Algunas palabras sobre El libro de todos los amores de Agustín Fernández Mallo (Seix Barral)

¿Qué es el amor? ¿y el final de los tiempos? ¿Dónde comienza lo vital y termina lo importante? ¿Se solapan ambos conceptos? En el libro de Fernández Mallo los diálogos entre los padres fundadores o los últimos restos de la humanidad -según como lo quieras identificar-, son poesía pura, fina, lúbrica… como las definiciones del amor, funcionan en dos niveles junto a la narración pura, aséptica, alucinada como lo son las narrativas que frisan la ciencia ficción. Los diálogos me recuerdan a momentos más íntimos del teatro pánico, a los Fando y Lis de Fernando Arrabal o los reyes encerrados en sus cubos de Final de Partida de Samuel Beckett. Cuando la entropía avisa de que ha llegado el final de los tiempos y quizá no te has dado cuenta todavía. La cotidianidad, lo común y lo ordinario se resisten a ser copiados en la ficción, como buen describe el autor, incluso en las películas solo lo extremo no parece acartonado.

Algunas canciones que sonaban en mi cabeza mientras leía y escribía sobre el libro: mixtape Fernández Mallo enamorado

En las definiciones de amor aparece durante un instante la frase. Esa luz nunca se apagará. No quiero ser evidente. Porque yo estuve hace veinte años cuando Agustín definió el Amor Smiths y lo hizo con esta canción:


De pronto todos los objetos buscan tener un buen filo y tú serás la piedra que lo consiga. Tu cuerpo será para ellos un lugar en el que nunca habían estado antes. Un país con las fronteras precisas. La más grosera manifestación del realismo resulta la extrapolación estadística hacia el futuro. Completar con matemáticas la nostalgia. Las imágenes que soñamos mientras dormimos no evolucionan con la edad. Siguen repitiéndose en bucle: a veces nos recuerdan lugares, esquinas, sitios que ha derruido el tiempo y se conservan en nosotros, un patio de colegio, el bungalow de tus abuelos al que ibas de vacaciones, cualquier lugar donde esperabas la llegada de tu madre. En la madurez termina cualquier coordinación con el cuerpo biológico y los sueños ya no crecen, no cumplen años, siguen dando vueltas a los mismos temas: aprobar la selectividad, llegar a tiempo a un vuelo, morir en un accidente, el examen de conducir… soy profesor de instituto y sueño que tengo que hacer otra vez el último año de COU con mis alumnos. El profesor que nos examina a todos se siente decepcionada por mi rendimiento académico. Dice Agustín Fernández Mallo que los sueños entran en un proceso completo de degradación, en una involución hacia la infancia.

El rostro solo existe con la luz. Si lo iluminas, si muestras interés por algo o por alguien cobra vida. Pero el amor es lo contrario. En el momento en el que posas tu mirada, tu corazón, sobre la otra persona, se aleja, es inevitable. Es la desazón más antigua del mundo, la manera perezosa y ambigua de ser presumido. Una especie de Principio de Incertidumbre de Heisenberg. Si buscas dónde está el el electrón (la persona amada) y lo iluminas con un fotón (muestras interés), la persona saldrá disparada. No puedes conocer a la vez la posición y la velocidad del electrón, solo puedes tener una distribución de probabilidad que te da un porcentaje, un número… cuanto mayor sea más opciones tienes de ser correspondido.

«No existe archivo que pueda almacenar el olvido, de nuevo tenemos que recurrir a la interpolación, completar los recuerdos o recortar lo accesorio, lo que molesta o parece prescindible: comprimir las frecuencias que inaudibles como en el paso del formato audio al mp3. Lo malo de todo esto es que en el momento que subimos el volumen porque estamos pinchando en un garito y la gente grita tan alto que no se escucha bien la música el tema, el olvido, la realidad, comienza a distorsionarse y echa en falta los detalles. Teoría de género, economía de la abundancia, todo tiene relación con la computación cuántica, el amor no puede definirse con 0 y 1, es la revolución sexual de planos infinitos, chistes del ex-ministro Morán (por favor, señor Morán, bájese del ficus)».

