Letristas de la Orquesta Mondragón (Parte I): de novísimos y marginales

Aparece Mondragón, aunque solamente sea por el internado en su frenopático, en la vida de Leopoldo María Panero. La Orquesta Mondragón cuenta con la que sin duda es la mejor selección de letristas de la historia del pop español. Novísimos y marginales, rockeros y fumadores, antólogos y especialistas, periodistas y cinematógrafos. Todos juntos para que la potente voz de Javier Gurruchaga y su histriónica banda soltaran sencillos de fiestas de pueblo y joyas escondidas que reflejan la oscuridad de nuestra historia.

El primer LP de la Orquesta Mondragón es Muñeca Hinchable. Editado en 1979, es un LP lleno de arrebatos y alacranes, de dulzura que impregna los algodones, de amores detallados y prohibidos. Javier Gurruchaga confía a Eduardo Haro-Ibars todos los textos. Haro-Ibars era conocido por su libro Gay Rock editado en 1974 por la editorial Júcar, un ensayo primerizo que recorría la obra de David Bowie, Lou Reed y demás bandas del glam rock de comienzo de los setenta. Eduardo Haro tenía ya publicado el poemario Pérdidas blancas -que inspiraría una canción de Gabinete Caligari, en cuya primera formación, así como en la de Parálisis Permanente, colaboraría su hermano Alberto Haro-Ibars-. Muñeca hinchable tiene una portada absolutamente pop y las canciones tienen una primera lectura circense con el tema de apertura Pasen y vean para desembocar rápidamente en el submundo del hachís y otras drogas más duras: Porros de fresa y limón o la adaptación de Satin Doll, El hombre de los caramelos. El Hotel azul es un tema swinger con la lascivia en el fraseo de Gurruchaga que había ensayado previamente en Muñeca hinchable -guiño evidente a Tamaño natural la película de Luis García-Berlanga que se había estrenado en 1973-, una letra que introduce descripciones que van mucho más allá del erotismo de serie S del postfranquismo. Muñeca Hinchable es la primera piedra de toque de la Orquesta Mondragón, con una estructura que se repetirá en sus siguientes trabajos: un tema que engancha, en este caso Ponte peluca, de una inocencia abrumadora y una serie de canciones escondidas en lo más profundo de los surcos plenas de perversión y tóxicos. Esta primera época de la Orquesta Mondragón está basada en una efectiva teatralidad, unas grandes dosis de surrealismo y sobre todo mucho exceso: en directo había enanos desfilando y haciendo piruetas, muñecas hinchables en busca de amables, tragasables, obesos… arte bastardo y bufo que sería censurado, prohibido, detenido…

Solamente un año más tarde EMI publica el segundo larga duración de la Orquesta Mondragón, Bon Voyage. En la portada Javier Gurruchaga aparece vestido como un piloto de una línea área imaginaria y en la contraportada un montaje fotográfico con varios aviones estrellados. En este segundo LP la aportación de Eduardo Haro-Ibars es menor, con La Bella y la bestia y Bon Voyage como únicos textos con su firma. La primera es un rock en la onda Jean Genie, que comienza con el mito vampírico para continuar con estética de ciencia-ficción, terreno este donde, a principios de los ochenta, se estaba desarrollando la obra de Haro-Ibars. El segundo tema es un olvidable texto sobre un accidente automovilístico que como Fórmula 1, firmado por el trío Luis Alberto de Cuenca/García de Canales y Javier Gurruchaba no aporta nada al sustento del disco.

Este triunvirato se va a convertir en uno de los más exitosos de la historia de nuestro pop y no deja de ser una combinación exótica: un joven poeta aficionado a los clásicos, Luis Alberto de Cuenca, que forma parta de lo que lo que se consideró la segunda promoción de los Novísimos -y que algunos años después sería Secretario de Estado y director de la Biblioteca nacional-; un artista plástico y cineasta como García de Canales y Javier Gurruchaba que aportaba las líneas melódicas en un spanglish chapurreado para que los poetas añadieran sus versos. Famosos y exitosos porque es en Bon Voyage donde se incluye por primera vez Caperucita Feroz y Viaje con nosotros. La primera tema de repertorio de verbena hasta el día de hoy y, según el mismo Luis Alberto de Cuenca ha contado en alguna ocasión, gracias a sus regalías pudo ir sobreviviendo hasta alcanzar su estatus de poeta del canon. La otra, Viaje con nosotros, con su ritmo verbenero, sirvió incluso como nombre para uno de los proyectos televisivos posteriores de Javier Gurruchaga.

