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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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Vuelve la televisión social

El 14 de octubre de 2012 pasará a la pequeña historia de la humanidad por la hazaña de Felix Baungartner, el austriaco que batió varios récords al arrojarse en caída libre desde 39.000 metros de altitud.

Pero el salto de Felix pasará también a la historia de la publicidad. El evento Red Bull Stratos es la primera acción de branded content pensada para generar un evento simultáneo a nivel mundial. Lo de menos es que 8 millones de espectadores vieran simultáneamente el evento a través del canal de streaming de YouTube aunque esa cifra fuera un récord. Se batirá pronto, a medida que el portal de vídeo de Google vaya alcanzando una mayor cobertura y se convierta en un hábito para mucha gente. Además la cifra es relativamente pequeña si la comparamos con la suma de los espectadores que consiguieron las cadenas de televisión de todo el mundo que emitieron simultáneamente el evento.

La clave fue poner a hablar a la vez sobre un mismo tema a miles de millones de personas de todo el mundo a través de Twitter y de Facebook. Todo el mundo hablando a la vez de un mismo tema, un tema que, además, tiene una connotación comercial.

Ese no fue el nacimiento de la televisión social pero sí fue su bautismo de fuego. Ya habíamos vivido otros momentos intensos: los usuarios de Twitter lanzaron más de 15.000 tuits por segundo cuando España marcó su cuarto gol en la final de la Eurocopa de 2012; durante la final de la Superbowl  de este mismo año se enviaron 12.233 tuits por segundo; 12 millones a lo largo de todo el evento. El año anterior habían sido 1,8 millones. Claramente se trata de un fenómeno en alza.

Desde el nacimiento de la televisión hasta la proliferación de canales (que en España se produjo en los años noventa, pero en otros países tuvo lugar mucho antes) la televisión era social: había que ver la programación del canal dominante para no quedarse al margen de las conversaciones del día siguiente. Luego esta componente social perdió peso.

A finales de los años noventa los visionarios que lanzaron Quiero TV, la plataforma de TDT de pago, ofrecían la televisión conectada a Internet: el paquete de abono incluía un teclado inalámbrico que permitía no sólo navegar por Internet a la vez que se veía la televisión sino también comentar con los amigos el programa que se estaba viendo.

Está claro que se adelantaron a su época. En aquel momento la velocidad de la conexión no permitía demasiadas alegrías; por otra parte las redes sociales no tenían el peso que han adquirido con posterioridad.

Ahora sí. No sólo la mayor parte de los televisores que se venden son smart Tv, televisores conectados, con la posibilidad de comentar desde el propio televisor; también una gran parte de la población, en especial los más jóvenes, ve la televisión a la vez que está conectada con su grupo a través de otro dispositivo (un Smartphone, una tableta o un portátil). Y ese grupo pueden ser unos pocos amigos o miles de seguidores.

Los programas de televisión son uno de los temas más tratados en la red de microblogging Twitter. Prácticamente en cualquier momento algún programa de televisión o alguno de sus protagonistas es trending topic. Según la empresa Tuitele en el mes de octubre se realizaron en España 4,3 millones de comentarios en directo sobre programas de televisión.

Estamos así ante una nueva manera de vivir la televisión: podemos estar viendo un programa y comentarlo con los amigos, o bien si vemos comentarios interesantes sobre un programa diferente al que veíamos podemos cambiar de canal. Esto reforzará la televisión vista en directo, frente a la tendencia a la autoprogramación de la que tanto se ha hablado en los últimos años sin que haya llegado a tomar una dimensión importante. Paradojas de la tecnología: la misma Internet que iba a matar a la televisión de grandes audiencias podría venir en su ayuda. Vuelve así la dimensión social de la televisión.

Esto ha hecho pensar que la contabilización del número de comentarios sobre un tema puede proporcionar indicadores de audiencia. Algunas empresas, como Tuitele, ya ofrecen en España ese servicio. Rentrak, en Estados Unidos, acompaña sus datos de audiencia de un indicador, el Social Media Index, obtenido a partir del número de comentarios en redes sociales generados por el programa. (*)

No se trata de sustituir a los datos procedentes de los audímetros, pero sí de complementarlos con una información adicional sobre la repercusión social de cada programa. Este dato será tanto más importante cuanto más amplia y representativa de la población sea la cobertura de las redes sociales y de los comentarios que vehiculan.

Tuitele hablaba de 900.000 personas como espectadores sociales a mediados de 2012, un 2,8% de los internautas, con un fuerte sesgo hacia hombres y otro indudable hacia early adopters de novedades en Internet.

Por el momento es fácil para un programa de televisión conseguir un mayor número de tuits haciendo referencia en su contenido a la red social o tocando temas de especial interés para los tuiteros. En España hemos visto dos ejemplos claros: La Nube y Salvados.