En un estadio apocalíptico, de oscuridad y trompetas desafinadas por la sangre última de quien las sopló por última vez, siempre volvemos a la ciudad vacía de humanos, la que solo existe en los sueños, promesas de civilizaciones avanzadas que vivieron hace millones de años, borradas por la historia, poco a poco, perezosas también, ciudades para habitantes ciclópeos que quedaron atrapadas en el inconsciente colectivo y solo en el sueño profundo vuelven a nosotros. H.P Lovecraft fue un estudioso de ellas: Yian-Ho o Yian ,Celephaïs, en el valle de Ooth-Nargai, más allá de las colinas Tanarias, Iram la de las columnas o la de los pilares, las llamadas tierras del sueño, en otra dimensión, a veces confundida con Volubilis y mi favorita, la ciudad condenada en la meseta antártica, que inspiró Nikolái Roerich, en la meseta de Leng.

El amor es ciego, desde la primera hasta la última cópula, un virus que va mutando de color. Quizá también de sabor. Las máquinas que llevan la inseminación hasta el final serán las responsables de la supervivencia en el futuro. Ángeles programados hasta la última subrutina de su algoritmo, ángeles como versión beta de la Inteligencia Artificial. Si hay una programación, si hay rutinas, si hay contadores, puede haber bucles. El software puede recalentar el hardware y servir para que las presencias angelicales den amor a sus vástagos.

La historia tiene varios puntos claves, items marcados, huevos de pascua: en Venecia se extiende la cúpula del silencio, como un castigo, como una conquista de extracción sensorial donde se plantea la duda soterrada de si existe el amor sin sentimientos o si ser sensible a la acción. El hombre y la mujer, exigen la diferencia, el estadio temporal concreto donde agarrarse, donde la interfaz orgánica tenga sentido. ¿Saltos en el tiempo? Cito: “Las teclas de las viejas máquinas no perdonan”. Escribo para mí, para ti lector, para el autor: ¿Cómo soportar el abecedario desordenado de una máquina de escribir? Vuelvo a citar: “Que le den al animal la profundidad de la vida y le quiten la de la muerte”, ¿Qué es Alexa? ¿Qué sentido tiene Alexa en Venecia? La última isla del ayer, de lo analógico. En un mundo de respuestas inmediatas y momentos tristes, la penumbra de Alexa, el bot de una web, ya no queda nadie en aquellas salas de chat de los noventa, de plataforma de correo electrónico como mixmail, una grabación de Elvis Presley , 33 rpm, vinilo, cera y pizarra, el salto, el golpe, el tropezón que genera una melodía. La cabina de audición y grabación.

Si todas las cosas son imperfectas debería existir una aguja de diamante que pudiera reproducirlas por muy fina, breve o escasa que fuera. Nos adentramos en el problema de la MEDIDA. Escribo sobre la medida, los aparatos que miden y pierden la carrera frente a la precisión decimal que no se les exige. Escribo sobre la niebla y escucho una voz que viene del párrafo anterior, alguien que se quedó atrapado en la sala de chat que tenía la primera página web de Enrique Bunbury. No sé cómo llegar a ella. Es un problema de dimensiones, de excesivas capas acumuladas en la red, colocadas una sobre otra, páginas abandonadas, páginas que nadie sabe qué hacer con ellas, como los restos de las centrales nucleares, el uranio enriquecido que es el fuego de los dioses. Escarbar con las manos mientras tus dedos se llenan de suciedad, la niebla, recuerda, en la oscuridad uno puede esconderse en la plaza o en un bosque o bajo la casa. Todo tiene que ver con el avance imparable de un asesino serial en una película de terror de los ochenta.

«Volvemos a uno de los amores del principio. Agustín Fernández-Mallo escribe una enciclopedia desordenada, es un entomólogo del amor, un darwinista, un zoólogo, en este blog se escucha la ciudad llena, la ciudad vacía, la ciudad abandonada. No es lo mismo una ciudad vacía que una ciudad abandonada. Es un ente. Entre esos amores animales, el numero Phi, el número de la espiral logarítmica, el resto, como un recuerdo que se acumula en la playa, las conchas del Fusus antiquus, del Murex, de Scalaria pretiosa, de Facelaria y de Solarium trochleare, todas buscan el amor en el logaritmo y en el Nautilius».

