Volvemos a lo de siempre, al Plan B, al mini-Cd que salía en el primer Zona de Obras que me compré. El número 12. Año 1998. En la portada salía un príncipe disfrazado de payaso. Entrevistaban a El Niño Gusano, Los Planetas y la Habitación Roja. Descubríamos que a Ana D. le gustaban los Chunguitos.
«Un mini-Cd que sonaba una y otra vez en el equipo que tenía en la casa de mis padres. Se colocaba en el centro del reproductor. Cuatro canciones: Suárez, Estelares, Pánico, Victoria Abril -antes de cambiarse el nombre a Victoria Mil-, Daniel Melero y cerraban Babasónicos».
Vi a Pánico en directo, compré discos de los Encargados, me enamoré de Rosario Blefari y con los años descubrí que mis amigos Juan Luis y Luis, de Nubosidad Variable, habían hecho lo imposible para que vinieran a tocar Moretti y sus Estelares a España. Pero lo más importante, lo fundamental era cómo sonaban los Babasónicos. Escuchaba la noche del mono loco de Nona Rubio. El Rock Sónico era la vida. La verdad. Necesitábamos actitud. Y ellos iban sobrados de eso.