Ni libre ni ocupado Ni libre ni ocupado

Elegido Mejor Blog 2006.Ya lo dijo Descartes: ¡Taxi!, luego existo...

El taxista

Constantino, taxista desde hace más de treinta años, era un hombre de costumbres: Siempre con su camisa bien planchada, su corbata, su agua de colonia y su peinado impecable. Tenía un taxi algo viejo, pero en perfecto estado; limpio, reluciente (solía verle siempre en la misma parada de taxis repasando con esmero los cristales o el salpicadero, y no paraba hasta dejarlo a su gusto).

Constantino trataba a sus clientes con exquisita educación. Solía acompañar cada trayecto con música clásica, jazz o boleros, nada de noticias en su radio (“la música es lo más imparcial, no ofende a nadie” me decía).

A tenor de esto, entiendo que se molestara cada vez que oía a alguien hablar mal de los taxistas. “Yo soy taxista”, decía, “y no me siento en absoluto identificado con lo que suelen decir de nosotros”.

Constantino se jubiló la semana pasada. Se despidió de nosotros en la que fue su parada habitual durante estos últimos treinta años. Sus últimas palabras fueron:

– Hice todo lo posible por dar un buen servicio a mis clientes. Nada más.

Luego, con los ojos humedecidos, apagó su taxímetro para siempre y se marchó de la parada.

51 comentarios

  1. Dice ser carmen

    sabes eres bastante bueno escribiendo!!

    04 mayo 2010 | 10:35

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