Pero, de nuevo, lo mejor de los discos de la Orquesta Mondragón está escondido al final de los cortes del vinilo: Mis gafas es como un relato de Poe postmoderno, trepidante y misterioso, Champú rojo un alegato sórdido que nos acerca al imaginario de John Waters, donde el asesinato como lugar común aparece por primera -pero no última- vez en la temática de la Orquesta Mondragón. El tema Bubble, bubble es la primera obra maestra del trío. La música del guitarra Josemari Insausti y del mismo Gurruchaga con un inquietante arreglo de saxo, que domina todo el tema. Necrofilia, Sinatra de lejos cantando Blue Moon y un verso que algún buen lector de Luis Alberto de Cuenca puede localizar entre sus poemas: “La herida me latía en el hombro como un corazón”. Más prescindibles resultan Soy especial, No quiero verte con su ritmo tropical o incluso Tú eres la noche, la única que firma únicamente Luis Alberto de Cuenca y que abusa de un romanticismo de pastiche falto de maldad que le hace perder mucho peso a pesar de la inconmensurable interpretación de Gurruchaga, con sus capacidades vocales en lo que podemos denominar “estadio Dean Martin”. A partir de este segundo disco Haro-Ibars se distancia de la banda y la influencia del culturalismo, el amor por la mitología, la pintura y el arte clásico de Luis Alberto de Cuenca comienzan a estar mucho más presentes en las temáticas, sobre todo en la parte más relacionada con la cultura popular: el cine negro, el cómic, la cultura de masas en una fabulación perversa.

En el año 1982 aparece la banda sonora de Bésame tonta, compuesta e interpretada íntegramente por la Orquesta Mondragón. Aunque se puede considerar un disco menor dentro de la trayectoria de la banda, incluye uno de sus éxitos, Garras humanas; un tema inspirado en la película The Unknown de Tod Browning -estrenada en España como Garras Humanas -y que es una enrevesada historia de amor entre un lanzador de cuchillos sin brazos y la hija del dueño del circo donde actúa. Ella, interpretada por Joan Crawford sufre una extraña fobia a ser tocada y por eso se niega a entregarse al amor del clásico forzudo, mientras que Lon Chaney, que solamente es un impostor que oculta sus extremidades para crear una mayor expectación entre el público, se aprovecha en un antecedente del “pagafantas” contemporáneo para acercarse a la Crawford. La película que, en su ambientación parece ser un antecedente de la más conocida Freaks -o La parada de los monstruos-, acaba en una tragedia que queda perfectamente reflejada en el disco.

Además de ese gran éxito el resto de las canciones se adaptan a la idea de la banda sonora de una película de los ochenta -con todos sus defectos y virtudes-, Las palmeras, Tunisia, Hay un lugar, El pirata o El príncipe encantado juegan con referentes cinéfilos claros, de evasión hacia lo que te ofrece la pantalla. El jugueteo más sórdido con una historia infantil como es Los tres cerditos es parte del imaginario de Gurruchaga al que tan bien se ajustan las letras de Luis Alberto de Cuenca. Doctor Doc fue el otro single extraído del disco, un guiño a los científicos locos que tan bien funcionaban en la serie B y una versión, un estándar clásico del jazz vocal, como es Just a Gigolo, que es amolda, como no podía ser de otra manera, a la garganta dotada -y más en aquellos primeros años-, de Javier Gurruchaga. El disco contiene dos joyas maravillosas: Estoy harto de ti, muñeca, tanto en la parte musical como en la lírica, con un estribillo perfecto, sacado de la parte más macarra de Luis Alberto de Cuenca y con estrofas que anticipan la decadencia de la década de los ochenta: estadios llenos, televisiones saturadas, cintas de vídeo donde uno encuentra el amor, las mismas canciones una y otra vez. Una verdadera cumbre en la trayectoria de la Mondragón. El otro gran tema es Es Solo Cine, Pero Me Gusta, un homenaje a la historia del cine clásico con el que se cierra la película y se abre el LP con guiño a los Rolling Stones incluido. La película que sirve de excusa el disco -pues así termina siendo si lo analizamos con cierta distancia- está dirigida por el tercer letrista, Fernando González Canales e interpretada por Javier Gurruchaga junto a su inseparable Popotxo con guión de Rafael Azcona. Se puede localizar fácilmente por internet, aunque su banda sonora es mucho más interesante.