Llegaré un día en que muchas de nuestras urbes solo conservaremos las imágenes del cielo y las reconozcamos a través de las nubes o de las aves. Volveremos algún día al recuerdo, a la necesidad de la interpolación. Cirros, cúmulos y estratos. ¿Qué será del pájaro sin nombre en el día del Gran Apagón?, los que somos legos en ornitología tendremos que inventarnos su nombre para poder revitalizar el mito de la paloma con la rama de olivo en la boca. Hay potencia en el amor y en el billete de veinte euros. Hay potencia de una gran novela en un libro de física de primero de carrera, el Tipler, por ejemplo, un cuaderno de papel reciclado de Miquel Rius y un paquete de boli bic. Si te regalan el cuaderno y los bolis te sientes culpable y empiezas a escribir y escribir, llenas las páginas esperando que cuando ya tengas todo cubierto de tinta aparezca una nueva fuerza de atracción molecular.

«Piensas que quizá Van de Waals se guardó un as en la manga o no quiso volver a ser humillado cuando la comunidad científica señaló sus fuerzas como unas fuerzas débiles, de poca importancia. Van de Waals quiso jugar en la cantera del Ajax. En 1894, cuando Van der Waals tenía un doctorado y le faltaban tres lustros para ser premio Nobel, nadie hubiera imaginado que quería probar suerte con el balón. El club se llamaba por entonces Football Club Ajax en honor a Ajax el grande, héroe griego, pero también héroe Marvel de la época más Erick Von Daniken de Jack Kirby, con la invención de los eternos y los Celestiales».

En la última película Ajax se ha convertido en un personaje femenino y lo protagoniza Salma Hayek y provocó durante la historia de la tierra en la américa colombina una cierta confusión al confundirla con el dios Quetzalcóatl. Aquella serpiente emplumada saliendo de un huevo y arrasando con las débiles conexiones internas de nuestro mundo.

«Un mundo, el universo, que como me descubrió mi profesor de Física, Jesús Ángel Viguera, está prácticamente hueco. Según la Teoría de Bohr, que es una buena aproximación para los 13 o 14 años de la época, la distancia que hay entre el núcleo y los electrones y entre los electrones exteriores es tan grande que no se puede comparar con la que hay entre el núcleo y electrones interiores. Nos sostenemos por pura acumulación de alfileres bajo nuestra mano. Hay todavía mucho espacio para volver a escribir una novela».

Todo ese espacio nos lleva a la transitividad entre el amor y los números reales. Volvemos al nombre prohibido, al perseguidor ciego, al dopado de esteroides, al ciego que sentía celos de John Lennon y buscó una lamia entre sus acólitos. Borges en su libro de arena no trata de explicar la construcción de los números reales (no busca Cantor, ni las sucesiones convergentes ni siquiera la metáfora del hotel lleno y el hotel vacío o las Cortaduras de Dedekind), solamente trabaja con las consecuencias de los actos, del uso indiscriminado de los números reales como elemento de contabilidad y orden. No hay orden en la arena de la playa, ni en el corazón humano: antes de salir de casa para besar a tu hermana tienes que cruzar la mitad del pasillo, y antes de cruzar el pasillo tienes que salir de tu habitación y cruzar mitad de la mitad del pasillo, la cuarta parte. Y antes la mitad de la mitad de la mitad, la octava parte. Unas líneas antes hablaba de la potencia del amor y el billete de veinte euros. La potencia del amor es ½ elevado a n, siendo n tan grande como quieras.

