Miraba su reloj cada quince segundos. La colombiana, de treinta, recién despertada, sin peinar ni maquillar, tenía prisa. Circulábamos en silencio por las ruinas vespertinas de la calle Ascao. Sorteando legañas.
Y en pleno semáforo sonó su teléfono. Y al comprobar la pantalla lanzó un suspiro, cerró los ojos y me dijo:
– Disculpe, pero… trabajo en una línea erótica y… tengo un cliente… necesito un poco de silencio… ¿podría apagar la radio?
– No hay problema – dije sonriendo para los adentros de mis adentros.
Y entonces descolgó: «Hola, cariño… ¿cómo te llamas?… Mmmm Paco… estoy muy caliente… Paco… tienes una voz tan… varonil….».
Desde mi posición el erotismo de su voz se perdía en una pose tan despreocupada como fría, insulsa. De hecho, mientras con una mano sostenía el teléfono (tan ardiente para Paco), con la otra buscaba un pañuelo con el que luego se restregó la nariz. Parecía constipada. El típico resfriado de aire acondicionado.
«Llevo una tanga muy… muy pequeña… ¿te gusta?… ¿quieres meter la mano por debajo?».
Y entonces me tocó el hombro, y me indicó con su dedo el próximo portal. Por gestos le señalé el importe del taxímetro (apenas 4,60€). Me tendió un billete de 5€, abrió su puerta muy despacio y comenzó a caminar mientras, a través del teléfono, continuaba poniéndole cachondo a Paco.
Y Paco, al otro lado, pensaría que aquella mujer se encontraba en pelotas sobre una cama de raso, con su luz roja, y sus velas y sus vicios.
Y pese al suculento engaño, taxi mediante, Paco fue feliz al menos durante los próximos diez jadeos.
Hay lineas eróticas Asiáticas??
08 enero 2008 | 17:05
mira que yo no practico el sexo oral pero que si me excita tan solo de escucharlo y creo q paco si fue feliz por unos minutos vale !!!!!
18 enero 2008 | 03:54
Cómo sabe que era colombiana?
05 octubre 2008 | 07:01