Los tebeos de Vértice tenían un habitante misterioso, que caminaba entre el humor y el terror, un personaje de Vázquez convertido en cáustico descarte de Edgar Allan Poe o de las películas de la Hammer. Aquella noche desde mi piso escuchaba cómo sonaban los Tumbitas y solo por el nombre merecía la pena. Yo extrañaba Vigo, la capital del psicobilly, cuando en la Iguana la reina era Silvia II de todas las estrellas. No recuerdo cómo se llamaba el garito, seguro que ya está cerrado. Hoy parte de aquellos muertos vivientes han vuelto y se colocan junto a los Coronas y los Guadalupe Plata, están el Santo y el Demonio Azul, está Eneko y su cumbia de psicodelia celeste, perdidos en Acapulco, suenan el timbre que derrumbará las puertas del purgatorio para dejar salir a los que lo confundieron con un after. Alunizamos en el Código de Barras con un ticket naranja pensando cruzar la frontera de Portugal con un casete de Víctor Coyote en el coche.
Comparando medicaciones mientras esperamos en la consulta del Doctor Cerebro, en el hilo musical suena Hypnotica y no sé muy bien si ponerle una tilde o dejarlo como está. La primera Cumbia del Congo tiene voz de mil vírgenes de Aguascalientes, ya os dije que este tipo era un menso, el niño Jesús colega, una vendimia de uvas que crecen en terrenos volcánicos. La danza del mirlo y el escorpión nos recuerdan que Tito y sus Tarántulas siguen esperando que se haga de día para asegurarse que se han convertido en vampiros y la diosa serpiente nos trae manzana recubierta de buena resina de mota. Trompeta y fuzz para la misa dedicada a La virgen de la roca, las percusiones paganas están hechas con huesecillos de muertos recientes, es lo único que sirve para que escuchen tus plegarias: Santa Muerte, Santa María de todos los Malos Aires, Control Machete en dub. De los tatuajes del señor Flavio sale la esencia de No seas rata con la plata, el aguijón es parte de este baile de monstruos, en la frontera pide limosna el tonto Simón.
Cualquier bolero acelerado acaba trayendo las flores más afiladas, como Corcobado animado por media docena de José Cuervos, como Leonard Cohen sacando a bailar a la amante de Sergio Leone en un chiringuito en la costa de Almería, así suena Purita vida. El alma es un caballo que cabalga demasiado despacio, como dice Rolando Hinojosa-Smith desde otra habitación del Motel Margot, la memoria es una novia infiel que te echa la zancadilla de vez en cuando, así que no crean demasiado si escuchan Yo lo vi. La cumbia del congo entre la parte más psicótica de Ciudad Jardín o Dick El Demasiado pasado de amapola, narrativa del amor tóxico o el amor por los tóxicos con un órgano de estricnina de esos que desafinaban los Sonics a idea. Ritmo de la esquina, disuelto y esperando que Jesucristo no se haya acabado el pollo. El siguiente tema, Abra Cadabra es una bailanta narcótica donde un buen aficionado al Tropicalismo les busca la boca a los hermanos Batista, vía casiotones de mercadillo y adicciones curadas a medias, cajas de ritmo orgánica y mucho más cuando frotes la lámpara. Del resto, los deseos, es cosa tuya.
Una pureza instrumental, pantanosa y percusiva, evocadora y fronteriza, castiza y con un punto animista, los metales, las guitarras twangs, todo convive con efluvios líricos que podría firmar un Armando Manzanero postmoderno o un Manuel Alejandro de resaca. Maravilloso ejercicio de estilo, sin rastro de impostura este Cocodrilia (Cumbia Surf a la Tumbita’s Way) editado por Family Spree Recordings