sí ajustada economía doméstica:
– A partir de ahora, nada de ibéricos. Jamón de york, y marcas blancas – añadió ella con cierta inquina.
Llegamos al primer destino y aquel portal me resultó familiar. Que yo supiera (y hablo como taxista), ahí no había consulta alguna, sino una conocida y discreta Casa de Citas (concretamente, en el quinto piso, letra D). Pensé entonces que aquel marido habría encontrado en su dolor ficticio de muelas la coartada perfecta para aliviar otros dolores mucho más carnales, subvencionados a su vez con los fondos para emergencias de la familia.
Al despedirse, ella se dispuso a darle un beso en la mejilla, pero él la detuvo:
– No, no. Nada de besos. Me duele mucho – dijo echándose la mano al mentón.
Luego salió del taxi y yo continué el trayecto con la señora. Pensando en el jamón de york, en las marcas blancas y en los matrimonios ciegos. Terca vida.
¿Cómo sabermos que estaban casados? ¿El error está en casarse? ¿Los que «sólo» son pareja no «sufren» los mismos inconvenientes que los que firman un papel? ¿Y los que «sólo» viven juntos, follan juntos y se divierten juntos, tampoco? Por tanto… ¿el error es emparejarse? ¿La solución sería volvernos autistas? Si tan deprimente es la vida de las parejas, siempre entre el aburrimiento y la deslealtad ¿porqué tanto lloriqueo cuando nos sentimos solos o atacados por el desamor? ¿Acaso no es la situación idílica y utópica?
Desde luego, uno no madura hasta que no se asume a sí mismo.
14 junio 2010 | 16:56
En el hipotético caso de que estuviera mejor escrito, planteado y no resultara tan poco creíble… el individuo se merecería que le partieran la boca de verdad…
14 junio 2010 | 17:01
El taxista o taxidermista se ha retratado.
Quizás después de todo sí había un dentista en ese lugar…
14 junio 2010 | 17:10
Me acabo de implantar la muela del juico. Desechable.
14 junio 2010 | 17:49
Austral, que fino/a eres! (lo digo por lo de «¿marcas blancas? Puaj!»). Con lo rico que está lo de Hacendado!!
Dani que bien conoces las casas de citas eh?? jejejeje
14 junio 2010 | 17:56
Parte horario del Equipo Médico Habitual:
El paciente ha hecho una caquita clarita a las 17:49, la mitad de la misma sumergida, la otra mitad fuera del agua, o sea, que ni flota ni se hunde, lo cuál sería síntoma, un caso u otro, de una afección de pancreas o bien de hígado.
No obstante, y dado el interés enfermizo que siente nuestro ilustre paciente por su pueblo, y con el fin de aliviar su estado de ansiedad, precisamos un estudio comparativo de urgencia, para que compruebe que lo suyo no es de preocupar. Por ello se ruega a sus votantes (los demás se la soplan) que se vayan a cagar ahora mismo, que procedan a analizar el zurullo y que nos envíen sus impresiones a:
http://elprincipitoestatristequetendraelprincipito.com
14 junio 2010 | 17:58
Daniel, este post, da para poco.
No es que me crea tus relatos, pero a veces, hay que hacer alguno que mantenga la duda.
A este, le pusiste un toque canalla que no te lo tragas ni tú.
Otra cosa es que fuera a entregar el pedido de condones, o que sea masoquista y aprovechara un servicio doble.
A precio de empaste, promoción especial de sopapo bestial que le deje sin muela y de paso le arregle el cuerpecito.
No da para comentar más.
Hay tanta gente que le tiene fobia a los dentistas…
Me niego a poner
14 junio 2010 | 18:36
Aunque también he leido por ahí que en esos sitios te ofrecen curas homeopáticas de muelas.
14 junio 2010 | 18:39
Mira que bien se la montan algunos…. si es que el matrimonio es un dolor de muelas y el dentista siempre esta lejos de casa
14 junio 2010 | 18:53
Yo nunca compartiría mi » vida sentimental » ( y la no sentimental ) con un tipo así. Me le imagino en la cama … – ! Ay ! no me toques que me duele la muela… ! Jo ! no me beses que me duele la muela – y lo más jodido – ! Coño ! no me eches el aliento en la nuca, Manu, que me duele la muela.
Sí, muy terca la vida, Simp.
14 junio 2010 | 19:47
«Luego salió del taxi y yo continué el trayecto con la señora. Pensando en el jamón de york, en las marcas blancas y en los matrimonios ciegos. Terca vida.» Cada uno piensa lo que quiere.
Donde llevaste a la mujer??
14 junio 2010 | 19:51
¡qué cabrón!
14 junio 2010 | 20:46
daniel , me encantaria que escribieras un texto sobre mi profesora candela, ya que ella siempre nos hace leer tus textos y creo que la encantaria
14 junio 2010 | 21:38
Día flojillo?.
Te llaman «genial» cuando deberían llamarte «poco o nada inspirado»… y cuando estás genial la gente se limita a decir que les has encantado.
Ea ahí la óptica personal del artísta. Ea ahí el estado de ánimo conceptualmente contrario al mainstream.
Pero… dónde están los limites mainstreámicos en literatura?… y yo qué sé!, dímelo tú… o no… : creo que el mundo del taxider´mismo tiene todo lo naturalmente mainstreámico : belleza maintream en estado salvaje, no tratado.
15 junio 2010 | 00:03
¿Es una de esas casas donde a los taxistas os dan dinero por llevarles clientes?
15 junio 2010 | 00:51
¿Infiel por vicio y u obligado por las carencias conyugales?No es lo mismo, claro está que la señora aparte del jamón ibérico le quite el substento vital, que la mujer aporte lo suyo y el señor quiera un extra.
El caso es que hay unas 300.000 meretrices en España y muchas repiten cada día.
16 junio 2010 | 08:22