Fotograma del film Noche en la tierra (1991)
Son muchos los datos que me acercan a cualquier usuario de mi taxi y me dicen, a grandes rasgos, quién es, a quién estoy llevando (soy curioso ergo estoy vivo).
Nada más abrir la puerta suelo fijarme, por ejemplo, en su modo de sentarse, informal o metódico, en cómo se dirige a mí al indicarme el destino (si me trata de tú o de usted, dato importante), si viaja predispuesto a mantener una conversación y en tal caso cual será el tema, por qué ha escogido ese tema y no otro y, sobre todo, para qué, con qué intención: ¿por pasar el rato?, ¿simple cortesía aunque su interlocutor, en este caso, se trate de un completo desconocido al que no volverá a ver?, ¿soltar lastre por no tener con quién?, ¿efecto verborréico del consumo de alcohol o drogas, quizás?
Todos actuamos de un modo u otro por algún motivo (y el que diga lo contrario será porque aún no ha encontrado el suyo). También lo tienen los que deciden permanecer en silencio durante todo el trayecto: ¿cansancio tras un día agotador?, ¿timidez?, ¿abstracción?, ¿pasotismo?
Pero también son dignos de estudio los que aprovechan el trayecto para hablar por teléfono (en voz bien alta o mirándome a través del espejo quienes quieren hacerme partícipe, o hablando en clave o en voz baja los que no). O los que leen el periódico gesticulando o chistando para que seas tú quien «pique» su anzuelo y pregunte primero, o los que te miran fijamente al espejo retrovisor, o los que duermen, o los que sólo miran por su ventanilla a las colegialas de falda corta, o los que sólo se fijan en los coches de gran cilindrada, o las que sólo clavan su vista en los bebés o los niños que caminan de la mano de sus madres, o los que sólo miran por mirar:
Dominantes, sumisos, atrevidos, miedicas, mentirosos patológicos, extrovertidos, introvertidos, salidos, reprimidos, solemnes, herméticos, egocéntricos, altruístas, acomplejados, risueños, cascarrabias, soñadores, bipolares…
De todos ellos, en fin, se saca algo. De todos ellos se aprende algo. Aunque sólo sea para aplicártelo a ti mismo. O no.
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Dominantes, sumisos, atrevidos, miedicas, mentirosos patológicos, extrovertidos, introvertidos, salidos, reprimidos, solemnes, herméticos, egocéntricos, altruístas, acomplejados, risueños, cascarrabias, soñadores, bipolares… ja ja ja, como aquí, en tu blog. ( Yo me quedo en el grupo de los sumisos. Me va el rollo ese de la dominación, el latex, las esposas, el látigo… BDSM, creo que lo llaman ahora )PD : ! Bravo por la elección del fotograma !
10 mayo 2010 | 21:33
tu ferviente defensora (siempre a capa y espada) no te va a AJUNTAR más!!!y no te voy a convidar a más cubatas de «bobis»!!!=)=)=)=)=)=)=)=)=)=)=)=)=)=)=)=)=)=)=)!!!!
10 mayo 2010 | 22:51
Manitu, no te leí ayer, perdona. Pues sí que se mosquea la gente pronto… Pues si eso es una conducta agresiva, lo llevo chungo, porque soy el tío con menos ganas de pelear del mundo, no me enfado ni con mis enemigos declarados. No me refería a quedarme mirando a alguien, sólo a mirar a los ojos a una persona que vaya andando en sentido contrario al mío, por curiosidad y por querer comprender a alguien que no conozco, como reto para mí, no contra la otra persona….Aunque quizás lleves razón y por eso alguna mañana me he despertado con una cabeza de caballo en mi cama…PD: Cuando tenga edad para conducir lo haré, por probar, igual que pedir una hamburguesa doble con patatas en un peaje…
11 mayo 2010 | 20:34
Esta relación cercana entre taxista y cliente es la que luego propicia el éxito de libros como tu libro o este nuevo que acaba de salir de ‘¡Siga ese Taxi…! Que lleva una historia’ (http://is.gd/ceRuz).
La verdad es que sois un semillero de historias, especialmente cuando vemos datos como el que publica hoy la Ocu, en el que señalan que uno de cada diez taxistas dan rodeos innecesarios 🙂 Aunque supongo que no se refieren a rodeos narrativos, claro…
18 mayo 2010 | 19:18