Desde un punto de vista publicitario un programa con el que se interactúa más puede ser un indicativo de un mayor engagement. Para un directivo de una cadena puede ser muy interesante conocer en tiempo real las reacciones que su programa, o los de la competencia, están provocando en sus espectadores. En los programas en directo podría ir reorientando el contenido en función de las reacciones del público. Para el público poder comentar en directo supone recuperar la dimensión social de la televisión.

Estamos ante una nueva manera de hacer televisión, con la posibilidad de reaccionar a lo que los telespectadores estén opinando en cada momento. Una verdadera locura, pero una locura posible, cercana y muy verosímil.

La televisión social ya está aquí. Está en nuestras manos: podemos hacer que gracias a ello la televisión mejore o seguirla empujando por el camino del morbo y la chabacanería. Ahora los fríos números que representaban los datos de audiencia van a venir acompañados por un gran volumen de información cualitativa. Quienes estamos en este negocio podemos aprovecharlo o mirar para otro lado.

Este artículo se publicó, junto a otros muy interesantes en Trends, el especial que la agencia Wysiwyg ha dedicado a los cambios que se avecinan.

(*) Después de escribir este artículo se ha publicado el acuerdo entre Twitter y Nielsen para profundizar en la medición de la dimensión social de la televisión.

El mundo Groundswell

El miércoles volví a la Fundación Telefónica. Había una conferencia de Josh Bernoff, vice presidente senior de Forrester Research y autor de libros como El mundo Groundswell y Empowered.

Groundswell vendría a ser como un tsunami social, una gran ola de opinión que se impone a todo lo demás. Suelen poner como ejemplo la campaña presidencial de Obama.

Tenía muchas esperanzas puestas en esta conferencia; quizá por eso me decepcionó un poco. Quizá también porque muchas de las cosas que contó ya las conocía: las empresas están en la internet social, lo quieran o no. Aquí puso el ejemplo, tantas veces visto, del pasajero de United Airlines al que rompieron su guitarra y colgó un vídeo en You Tube. Aunque el asunto es viejo, acabo de hacer la prueba de poner United Airlines en You Tube y me ha aparecido ese vídeo en primera posición. Desde luego no es uno de esos conferenciantes espectaculares a los que sigue recordando mucho tiempo después de haberles visto.

El caso es que, ya que vamos a estar de todos modos (hablo como si yo fuera empresa) porque los consumidores van a hablar de nosotros, es mejor participar para que esas conversaciones nos sean beneficiosas.

Aquí entró una de las tres ideas claves de la conferencia: POST. Sí, una de las claves es utilizar reglas nemotécnicas, palabras compuestas por las iniciales de los diferentes pasos que se han de dar. En este caso lo primero será contar con las P(ersonas) adecuadas para entrar en esa conversación; luego debemos establecer los O(bjetivos) que queremos conseguir; para conseguirlos debemos definir una eS(trategia) y sólo después definir la T(ecnología) que utilizaremos.

Para hablar de la gente utilizó su conocida escalera de Forrester: empezando desde arriba creadores de contenido; conversadores; críticos; recolectores/organizadores; participantes, espectadores e inactivos. Cada escalón es, en principio, más ancho que el anterior, aunque en las tecnologías más consolidadas, con el paso del tiempo los escalones superiores se van ampliando.

Como objetivos podemos tener el de investigar (y para ello puede basta aplicar el oído a lo que se dice en la red); un objetivo de marketing, en cuyo caso tendremos que hablar, desde la marca; un objetivo de incrementar las ventas y deberamos estimular; pero también podemos querer apoyar o desarrollar. Aquí puso diferentes ejemplos de creación de comunidades (Godiva); uso de redes sociales (Procter & Gamble) o creación de aplicaciones (BBVA).

Al final nos introdujo también a su último libro: Empowerment. En el nuevo escenario las empresas deben dar poder (se está traduciendo como empoderar, frente al clásico apoderar: los que tenían poder o firma en las empresas eran apoderados) Aquí también aparecía otra de esas palabras/regla nemotécnica HERO (héroe en inglés) iniciales de higly empowered and resourced operative. Aquí la idea central es que si queremos que la empresa participe en esos diálogos con el consumidor tenemos que tener empleados que conozcan las políticas de la empresa y sean capaces de comunicarlas.

Para ello  dio cuatro reglas: No bloquear las páginas de los sitios sociales (dio por hecho que una gran parte de las empresas lo hacen, aunque no tuvo eco entre el público cuando lo preguntó); promover la experimentación (sólo probando cosas diferentes se puede mejorar); tener el compromiso de colaborar y construir relaciones. Hay que pensar que muchas de las buenas ideas pueden venir de los propios empleados, pero deben existir los mecanismos para que se puedan reconocer.

El próximo 10 de febrero, dentro del ciclo Entendiendo los cambios: libros ideas y autores, se hablará en la Fundación Telefónica del libro Information is beautiful.