El ritmo en la producción de canciones de la Orquesta Mondragón en los primeros ochenta es extenuante pero la creatividad y la capacidad compositiva no decae. El espectáculo es continuo, la presencia de Javier Gurruchaga en la televisión es muy habitual y en 1984 Es la guerra editado por EMI se convierte en el cuarto disco de estudio (tercero si no consideramos como tal la banda sonora anterior) de la banda donostiarra. Los letristas del disco suponen una mezcolanza de los habituales en la banda, Eduardo Haro-Ibars aporta el texto de tres temas, incluyendo el da título y abre el LP. Firman también letras el trío Canales-Gurrucha-De Cuenca, destacando Feliz Navidad, una canción donde el apartado más sardónico de Gurruchaga se hace presente ante una melodía trepidante que recuerda al Tino Casal más glam, como uno de los enanos que, totalmente enfarlopados, utilizará para describir las bajezas morales de una sociedad en una próxima Nochevieja. Enterrado vivo en Navidad, es parte de las obsesiones habituales: vampirismo, claustrofobia y revisión subversiva de los esquemas sociales para uno de los pocos temas que se salvan de este disco muy irregular.

Hay que señalar el debut de la pluma de Luis Antonio de Villena, poeta y crítico, que por primera vez se asoma a las lindes del rock and roll. Villena, fan declarado del Lou Reed más teatral y aficionado a contemplar el lado más salvaje de la vida, es un intelectual de alcurnia, compañero de Luis Alberto de Cuenca en los Marianistas de Madrid por un lado y habitual de los drugstores madrileños en compañía de Leopoldo María Panero y, por supuesto, Haro-Ibars. Luis Antonio de Villena había recopilado su obra completa en Visor el año anterior con el título de Poesía 1970-1982, incluyendo su aclamado y reconocido Huir del invierno que había sido premio de la crítica en 1981 y editaría ese mismo año 84 un canto al deseo con el título de La muerte únicamente. Suyo es el texto de Mírame, es mi final, una balada edulcorada que la interpretación de Gurruchaba la emparenta con la decadente actriz que protagoniza Antartida starst here de John Cale. Lo malo, como en muchos casos de la época, los solos mal entendidos y los metales cargantes de Luis Cobos, todavía en la producción de los discos de la Mondragón. También aporta Qué más da, un tema que se acerca a la música disco pastiche con una poco habitual voz grave en la interpretación de Gurruchaga para una historia de travestismo con coros femeninos y el tema con el que se cierra el disco, El último adiós, con tonos napolitanos y aires a lo Renato Carosone. Destacar la versión de Rita, un tema de José Luis Lanzagorta, que acompañaría años después a Rafael Berrio en la aventura de Amor a traición y colaboraría con la Buena Vida.

Eduardo Haro Ibars y Lirio (Alberto García Alix)

En 1984 aparece Cumpleaños feliz, uno de los discos más flojos de los ochenta. Tan solo los temas que abren el disco El diablo dijo no, que es una actualización del mito de Fausto y el cierre con Cumpleaños feliz, como una celebración lúbrica y pagana están a la altura de los esperado para el mito de la Orquesta Mondragón. Las letras son del trío Canales-Gurruchaga-De Cuenca y se nota en la festiva Lola, Lola, habitual en sus directos y en algunos temas más maliciosos como Solo era una fiesta o Voyeur que sí que nos recuerdan la estética lírica de Luis Alberto de Cuenca.


