¿Qué son Las Novias? Parte del canon de nuestra música. La tuya y la mía. ¿Has visto el fuego caminando alguna vez a tu lado? Si no lo has hecho es que tú mismo eres el incendio. Pero escucha el primer tema, escucha Detente bala y verás que Toño tiene el fraseo de Nick Cave en sus últimos discos mayúsculos, aquel Push the Sky Away, donde la carretera termina en carteles de prohibido totalmente oxidados. ¿Recuerdas a Robert Smith en una noche sin fin, en una autovía que buscaba la redención? Tienes todos los años por detrás. Avanzaré, lo prometo, pero es que el primer tema es lo mejor que he escuchado en décadas. Quizá en Misericorde los arreglos sean como las botellas llenas de niebla que burbujean en la ciudad esqueleto, química sobre las mesillas y las guitarras que crujen hacia una voz épica, como unos jinetes sobre la tormenta que nunca acaba de explotar. Las Novias eran punk de televisiones desintonizadas, eran queroseno en barriles al que acercar nuestras manos y sentir un poco de calor. El calor no tiene que ser vida, solo es eso, calor. Así que escuchemos la historia de Dos hemisferios y esperemos que el dios al que rezamos sea el correcto.
Este Detente bala no tiene nada de repetición, es como un sello que ha refrescado su tinta, un disco que encadena las canciones entre ellas y llega hasta tu alma. Con una producción sin capas que desmerezcan la validez de los temas, sección rítmica y guitarras y la voz de Toño. La manzana sobre la cabeza de la mujer de William S. Burroughs, Joan Vollmer. Antes hablaba de punk, aceleramos tanto que LF podría estar en el catálogo donde Glenn Danzig elegiría su próximo traje contra el viento. Las guitarras con las que comienza La mala hostia es como si un cadáver estrenara un abrigo y le preguntara al aire acabado cómo le queda. Dame sustancias con receta y te devolveré algo parecido a una sonrisa. Entramos en Sirio como una redada de ancestrales mitos, que sueñan bajo el mar o en lo más oscuro del espacio profundo: todos sabemos que las estrellas besan sin labios y que el mejor premio es mantener virgen el tuétano de nuestros huesos. Un poco de luz, como una versión steampunk de Franco Battiato.
«Discapacitados por la propia existencia, Hilo rojo es una espera, como si fuera más importante los minutos antes de la obra que la obra en sí. Pienso en Las Moiras viendo a Johnny Cash cantando Bird on the wire en un laberinto, tratando de calmar al Minotauro».
Una mitología particular, ese panteón de Las Novias, que no se cortan en El espíritu de la escalera a meter un bajo Peter Hook, llevándonos al tiempo de los juegos de las sombras. Dicen que todos los suicidas se quitan los zapatos antes de lanzarse por la ventana. Uno no muere hasta que lo olvidan. Así que brindemos y recordemos. La calle es un cuchillo de viento que del norte arrastra enfermedades hasta nuestros pulmones. Un poco de Sincronización para devolver a las tablas la potencia de los martillazos. Puedes destruir la geometría, pero siempre te quedará la metafísica. No existen las casualidades, existe el destino. O al revés, que cada uno elija. Enganchamos con Ruido blanco, que coloca por todo lo alto el final del LP, parece que la victoria definitiva es verse derrotado en la noche. Letra y música, trepidación, las voces en la cabeza del poeta maldito son como ese ruido blanco al que cantan Las Novias. El cierre llega con Las trincheras de Hadal, un veneno que se esparce, un ambiente de guitarras que entrelazan telarañas de arpegios mientras avisan de que la tormenta de la que hablé al principio está a punto de estallar. Una fábula narrativa, un lugar donde esconderse, la ciudad esqueleto empieza por Z.
Carnales que buscan figuras de la Santa Muerte en un tianguis. Qué belleza cuando lo hermoso vuelve a casa. De afilada cuchilla es el beso que me dais, admiradas Novias.