Por entregas: las series favoritas de Motel Margot

En Motel Margot tenemos un circuito cerrado de televisión por cable que recorre como una serpiente sinuosa cada una de las habitaciones. La selección es responsabilidad última del director y a los seriales candidatos se les exige altas dosis de ciencia ficción, conocimiento del miedo y un certificado en historia paralela y folklore. Esperando la llegada de la primavera siete producciones que uno puede disfrutar con la caída de la tarde y bajo una manta caliente.

Comenzamos con dos series que están en su primera temporada, ambas fuera de la programación de las grandes plataformas. Esa falta de publicidad puede que haga que se nos pasen por alto a los amantes del terror, la ciencia ficción y la paranoia futurista de calidad. El radar está calibrado y el colmillo afilado. En primer lugar, mi último descubrimiento, FROM. Una serie protagonizada por uno de los personajes principales de las primeras temporadas de Perdidos, Harold Perrineau y que le da una vuelta de tuerca extra a los clásicos paisajes de la América rural del maestro Stephen King.

 

«Viajeros atrapados en un pequeño pueblo abandonado, recluidos en sus casas al llegar la noche, monstruos que sonríen con el apetito del tísico, saliendo del bosque, teoría de cuerdas y agujeros negros, cuarta dimensión, un gigante lento, árboles siniestros, folklore de los nativos americanos y sangre, bastante sangre».

 

Una sociedad que se divide, un misterio que desencaja cualquier perspectiva, ¿Cómo han llegado hasta allí? ¿Es un lugar olvidado por la física cuántica o un simple purgatorio monoteísta? Y, por supuesto, como no podía ser de otra manera, el mal no solo habita en la oscuridad, tras las hojas… el lobo está loco y tiene cara de ángel.

Pasamos de sangre y misterio terrenal a la sociedad de pasado mañana, pragmática hasta la psicosis: Severance (Separación) que, con su primera temporada en plena efervescencia seguimos sin saber a dónde nos lleva una distopía laboral. Se reconoce en el planteamiento algunas de las obsesiones de Philip K. Dick, más el punto aséptico, casi hospitalario, que ha puesto de modo para tratar las relaciones humanas en el futuro series como Black Mirror (podría pasar por alguno de sus capítulos) o las primeras adaptaciones de 1984 de Orwell. El aspecto retro de la tecnología ofimática nos recuerda a las instalaciones de la Compañía Dharma en la serie Perdidos y fruncimos el ceño ante esa sensación de frío y nieve de los hermanos Cohen.

 

«¿Qué sucedería si pudiéramos disociar de manera física la personalidad del trabajo y la de fuera de él? ¿Un oficinista eterno frente a una persona que solo disfruta de su tiempo libre? Tiene que haber truco, seguro».

Seguimos con algunas series que ya han terminado su primera temporada y otras que son entregas cerradas, miniseries sin continuación. Recomendado para los que son un poco ansiosos para el visionado:

Mil colmillos (A thousand fangs): una producción colombiana que mezcla la primera entrega de Depredador con la actitud pretenciosa de los marines de Aliens mientras trabaja con elegancia distintas líneas de tiempo: una mirada a la locura de suciedad y rabia, la locura del conquistador español devorado en la selva por lo desconocido y el hoy de un comando de las fuerzas especiales colombianas enviado a un misión de búsqueda y eliminación. La DEA, los gringos, ritos animistas prehispánicos, el vómito blanco de la ayahuasca y la putrefacción de los musgos de H.P. Lovecraft.

En dos capítulos se acaba la violencia y comienzan las carreras. Algunos planos nos recuerdan a Perdidos y sus episodios en los que los actores se dedicaban a ir y volver por las cuevas, también por el misterio de las construcciones ciclópeas, que siempre funciona como una buena baja para el amante del misterio setentero de Erich von Däniken y acólitos en tiempo y en el espacio. Una serie muy atractiva, que sugiere más que muestra y promete una pandemia con toques de apocalipis zombi para la segunda temporada.

