Algunas palabras sobre Niños de David Roas (2022)

El terror en la vida, la ligera cortina que separa la risa del llanto, el espejo roto que al recomponerse nos devuelve una imagen no deseada. Qué listos, qué guapos… Niños de David Roas editado por Páginas de Espuma es uno de esos libros que cuando lo terminas te queda la sensación de que todo es posible, sobre todo lo malvado, con un breve desliz en las ecuaciones de continuidad del Universo.

La Fase 1 es la de Huevo: las voces de la noche, las sombras más allá de las tres de la mañana, el momento en el que el alambique (las tuberías que resuenan en los techos), son capaces de recoger el jugo del miedo puro. Para eso nada como el extracto de sabia de un tronco podrido. Dentro del vientre puedes beber. Así, en la puerta, una mano se dirige directamente al vientre, es la mano del hijo que trata de arrastrarte. Maestro Cronenberg que en los cielos no descansa.

FASE II, comienza Larva: ¿recuerdas el salmón? Recuerdo a Andrés Calamaro, Ángel Cristo y El Indio Solari. Nunca te fíes de un niño que prefiere el prefiera el pescado a la plancha antes que las salchichas con kétchup. Dejé de beber para que sus lloros no me taladraran la cabeza. Ahora son las sustancias con receta las que con su alta concentración en la sangre me ayudan a seguir. Mira en qué caldo propicio he convertido mi sangre. Pablito manda. Escucha la canción de Lobito. El chico de la moto con ruedines manda, el chico de los berridos manda.

Reunión familiar: como el día que Annie Ernaux descubrió que era la segunda opción de sus padres, como canonizaron aquel recuerdo. Decían: ella sí que era buena, no como tú. O el gemelo de Elvis, Jesse Garon Presley. La tierra te llama, como lo hace el cementerio. Qué sabrosa mezcla de carne y terruño como lo sería la de Lovecraft y Marina Enríquez.

Zoltar Speaks: un Nueva York de cartón. Como el disco de Lou Reed, Coney Island Baby. La fritanga se huele desde la línea del metro (allí, en un episodio de su serie, Jerry Seinfeld se encontró con un hombre desnudo frente a él). BIG, claro, aquella carta impresa, como las galletas de la fortuna, todo con aire ochentero. La década de la maldad tomada a broma, de las películas de videoclub que eran metacine. En España escondemos los los muertos en el “Tren de la bruja”. Piensa en Jim Jarmusch susurrándole al oído letras a Screamin Jay Hawkings. Las versiones de Jessica Lange de Lana del Rey y David Bowie en la temporada de American Horror History ambientada en un circo de Freaks. Jessica Lange saliendo de orgías nazis con láudano, vivas a la República de Weimar y con una pierna de madera.

La voz del hombre alto: se llevará lo que hay dentro de los ataúdes y los enanos son pequeños esclavos de otra dimensión. En aquel lugar el tiempo, como en las revistas de ovnis y misterios de los setenta, el tiempo transcurre de otro modo. Espejismos: arriba o abajo, el perro que lame la mano, las leyendas urbanas antes de internet, aquel relato de Stephen King, “El coco” o “The Boogeyman”, escrito en 1973, que salía en el Umbral de la noche, donde aparecía la precuela de El misterio de Salem´s Lot y lo conectaba todo con las historias del círculo de Lovecraft y los Misterios del gusano. Dicen que van a hacer una película con eso. No sé cómo van a llenar los noventa minutos. En Hulu, en 2023, saldrá Sophie, la peor Reagan de la historia de la televisión. El padre es Jamie Madrox.

Fase 3, la de la Pupa. Ecos de familia: la herencia genética de la sociopatía y el placer en la tortura entomológica. Qué final más bello dentro de los parámetros paterno/filiales de la demencia. Ancestros: donde se cruzan las dimensiones. Padres, hijos, abuelos. Bisabuelos y nonatos. Cada uno con su piel arrugada, con sus pelos saliendo de una verruga. No pidas más. El recuerdo siempre se deshace como un monstruo desinflándose. Terrores nocturnos: ahí donde el chupacabras llegue, escucha a tu hijo. Será el defensor a ultranza de los placeres. Es el mejor avisador de los peligros clásicos.

«A veces mi hijo se despierta gritando y cuando, todavía dormido, me cuenta lo que ha visto, lo que ha escuchado, me doy cuenta de que es el mejor material del mundo para una historia de terror, pero no tomo notas, no se lo cuento a nadie. Sé que si lo hiciera todo podría materializarse. No estoy preparado, no tengo armas, no conozco hechizos, siempre hay segundas partes».

El día de la marmota: alarma y despertar. No es una canción de Bob Dylan ni una de Parálisis Permanente, no es el baile de Miércoles con los Cramps de fondo. Ella ya no es una niña. Las siete de la mañana es la verdadera hora bruja. En unos años se nos acumulará el olor a cloaca y la venganza sera una forma amorosa de declararnos en ruina.

Voces: ¿Alexa, estás viva? Dime que sí. Alexa está en la basura. Nadie sostuvo su cuerpo tra la ira de un kraken analógico con sobrepeso y síndrome de abstinencia de valium. Alexa y las canciones infantiles. Alexa y solo está disponible por suscripción. Alexa y la vida eterna. Alexa puede estar en contacto con Dios -y ser la medium digital definitiva- o, incluso, ser ella misma Dios.

«Los Reyes Magos, el Pajarito Pinzón, el Ratoncito Pérez y esa hada de los dientes que podrían guardarse los anglosajones para ellos. Si eres de Zaragoza, nada mejor que el Duende del Hornillo. ¿Hay alguien ahí? Ve hacia donde suena las canciones de la Patrulla Canina… hacia la luz».

Unido a lo anterior: generaciones de especialistas en tortura y entomologia. Parques de Mengele. Alexa es la novia de Joaquin Phoenix en aquella película aséptica. También de un millón de tipos más. Espiritismo en la era digital.

La Fase 4 es la del adulto. El padre de Superman, el malvado, el que arrasará los mundos luminosos. La poesía de Thomas Ligotti. La (otra) Lotería, mientras leo a Ray Loriga en otra habitación del Motel Margot y nombra este relato como uno de los favoritos de su protagonista. Y yo pienso en las cajas negras y las piedras pero también el Clive Barker y ese relato de los Libros de la Sangre donde las ciudades se convierten en gigantes vivos. Eso sí que une a los pueblos.

La lotería es antes de recoger el grano, todos sabemos que la tierra siempre está sedienta de sangre. Recuerda a Los niños del maíz y sus descacharrantes secuelas. Pero todas tenían esa parte inquieta del apetito del terruño, la pubertad, la primera sangre. Billy, ya sabes que los campos no se cultivan solos. Repito, todos sabemos que la tierra de sangre siempre está sedienta.

Subsistencia: zombies, sótanos, bestias, bloqueo, puerta, agua caliente, esquinas donde orinar, agua con sabor a óxido, legos que cambian para quedar igual, una primera incursión, el terror, el silencio de la pareja, primero, claro la madre. ¿Proteger a un hijo o a uno mismo? Dar la vida por un hijo en el sofá, calentito, con un café entre las manos, recién hecho, ¿quién se puede negar a eso? Y sigues llorando porque sabes que lo vas a hacer.

Uno de esos libros que te cambia la vida. Uno de esos libros que te deja con ganas de ponerte a escribir. Uno de esos libros que te sabe malo no ser tú quien los ha escrito. Uno de esos libros evocadores, clandestino, salvajes, de dientes sucios y sangre caliente. David Roas manda. Los demás a callar.

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