Ni libre ni ocupado Ni libre ni ocupado

Elegido Mejor Blog 2006.Ya lo dijo Descartes: ¡Taxi!, luego existo...

No te lo vas a creer…

Al abrir el maletero de mi taxi me encontré ni más ni menos que a don Jesús Gil y Gil en posición fetal, con los pies y las manos atadas a la espalda y una mordaza en la boca.

– ¿Qué hace usted ahí? – pregunté sorprendido.

– Mmmm… mm… mmm… – le quité la mordaza – que digo yo… que puedes tutearme, y tal…

– ¿Pero no estabas muerto? – volví a preguntar.

– Ehh… tú no me has visto, ¿vale? – me dijo levantando una ceja.

Le invité a desayunar en mi casa. Desde su muerte ficticia había perdido bastantes kilos y su rostro parecía más pálido de lo habitual.

– ¿Se encuentra bien?

– ¡Que me tutees, coño!

– Perdón. Es que no tengo costumbre de tutear a los muertos…

– ¡Que no estoy muerto!, y tal…

Luego, tras un suculento desayuno a base de cordero lechal y vino de la región (que devoró y bebió con una rapidez asombrosa), me contó su historia, desde la fecha de su supuesta muerte hasta la actualidad:

– Ya sabes que la justicia no me dejaba en paz, y tal. No había día que no me llegaran tres o cuatro citaciones distintas del juez, a cual más jodida, así que acabé harto, tú ya me entiendes… el caso es que decidí esconderme en el hotel de un ‘amigo’ (porque yo tenía muchos ‘amigos’, ¿sabes?) y fíjate tú por donde que hurgando en la habitación encontré bajo unas mantas un libro de Ken Follet. Nunca antes había leído nada, pero como no tenía otra cosa mejor que hacer me puse a ello y, curiosamente, me gustó. Leí ‘Los Pilares de la Tierra’ del tirón (y eso que tenía más de mil páginas). Luego le pedí a mi amiguete que me enviara a la habitación más libros de esos, y tal. El caso es que, al cabo de seis o siete meses ya me había leído enteritos más de 50 novelas. Entonces se me ocurrió una brillante idea: ¿por qué no escribo yo una? Y me puse manos a la obra. Con un viejo ordenador, de esos de la pantalla verde, escribí en apenas tres meses una novela que titulé ‘La sombra del viento’, y se la pasé a mi amiguete del hotel para que me diera su opinión.

– Pero si esa novela es de Ruiz Zafón – le corregí.

– ¿Cómo sabes su nombre?

‘La sombra del viento’ ha vendido millones de ejemplares en todo el mundo…

– Osea, que la publicó como si la hubiera escrito él… ¡qué cabrón! – dijo Jesús dando un golpe en la mesa.

– Sí, sí… es un tipo joven, calvete y con gafas…

– ¡El mismo! ahora lo entiendo todo… con razón me tuvo encerrado durante tanto tiempo… y luego me dijo que le escribiera otra novela del mismo estilo, que a su madre le había gustado mucho la primera… tardé otros cuatro meses en acabarla, y justo cuando se la entregué sentí un fuerte golpe en la cabeza. Y hasta ahora… supongo que me metió en el maletero de tu taxi buscarse una coartada…

Esa noche Jesús Gil se quedó a dormir en mi casa. Parecía un angelito acurrucado sobre el colchón, con su dedo pulgar en la boca y un pijama del Atleti que yo mismo le había comprado.

De esto han pasado ya dos semanas. Le tengo en casa devorando toda mi biblioteca (y mi despensa). Ahora dice querer escribir otra nueva novela inspirada en el mundo del taxi, pero bajo un seudónimo distinto. Quiere acompañarme con su cuaderno de notas, una peluca y gafas de sol (para no ser reconocido, y tal).

Estoy confuso.

52 comentarios

  1. Dice ser Daky

    Susy, reina, te repites….Pues yo soy muy poco de todo porque ni leo ni náque alguin me socorra que me muero de calor….pues mira… me voy a tomar algo; más vale sola que mal acompañada o ¿era al revés…..?????

    23 julio 2008 | 12:33

  2. Dice ser jezabel

    Tu historia es bueniiiiisima, no tiene desperdicio, de verdad, es que me encanta como escribes, va muy en la linea de lo que me gusta escribir a mi ( salvando las distancias) Y con esto de Gil, me has dejado patidifusa, guau!Sigo tu blog.saludo!

    24 julio 2008 | 13:57

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