Después de cuatro discos en poco más de un lustro y una serie de giras que, si bien todavía no son masivas, sí que tienen tras de sí a un buen número de seguidores atraídos por el teatral espectáculo de Javier Gurruchaga y la capacidad como instrumentistas de su banda soporte en la que ya destacan las guitarras de Ray Gómez y los teclados de Esteban Coll y un habitual de Serrat y el jazz barcelonés como es el mítico Josep Mas Portet, alias Kitflus. Toca pues, como es habitual en el libro básico de estilo del rock, un disco en directo. Un doble LP con título manido, Rock & Roll Circus -los Rolling Stones le habían puesto ese nombre a un película-concierto de 1968 que permaneció inédita hasta bien entrados los 90 por expreso deseo de Mick Jagger, pero eso es otra historia y otra habitación del Motel-, emparentado con la estética de Andy Warhol a través de la portada en colores ácidos donde Gurruchaga, como es habitual, es, junto a Popotxo, el centro de todo. El repertorio se nutre de temas de Cumpleaños Feliz (El diablo dijo noLola, Lola), Es la guerra (Feliz Navidad, Es la guerra), Bon Voyage (Caperucita feroz, Viaje con nosotros, Mis gafas , Bon Voyage y Bubble Bubble), Bésame tonta (Garras humanas, que acabaría convirtiéndose en un extraño hit a través del videoclip que aparecería en la Bola de Cristal, donde Gurruchaga tenía su propia sección, La cuarta parte en ese año 1985) y tres únicos temas de Muñeca hinchable prácticamente encadenados en el repertorio: El hotel azul y El hombre de los caramelos y una acelerada versión de Ponte la peluca.

En cuanto a temas ajenos, tres versiones, dos muy cercanas al universo beatleamaníco por el que Javier Gurruchaga comienza a mostrar una devoción que le va a llevar a abandonar el lado más tóxico del rock por las melodías de cortes sesentero: primero Stand by me, original de Ben E. King, conocido en España por la revisión de Celentano bajo el título de Pregueró y al que John Lennon le había insuflado una nueva fama a través de la versión aparecida en su LP de versiones de 1975, Rock and roll en el que recuperaba los clásicos de la época dorada de los cincuenta sobre los que había construido su imaginario musical. Un detalle interesante es que al año siguiente, en 1986, se estrenaría la película Stand by me inspirada en uno de los pocos relatos de no terror de Stephen King y que en España se conocería como Cuenta conmigo. El otro tema es más evidente, una visita a la época del álbum blanco con la interpretación del festivo Back In The U.S.S.R. El tercer tema es una delirante interpretación de un tema de la última época de la Velvet Underground, Rock and roll del álbum Loaded, el último en el que participó Lou Reed, compositor del texto y la música. La Mondragón llevaba haciéndolo en directo desde 1983, con Gurruchaga caracterizado como una especie de María Antonieta rodeada de enanos, una Vivian Leigh pasada de barbitúricos. El comienzo, con un frase ralentizado y delirante, te lleva a lo más profundo del pantano de la enfermedad mental, después entra el saxo y la protagonista del tema, Jenny se vuelve loca con la música que escucha en la radio, desde lo más profundo de las catacumbas donde Nueva York se une con San Sebastián, Gurruchaga se eleva como un lúcido mesías del exceso.