Station Eleven (Estación once): miniserie cerrada con ínfulas. Agradable sorpresa que se desinfla con el avance de los capítulos. Comienzo rompedor, con gripe y pandemia mortal incluida. Como una versión del Apocalipsis de Stephen King escrito por Shakespeare, tenemos a Gael García Bernal como detonante y una novela gráfica autoeditada protagonizada por un sosías del Mayor Tom, convertida en las sagradas escrituras de la sociedad del futuro.

«En algunos momentos el minimalismo y el uso retorcido de los restos de la civilización lo emparentan con el teatro pánico o los premios Nébula que se daban en los setenta, llenos de compañías circenses que repartían esperanza en los páramos abandonados».

Si os aburre la televisión os podemos recomendar el volumen Paisajes del Apocalipsis (antología de relatos sobre el final de los tiempos) de Valdemar. Está todo ahí.

Raised by Wolves (Criados por lobos): ya en su segunda temporada esta prolongación amable del universo creado por Ridley Scott para sus aliens, parecen los apuntes desarrollados de la mitología de Covenant y Prometheus.

«En el viaje se incluye vida sintética con sangre blanca, especies que se abren camino en la vida con furia y esa sensación de búsqueda en la oscuridad de las cuevas prehistóricas de mapas que nos lleven a las estrellas, hasta nuestros creadores, nuestros ingenieros».

Estamos hablando de varias series ya que fantasean con la idea del retorno de los Dioses o de nuestro viaje en su búsqueda. Divinidades básicas, transportes e interfaces orgánicas y una sensación constante de que estamos a punto de doblar la última esquina, la vuelta de tuerca final que nos deje una sorpresa a la altura de El planeta de los simios o del final de Battlestar galáctica.

El cierre se lo dedicamos a dos series que tienen algo de primas hermanas: por un lado, Midnight mass (Misa de medianoche) y por otra Chappelwaite. Ambas comparten el vampirismo de raíces básicas, entendido como una sed adictiva que pudre por dentro, una dependencia de sustancias que provoca euforia inicial y acaba desbordando tu alma de oscuridad, convirtiéndola en una gusanera. También comparten un comienzo arrollador y un desenlace mediocre. Pero esto no es una lista de las mejores series de la historia, esto es una muestra de lo que permitimos visionar a los clientes del Motel Margot.

En Misa de Medianoche una pequeña población pesquera, social y económicamente decadente, vislumbra algo de luz con la llegada de un sacerdote que sustituye al anciano cura local mientras se recupera de un accidente. La isla donde transcurre toda la historia es un recurso narrativo que lo emparenta con Salem´s Lot o con la última entrega de los muertos vivientes de George A. Romero, Survival of the dead y, cuando uno profundiza un poco más, puede encontrar un relato corto ambientado en el universo zombi del maestro, escrito por Stephen King, para una antología llamada El libro de los muertos «Parto casero» que aunaba todos los referentes anteriores.

«Lo mejor de la serie, el origen pre-cristiano de la plaga o la manera en la que las religiones monoteíasta adaptaron mitos en las páginas del Antiguo Testamento y que dotan de coherencia la narración. La serie contiene algunos personajes muy bien trazados y su evolución a lo largo de los capítulos puede, incluso, resultar emocionante».

Lo peor, el confuso final. Pero merece echarle un vistazo. Más para verdaderos apóstoles resulta Chappelwaite. Un protagista de relumbrón como Adrien Brody para relatar una versión apócrifa de los hechos sucedidos tras el relato Los misterios del gusano, el cuento con el que se abría En el umbral de la noche de Stephen King y que servía como referente para entender la historia de Salem´s Lot (como bien saben los lectores de este blog). Un comienzo prometedor, en el que parece que van a surgir algunos efluvios de Lovecraft o William Hope Hodgson, pero que acaba siendo una confusa novela por entregas, con una cierta carestía de ritmo conforme avanzan los capítulos. Vampiros, claro, pero más cercanos a los planteamientos estéticos de Guillermo del Toro en su novela (y serie), The Strain. Para muy viciosos del tema. Pero, al final, si estás leyendo este blog y esta entrada hasta el final eres uno de los nuestros, uno de los sedientos, ¿verdad?

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