Cada vez necesitarás zapatos más pequeños para recorrer la parte que te marque, pero podrás, siempre podrás. Si nunca sales de la casa, ¿nunca existe el amor? ¿nunca tendremos amor? , copio directamente: “Desde el Gran Apagón los espejos tienen la memoria última y desesperada reserva de luz”, cuando se terminen serán el contenedor y el continente a la vez. Veremos si están preparados para semejante responsabilidad. Dicen que detestan a Chirico. Buscaré postales rotas donde todavía queda un hueco, un espacio para acceder a su mundo privado. Montevideo tiene el mismo comienzo que Morrissey. Agustín lo está esperando, como también Leo García. Como la presa junto a la playa. Ya no es playa porque solo hay agua encharcada, la polución absoluta junto a la belleza estándar de los cuerpos semidesnudos.

Cuánto me hubiera gustado contribuir a esa belleza en algún momento, pero nunca pude, mi cuerpo se declaró en rebeldía, fofo y asimétrico. No quería generar interacciones lúbricas ni admiración hedonista, quería ser parte de ALGO. Escribo para eso, escribo porque siempre puedes añadir algo de ropa, un pañuelo, unas gafas de sol, y puedes ocultar tu cuerpo tras las hojas mecanografiadas o la química que has consumido. La química, su consumo, resulta mucho más útil en el proceso creativo de una historia, de un texto, que en una fiesta entre amigos en una piscina. Si en Venecia miras el cielo puedes llevar a confundirla con Capri. La canción de Capri c’est fini sonó en el funeral de Sergio Algora. Él eligió a Hervé Vilard por delante de Scott Walker, Nino Bravo o Sergé Gainsbourg.

«Si en Venecia miras al cielo solo quedan los restos de la humedad, los huesos arrasados por los hongos y el aire irrespirable (¿o es irresponsable?). Vivir en Venecia tras el Gran Apagón es decorar tu vida para que se parezca lo más posible a los tebeos de la Cosa del Pantano de Alan Moore. Venecia Gothic. Escucha esta canción, la he traído de Montevideo solo para ti».

¿Qué es lo que compras en una tienda cuando el mundo se está terminando? En unas horas esos billetes serán como los mortadelos que repartían en los Zipi y Zape. La que te atiende debería hacer acopio de chocolatinas y frutos secos pero prefiere mantener lo máximo posible la sensación de normalidad. El vinilo esférico, de reproducción compleja, en el ártico está la meseta de Leng, avanzo por el camino de arena para dejar mis huellas y saber volver en el laberinto, está todo cerrado. En cinco minutos cerraremos el dutyfreeshop y todas las tarjetas de crédito del mundo se pasarán a tijera.

¿Perfeccionaremos sueños para que se hagan realidad? ¿y si todas las novelas de ciencia ficción mienten, incluso la que yo estoy escribiendo ahora? Si cualquier idea futura está filtrada por una autoridad superior que se encarga de reducir las posibilidades de una solución ante la hecatombe que se avecina… y en realidad la humanidad no se puede salvar huyendo o colonizando otro planeta, todos nos trasladaremos al mundo de los sueños, reales, vívidos, individuales, un parque de atracciones, un videojuego donde cualquier cosa será posible y las vidas infinitas, desde el momento en el que no tienes problema con la resurrección. Algunos sueños nos recibirán con cariño. Otros no tanto, por algo se llaman pesadillas.

Dicen que Hitler y Chirico jugaban al copo en sus horas libres. Si introduces el nazismo en la conversación pierdes. Es la Ley de Godwin. Es como dejar que tu rival coloque la primera ficha en el tres en raya. Una esvástica y un avión, como en Salou con las pelotas que lanzaban de Nivea, los turistas que estaban en el mar se lanzaban a por los balones de propaganda como si fueran israelistas esperando el maná. Comienza allí el duomo cerrado a los sentidos. Fotografiarte en el espejo, esperar que al revelar el carrete el que salga reflejado seas tú, estirar el chicle, volver a la metáfora cuántica de la espuma en el bigote del gigante.

