Casi enteros Casi enteros

Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

Entradas etiquetadas como ‘premio nobel’

Vargas LLosa y la convivencia

Me había comprometido a escribir hoy sobre la convivencia. Pero ayer el ordenador de mi casa dijo que no daba más de sí. Hoy tenía que mandar el informe sobre Zenith Vigía, el estudio sobre inversiones publicitarias que elaboro con un panel de directivos de medios y que esta vez se me ha retrasado mucho más de lo conveniente. Por cierto, los resultados no son malos; apuntan a que este año casi se repetirá la inversión del año pasado.

Hoy empieza un puente.

Y ayer concedieron el Premio Nobel de Literatura a Mario Vargas LLosa, uno de mis escritores favoritos, del que he leído casi toda su obra.

¡Ufff, qué agobio!

El caso es que Vargas LLosa sería un buen ejemplo de convivencia. Una persona con unas ideas muy definidas que tiene grandes amistades y colaboraciones con personas de ideas muy diferentes. Que vive sobre todo para escribir y entonces se olvida de sus ideas, que se presentó a la Presidencia de su país y cuando no ganó se apartó y dejó el campo libre al ganador, aunque el ganador fuera un político populista y sospechoso desde el principio de los chanchullos en los que luego se iba a  ver envuelto.

Pero claro, este no era el artículo que yo debería haber escrito sobre la convivencia. Lo dejaré para más adelante, aunque ya no sea el día en que coincidamos todos los blogueros.

Delibes: lo que se perdió el Nobel

Al final, Delibes se nos fue sin que le dieran el Premio Nobel. Y no porque no se lo hubiera ganado. Si hay un escritor que lo haya merecido a lo largo de su carrera ese era Miguel Delibes: Un gran escritor que transmite valores humanos, justo lo que exigía inicialmente la Fundación Nobel, pero parece haber olvidado después.

Claro que a él esto le debía de importar muy poco. Estoy casi seguro de que no escribía por los reconocimientos ni por los premios. Miguel Delibes era un prodigio de humildad.

Él supo hasta cuando podía escribir y luego lo dejó, pero con cerca de ochenta años nos regaló una de sus obras maestras, El Hereje, y encima una de las de más largo alcance.

Casi todo lo que hizo lo hizo bien y su obra fue de menos a más, lo que no es frecuente en literatura, donde muchos autores dan en su primera obra lo mejor de sí mismos y luego se repiten o van decayendo poco a poco.

Con eso no quiero decir que entre sus primeros libros no haya también obras maestras.

Es el escritor de Castilla, pero también del género humano y de la naturaleza.

Oí en televisión (desde la cama del hospital en que he pasado la última semana) que fue el primer ecologista. Esto puede extrañar a muchos, cuando justo se conmemoran los treinta años de la muerte de Félix Rodríguez de la Fuente.

Pero los libros de Miguel Delibes y el Miguel Delibes cazador destilan amor a la naturaleza.

Mi padre también era aficionado a la caza menor y yo sé que poca gente puede amar más la naturaleza que esos cazadores de la generación anterior que vivían pensando sólo en salir al campo a disfrutar de él.

Delibes era uno de esos.

Se nos ha ido un grande. Un gran escritor, una gran persona, un gran ecologista.

Nos queda su obra.

Y no le dieron el Nobel. Peor para ellos.

Cuando oigo hablar de sanear la empresa, me pongo enfermo

Tomo prestado el título de una viñeta de El Roto en su libro Vocabulario figurado 2.

El libro me lo regaló Usúe, mi hija, por Reyes.

Un libro con menos de 200 viñetas puede leerse, revisarse, en un rato. Yo he preferido ir paladeándolo poco a poco a lo largo del año.

Así he encontrado ésta muy adecuada al contexto actual: propuesta de prejubilación en Telefónica a los 48 años (¡qué despilfarro de talento para un país!); cientos de despedidos en Frigo, de Unilever, un gran anunciante; más de mil en el caso de Nissan, otro gran anunciante, del grupo Renault en este caso.

Y así, una y otra y otra noticia, en la misma línea.

Vuelvo con El Roto: ¡Por su propia tranquilidad: permanezcan asustados!

Nunca he entendido, y así lo he dicho en público, que en el actual situación los presupuestos tuvieran que ser austeros. Pero parecía haber un acuerdo unánime sobre el tema. Keynes lleva muchos años muerto y bien enterrado.

Pero leo hoy en El País que Paul Krugman, el reciente Premio Nobel de Economía ofrece como la primera de las claves para superar el actual terremoto aumentar el gasto público. Creo que merecería la pena que alguno de nuestros políticos explorara esa solución.

El mito de la autorregulación de los mercados ya se ha demostrado falso. Los mercados se regulan siempre que el péndulo no se haya separado demasiado de la vertical y, sobre todo, siempre que los que rigen la economía no se salten las reglas para enriquecerse a costa de los accionistas de sus empresas a muy corto plazo.

Lo peor de todo es que quienes han hundido a la banca cobrando sueldos millonarios se han llevado además indemnizaciones millonarias por sus despidos.

Parece que esta sociedad, definitivamente se había vuelto loca.

