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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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El futuro de la medición

Esta tarde he estado en El Escorial.

Participaba en una mesa redonda sobre medición dentro de un curso sobre canales temáticos.

Siempre es bueno participar en este tipo de cosas que nos obligan a pararnos y reflexionar.

Primero hemos comido un arroz a banda en un sitio precioso: el Hotel Botánico, en la parte alta del pueblo. Muy tranquilo y agradable. Habrá que volver.

La mesa redonda la moderaba Maite Rodríguez, de Conect, a quien ya conocen los lectores de Casi Enteros. Participábamos Francisco Hortigüela, de Philips,

Vicepresidente de la AEA, en representación de los anunciantes. Eduardo Madinaveitia (yo mismo) de Zenith Media, como agencia de medios. Carlos Lozano, de AIMC y Miguel Ángel Fontán, de TNS, como representantes de los medidores. Hemos participado en ese orden.

El debate ha sido intenso, con una amplia participación de los asistentes.

Es difícil hacer un resumen de lo que han dicho los otros participantes cuando uno mismo tiene claro su discurso.

Creo que estamos en un momento trascendental, por los cambios que está sufriendo la sociedad, por los que experimentan los medios y por lo que eso implica en la relación entre las marcas y los consumidores.

Las medidas, los números, van a seguir siendo importantes, pero cada vez adquirirán más importancia otros aspectos.

Los sistemas de medición con los que hemos trabajado durante los últimos veinte años han sido muy útiles para medir la realidad de ese momento preciso, pero van a ser insuficientes para la nueva realidad que ya vivimos.

Necesitaremos muestras más grandes e incluso estudios censales para medir algunos fenómenos.

Pero además debemos hacernos a la idea de que habrá partes de la realidad para cuya medición se necesiten estudios específicos, separados (o complementarios) del estudio base.

La comunicación es cada vez más compleja y para medirla toda, para poder comparar sus diversos aspectos, hay que empezar a utilizar nuevos sistemas de medida.

Estamos en ello.

Y para conseguir los nuevos consensos de medición van a ser necesarios nuevos impulsos. Creo que es el momento de que los anunciantes y sus agentes recuperen el peso que han perdido en estos últimos años.

Si dejamos en manos de los medios la decisión del camino a seguir corremos el riesgo de que ese camino sea el que interese a alguna de las partes del mercado en perjuicio de otras.

Lo que en su momento llamamos Estamento 1, debe tomar las riendas y recuperar un papel que nunca debió perder.

Se jubila un genio

Parece que ahora va en serio. Dicen que se jubila Carlos Lamas. Yo no creo que se vaya del todo. Cuando uno trabaja en algo que le gusta, nunca se va del todo. Y, desde luego, mejor para todos que no se termine de ir.

Carlos Lamas llegó tarde a la investigación de medios. Después de muchos años en el panel de detallistas de Nielsen, probablemente la investigación más respetada por los anunciantes, llegó a Ecotel a finales de los ochenta, como Director Técnico. Cuando se convirtió en Sofres AM la nueva dirección prescindió de él y se incorporó a AIMC, de donde se va ahora.

Así que su paso por el mundo de los medios, si es verdad que se jubila ahora, no habrá durado ni siquiera veinte años. Lo suficiente para ganarse el respeto y la admiración de todos los que nos dedicamos a estas cosas, en España y en el extranjero. Sin duda es el investigador español (en esta área) más conocido fuera de nuestras fronteras y el más respetado dentro.

Carlos nos ha reñido a todos. Cuando él ve una cosa muy clara se cree en posesión de la verdad ( y casi siempre es así) y defiende sus ideas a capa y espada; a gritos si hace falta. Por eso, a lo mejor hay alguien que ahora se alegra de que diga que se va. ¡Pobre de él! Sin Carlos esta profesión será peor.

Le ha tocado vivir momentos difíciles. Cuando aún estaba en Ecotel se produjo la vergonzosa publicación en un diario de difusión nacional de las direcciones de los panelistas de audimetría, lo que produjo serias complicaciones en la investigación española. Este hecho coincidió, en enero de 1991, con la celebración en Madrid de un congreso de ESOMAR, la asociación internacional de los profesionales de la investigación de mercados: ninguno de los congresistas entendía nada de lo que había ocurrido. Nada parecido se había producido en ningún otro país del mundo. Nuestro triste récord se mantuvo hasta hace pocos años; en Argentina se produjo una barbaridad similar.

A raíz de ese hecho se crearon los mecanismos de control del sistema de audimetría. Coincidimos en el primer Comité de Usuarios, del que fui presidente por “procedimientos aleatorios” (Carlos tiró una moneda al aire y salieron agencias de medios, pero lo reflejó así en el acta). Allí empezó a crecer mi respeto por él y se fraguó nuestra amistad.