Destruir el sistema desde dentro: una obra de arte. Un fragmento de historia, un ojo de estatua convertido en sirena. La cabeza de la medusa, como en la canción de Gustavo Cerati. ¿Qué rebeldía es esa frente a la del muchacho que falsifica su edad para que le dejen jugar la copa comarcal en el equipo de su pueblo o la muchacha marroquí que repite una y otra vez los mismos problemas de matemática para obtener la nota suficiente para entrar en la universidad? ¿Y el hombre que perdió a su jefe en un accidente, un jefe al que quería y admiraba porque lo había aprendido todo de él y que ahora, cada vez que madruga debe tomar un valium 10 porque no sabe si podrá cumplir con la herencia recibida, agarra con fuerza las bridas de su carromato y busca un nuevo logro, sin apellido, sin la protección de la figura patronal/laboral?

«¿Qué importa una piedra que llega hasta el fondo si no tenemos tiempo de esperar todo su camino y nos hemos marchado de la orilla aburridos? ¿Qué importa una obra de la escuela flamenca frente a la dosis de dalcy o un vídeo aleatorio de Baby Shark? AMOR».

Hace millones de año, tanto que lo que ahora conocemos no existía, caía un rayo sobre rayo venciendo a la los textos al margen de los libros de los primeros cursos de estadística. Había videntes en guerra contra los defensores de la causa-consecuencia (una versión filosófica de los dioses griegos vs los titanes) dice Nietzsche que el amor, nuestro amor, cada vez que se nombra,que surge, produce un aumento en la entropía, aunque sea un resto, una repetición del mismo amor de siempre. Pero en la proyección sobre otra persona de todas las cualidades posibles vuelve a ser una traición a la estadística. Igual que la ecuación de Frank Drake que arroja un resultado de plenitud de vida fuera de nuestro sistema solar, del mismo modo el amor es una rebeldía porque reduces el ente objeto de nuestro amor a un conjunto muy reducido de personas frente al total de la humanidad: media de arco de edad compatible, círculo con centro en tu lugar de nacimiento y radio de trescientos kilómetros con una modificación de 1,5 por los viajes erasmus y los programas y aplicaciones de amor a distancia/amor digital, pero sigue siendo una casuística muy forzada, ¿eso significa que mi mujer se va a quedar de piedra o se va a enfadar leyéndome? Lo más seguro es que no llegue a esta parte del artículo porque la verdadera mujer perfecta está a millones de unidades de distancia espaciales y temporales. Ella hubiera llegado hasta aquí y se hubiera sentido identificada por los números. Lejanía y cercanía de los pronombres. Extractos magníficos que definen el amor, como una especie de prosa divulgativa, de minorías, de darwinismo caracterizador con un cierto toque de humor más corrosivo que lúdico. Se deshace con tanta potasa babeante los restos de mi exoesqueleto.

¿Te acuerdas cuando Sergio me mostraba el camino hacia la zona más húmeda? Yo que vivía en un secarral emocional siempre pensé en la casuística, como ya he comentado antes, por eso me quedo siempre con la versión de Quiromántico que hizo La Habitación Roja.

«Montevideo está hoy vacía. Porque se dejó inundar por el Río de la Plata y luego un enorme Kaiju con forma de caballito de mar de esos que salían del fondo de un sobre de papel, liofilizados. Ahora todo es un solar, sobrevive un karaoke donde solo se permite a la gente permanecer en su interior en el más absoluto silencio, bolsas de ausencia y vacío donde la humanidad sobrevive. El reverso situacionista de “La cúpula del trueno”».

Para recordar a su esposa tiene que repetir horarios, recorridos, buscar miguitas de pan que no se hayan comido las golondrinas del cielo, hambrientas en la ausencia de los turistas que los alimentaban. El laberinto, la medusa, los nudos gordianos, dejar trocitos de pan en un país que se caga de hambre, en una ciudad donde solo puedes mirar al suelo, todo son malas ideas, como enamorarse. Encontrar el espacio de la Bienal de Venecia convertido en un campamento de refugiados postapocalíptico. Lean el guiño a Mad Max de unas líneas atrás, ¿qué son todos esos olores? De la ceguera pasamos al hambre, ¿no es mucha casualidad que el final del mundo siempre vaya acompañado por la pérdida de visión en la humanidad? Repasemos de manera somera: Ensayo sobre la ceguera de José Saramago, El día de los Trífidos de John Wyndham o el poema McDonalds de Manuel Vilas.