Lo más curioso de este doble directo, con su introducción instrumental y sus diecinueve temas, es que estrenan tres canciones que no han sido grabadas hasta ese momento en estudio, tres temas, alguno de ellos sobresalientes y, además, estrenando letristas. El primero es Vicente Molina Foix, el único que, en sentido estricto, había aparecido en la antología Nueve novísimos de José María Castellet, editada por primera vez en 1970, que escribe los textos de Rufián -una historia de doble personalidad, entre el trabajo aburrido y el crápula que espera la llegada de la noche para entregarse a la literatura y soñando con los dioses de la poesía- y Verano Peligroso. Esta última es una de las grandes maravillas del repertorio de la Mondragón, con Javier Vargas encargándose junto a Javier Gurruchaga de la música, casi con un ritmo jamaicano, Molina-Foix inventa en menos de tres minutos una historia contada mil veces, la rubia despampanante que no se casó contigo por amor, la mujer de Óscar Wilde, aburrida y abandonada que acaba aliada con un marinero fornido para quitarse del medio al gran lastre de su vida. Vicente Molina Foix forma parte del coqueluche de los Novísimos. Cuando apareció la antología de Castellet no había publicado nada y ese mismo año aparece Los espías del realista. El segundo letrista que aporta por primera vez un texto es Moncho Alpuente, hombre pop renacentista, líder de la seminal humorada Desde Santurce a Bilbao Blues Band y de uno de los más alternativos proyectos musicales de la Movida Madrileña, Alpuente y los Kwai que entregaron canciones como Adiós muñeca o Carolina querida que incluso traspasaría nuestras fronteras y sería grabada por la banda de nueva ola argentina Virus. Alpuente fue columnista, presentador de televisión, actor ocasional y, sobre todo, fuador. Alpuente escribe Es mi vida, una canción que no pasa de lo mediocre. A pesar de esa regular primera incursión, Alpuente acompañará durante los años siguientes a Gurruchaga como colaborador habitual. De este estupendo doble directo destacan las versiones de Garras humanas, Feliz Navidad, Mis gafas y Bubble, Bubble, que mejoran, en muchos casos, los arreglos ochenteros que lastraban sus versiones de estudio.


Tras el directo hay un parón de un par de años antes de que la banda vuelva a entrar en el estudio para grabar Ellos las prefieren gordas. Comienza la época de autoparodia de Javier Gurruchaga que durará hasta su desaparición de los medios más masivos por el “caso Arny”. La Orquesta Mondragón empieza a deslizarse hacia el lado de la broma sin gracia mientras mantiene un nivel notable en las canciones que no son bufonadas de sus discos. Este, ya digo, es el primer ejemplo: Una portada estúpida, con una mujer obesa parodiando a Marilyn Monroe y una contraportada en blanco y negro donde la banda se muestra como son, un combo desafiante de excelentes músicos donde el soul, la música negra y el rock de guitarras son el sustento básico para sus canciones. Del mismo modo se puede distinguir en el listado de los temas: el olvidable que da título al disco -que será carne de verbena durante años-, Rambo, el debut como letrista del periodista de El País, Ángel Sánchez Harguindey, un especialista en Rafael Azcona, referente claro de la Mondragón, que aporta Montaña rusa, con música del teclista Esteban Coll, Cantando bajo la nieve -con texto de Fuster-Mendo, los Suburbano y que aparecía en la banda sonora de La vida alegre de Fernando Colomo, donde Javier Gurruchaga tiene un pequeño papel- o las aportaciones de Haro-Ibars, ‘La viuda alegre’ y la adaptación al español de Mi Delilah popularizada en la voz del “tigre de Gales”, Tom Jones. Por otro lado, la sobresaliente aportación de Vicente Molina Foix en los inéditos del directo, en esta ocasión no pasa de mediocre con Despierta y ponte a soñar. Y es que todo lo eclipsa Corazón de Neón, con letra de Joaquín Sabina, en su primera aparición como autor para la Orquesta Mondragón, se descubre como una de las descripciones de la ciudad como ente más acertada de la postmodernidad.

Corazón de neón es EL TEMA que abre una faceta mucho más urbana en la obra de Javier Gurruchaga. Los otros dos temas que firma Sabina, el que hemos comentado anteriormente, Rambo o los más interesantes Olvídate de mí y Esta noche es tu oportunidad, no dejan de sonar a lo que son en realidad, descartes de un Sabina que en 1987 comenzaba su etapa de mayor éxito con la edición de Hotel, dulce hotel.

Con este disco hacemos una parada en el camino de la Mondragón. Dejamos las puertas del Motel Margot abiertas hasta la próxima semana donde repasaremos los excesos del final de los ochenta, el momento álgido de popularidad musical y televisiva de Gurruchaga y su desaparición mediática en los noventa.

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