Años después, ya como Director Adjunto de AIMC, le tocó vivir el sabotaje Abellán: este locutor de la COPE infiltró entrevistadores en algunas de las empresas que realizan el trabajo de campo del EGM, el estudio en el que nos basamos todos los actores del mercado publicitario para decidir la distribución de las inversiones publicitarias. Según dijo después, trataba de demostrar la vulnerabilidad del estudio, que era posible sabotearlo. Más o menos como si un asesino se justificara diciendo que quería demostrar que el asesinato es posible.

El EGM es un estudio sindicado, o cooperativo, que se rige por unas normas aceptadas por todos los socios (que son los diferentes medios de comunicación y las agencias de medios, además de algunas otras empresas). En el momento de producirse el sabotaje Abellán el representante de la radio en la Junta Directiva de la AIMC era el Director de Marketing de la COPE. Yo mismo representaba a los técnicos en esa misma Junta. Fueron momentos muy tensos

Carlos llevó el peso de la investigación y, como siempre, lo hizo con maestría. Dice que le quedó mal sabor de boca por la pronta readmisión de la COPE. Le entiendo, pienso como él, pero seguramente en aquel momento fue lo mejor para el mercado.

Ahora, en una entrevista de despedida en la revista Anuncios, una de las especializadas en el mercado publicitario, dice, con su exquisito tacto habitual, que el “nuevo EGM” va a ser peor y más caro. A alguno le ha sentado más esta afirmación.

Lo de que va a ser más caro es una verdad objetiva y, por tanto, indiscutible. Que vaya a ser peor es más opinable pero, si Carlos lo dice, yo ya me empiezo a preocupar.

Carlos, por favor, no te vayas muy lejos.

La tele de Sarkozy

Lo confieso: soy partidario de la televisión pública. De una buena televisión pública, con programación de calidad. De una televisión pública con una audiencia importante.

Nada de eso tiene que ver con la forma de financiación que, en nuestro país, ha estado siempre en el centro de la polémica.

Cuando a finales de los años ochenta se dio entrada a la televisión privada parece que nadie pensó en cómo se iba a financiar la televisión pública. O cada uno pensó lo que más le convenía en aquel momento: el legislador, que el mercado publicitario crecería lo suficiente para mantener a todos; los aspirantes a los nuevos canales, que una vez conseguida la concesión, ya se encargarían de protestar.

Y eso es lo que han hecho siempre desde UTECA, la Asociación que las agrupa: protestar con el discurso de la doble financiación. Como si cuando accedieron al mercado no se hubieran enterado de que la televisión pública se financiaba con publicidad. Como si los primeros años de su presencia en el mercado no se hubieran dedicado a tirar los precios y reducir el tamaño del mercado, para correr más y llegar antes a sus objetivos.

Pero eso es tiempo pasado. Y como decía al principio la forma de financiación no tiene mucho que ver con la calidad del producto público. Siempre se ha puesto como ejemplo de calidad de una televisión a la británica BBC, pública y financiada sin publicidad. Claro que introducir el canon a estas alturas en España no parece muy realista.

Francia es distinta. Allí cuando quisieron poner en marcha la televisión privada privatizaron TF1, la cadena pública de mayor audiencia.

TF1 es ahora una cadena del grupo Bouygues, un amigo del nuevo presidente Sarkozy.

Sarkozy

Un presidente muy relacionado con el mercado de medios: sus cruceros, sus viajes de placer, los hace con el apoyo de Vincent Bolloré que tiene una presencia accionarial importante en dos grupos publicitarios tan potentes como Aegis (que en España tiene Carat, entre otras agencias de medios) y Havas (dueña de Media Planning, la principal agencia de medios española). Dos actores clave de nuestro mercado.

Bueno, pues Sarkozy ha propuesto una televisión pública sin publicidad, financiada por impuestos que pagarían las operadoras de telecomunicaciones (¿por qué?) y “una parte de los ingresos adicionales” que consiguieran las televisiones privadas.

La idea suena bien, pero tiene un componente peligroso. Si el mercado no crece con la medida tendrían que ser todos los ingresos adicionales los que financiaran la televisión pública (o tendría que ser una televisión pública mucho menor). Pero aún más ¿no caerían las cadenas privadas en la tentación de vender un poquito peor? Si total los ingresos adicionales se van a ir a la competencia.

En cualquier caso hay que reconocer la habilidad de Sarkozy para introducir elementos nuevos e interesantes en el discurso político.