¿Cómo encaja esta cita en todo esto? “Para evitar una colisión hay que ir hacia el punto donde se está desarrollando el accidente, hacia el mismísimo choque, porque todo choque es un elemento móvil y cuando llegues ahí, el accidente ya se habrá desplazado a toro lugar” ¿Qué debo hacer ahora? ¿Teclear, teclear con mucha fuerza? ¿Con toda la fuerza del mundo? Recoger los pensamientos o atrapar los recuerdos del amor. Arriba el hombre de los golpes, las canicas de los locos, el hombre que nunca estuvo allí, la canción de Cerati y Melero que devuelve la esperanza en la teoría de cuerdas y el amor. Entre causa y efecto hay un retardo: “Ese retardo es cando la duda genera endorfinas o sustancias químicas que no sabes muy bien formular”, es la IUPAC del amor.

«Agustín copia mi idea para la novela GENERACIONES. Lo dejo por escrito, sé que el porcentaje de lectores que han llegado hasta aquí en este post es bastante bajo pero resulta de recibo una declaración formal y digital: en el futuro existirá una necesidad de interpolar a partir de sustratos o de almacenajes físicos el recuerdo, la vida de una persona. Todo resultará incompleto, pero pasable, porque, en realidad, nadie sabrá cómo eran las cosas realmente, ¿qué hay menos necesario que eso? ¿Cómo se puede engañar con más facilidad a una sociedad? ¿Es el recuerdo del amor lo que único que queda después de perder la compostura?»

Dejar el espacio para preguntarnos por la opinión generada en los personajes de una película, lo habitantes que dejamos atrás en nuestros sueños (recuerden la propuesta que les hice de la última frontera habitable sea precisamente el mundo de Morfeo), sueños nocturnos, pienso, claro, en la serie Severance, en sus guiños constantes a Philip K. Dick o la asepsia de Perdidos, en la serie Separación y en un relato que escribí cuando todavía estaba más pasado de peso y que no he incluido en ningún libro.

«El relato se llama Oclusyon System y era un aparato que provoca la hipnosis controlada y absoluta durante un tiempo regulable desde los quince minutos hasta las dos horas y media y permitía a los perezosos realizar ejercicio físico sin ser conscientes de ello. Miraban fijamente a la luz parpadeante de su aparato y cuando volvían en sí se encontraban agotados y sudorosos después de un entrenamiento intenso. Todo el mundo adelgazaba, todo el mundo se ponía en forma. La moraleja final, el cierre del cuento era que el protagonista encendía la televisión y veía en un programa de máxima audiencia una boyband de gorditos a punto de convertirse en tendencia absoluta».

“Ya nada se diferencia de sus sombras/estas personas de sus sombras/también ciegas/son la misma cosas”. Cita. Todo lo que se pierde es sanado por la oscuridad, todo lo se habla o lo que se deja de hablar, todo lo que ya nunca se escucha es salvado por la humanidad. En el final de los tiempos los cuadros serán combustible y las estatuas terminarán siendo simples construcciones, el último fuerte para la imaginación y el juego de los niños. Y solo quedará el recuerdo, pero no será sencillo o no lo será en un solo instante, será un momento complejo, en ese sustrato físico esquivar el silencio será una especie de rebeldía, como estar pasado de peso en un lugar con escasez de alimentos.

El final es el amor y también el principio. Y comenzar a amar exige una instalación del programa desde cero (como cuando vas a añadir un mod o una mejora en tu videojuego, nada de de dejarlo sobre otro mod ya instalado previamente y con el que puede haber incompatibilidades). Siempre algo queda atrapado en esta vida donde cada uno hemos dejado un montón de minas y de trampas detrás, es imposible evitarlas todas.

Yo, tú, él, ella, somos ficciones y la ficción sobrevivirá a todo, a los dioses, a cualquier cosa física o espiritual. Porque solo el amor es verdaderamente eterno pero para demostrar su eternidad tendrá que llegar hasta el final de los tiempos y como el tiempo entonces seguirá transcurriendo no habrá una manera plausible de demostrarlo.

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