¿Por dónde volverá cuando se recupere la normalidad?

Yo espero que nada vuelva a ser como antes.

Termino con otra viñeta de El Roto: Me dijeron que mi vecino tenía una pistola, así que me compré un fusil. Luego supe que era mentira, pero para entonces él ya tenía un cañón.

23 de abril: Día del libro

Hoy, como todos los años por estas fechas, me ha llegado el regalo de TV3.

La televisión autonómica catalana es muy respetuosa con sus tradiciones y tiene espléndidos detalles con los que nos dedicamos a esto de la publicidad. Podemos tener cocas o huevos de Pascua y por Sant Jordi no nos falta nunca un libro (el último Premio Planeta) y una rosa (que en los últimos años, con vocación de permanencia, se ha transformado en una obra de arte. Este año es una litografía; de una rosa, por supuesto).

Este año además el Premio Planeta es El Mundo de Juan José Millás. Me encanta Millás y espero que me guste esta obra. El año pasado leí con placer Laura y Julio.

Hay quien tiene prejuicios contra el Premio Planeta. Una vez, en una reunión me comentaron: yo nunca leeré un Premio Planeta. Yo pensé: pues te has perdido El jinete polaco, una de las mejores obras de los últimos veinte años.

Hay muchas más. Yo agradezco musho el gesto, el regalo, de TV3. Gracias, Neus.

Control, una revista de publicidad, ha desarrollado estos días una inteligente iniciativa. Pedir a responsables de distintas agencias la recomendación de un libro que, por alguna razón, no necesariamente publicitaria, les resultara interesante.

Aunque la pregunta iba dirigida a los máximos responsables de las empresas, por esas cosas que muchas veces ocurren (tienen cosas más importantes de las que ocuparse) la pregunta ha acabado llegando a mí.

Mi selección de un solo libro se ha dirigido a El corazón helado, la novela de Almudena Grandes que acaba de recibir el Premio José Manuel Lara al mejor libro de 2007. Para mí también lo ha sido.

Yo leo mucho.

Seguramente ahora un poco menos. El tiempo que dedico al blog sale de alguna parte. Y cuando no trabajo o duermo lo que más hacía hasta ahora era leer. Ahora también, pero menos.

Para la revista Control había que seleccionar un título y así, a bote pronto.

Pero ahora tengo más tiempo y puedo hacer una recomendación, entre los libros que he leído en los últimos meses.

El año pasado se cumplían cincuenta de la muerte de Pío Baroja, un autor que he frecuentado mucho desde mi adolescencia. Se reeditaron varias cosas y yo volví a leer con agrado Desde la última vuelta del camino, esas cuasi memorias tan del estilo barojiano.

Veneno y sombra y adiós, el final de la trilogía Tu rostro mañana, de Javier Marías mantenía el tono y el interés de las dos partes anteriores. Creo que es una obra maestra que merece la pena leer.

No me gustó, o me gustó menos que otras de sus obras anteriores, Viajes por el scriptorium, en la que creo que Paul Auster mostraba signos de agotamiento.

Me encantaron, pese a su dureza (o a lo mejor por eso) los relatos de Los peces de la amargura, una obre en la que Fernando Aramburu muestra las condiciones en que se vive en mi tierra. Un libro muy recomendable.

Otra colección de relatos, Pura anarquía, de Woody Allen, muy irregular peso con destellos próximos a la genialidad que caracteriza al personaje, al autor en este caso.

También era de relatos, muchos de ellos interesantes, Todas las familias felices, del mejicano Carlos Fuentes. Ya saben, la frase inicial de Ana Karenina: todas las familias felices se parecen, las desgraciadas lo son cada una a su manera.

He recuperado el placer por leer a Henry James, en concreto dos antologías de relatos que llevaban en su título la palabra selecto. Y lo eran.

Acabo de leer Mil cretinos, lo último de Quim Monzó, que en general me ha gustado menos que otras colecciones anteriores.

También leí el libro de diarios de Bioy Casares en el que se recogían todas las referencias a Borges. Un tocho de lás de 1600 páginas que uno lee basándose en la admiración por ambos autores. Creo que Bioy es un autor extraordinario, casi siempre tapado ¿voluntariamente? por la sonbra de Borges. Bueno, para mí fue un ejercicio de voluntad para acabar descubriendo una cierta mezquindad en la personalidad, en el día a día, de dos genios. A los que, por supuesto, seguiré admirando.

Leí Una historia de la lectura de Alberto Manguel, un libro precioso en edición de lujo que me deceocionó un poco, quisá poeque esperaba demasiado.

No me defraudó Arthur y George, de Julian Barnes, un británico del que ya había leído varias cosas y a quien merece la pena conocer.

Sé que me gustó El mar de John Banville, pero ahora veo que me dejó poca huella.

He leído dos obras de Ohran Pamuk, el premio Nobel turco: una autobiográfica, Estambul y una de sus primeras novelas El castillo blanco; creo que las dos merecen la pena. Se trata de un gran escritor.

Otro premio Nobel y otras memorias, Las pequeñas memorias de Saramago; agradables de leer pero que yo no elegiría entre las mejores obras del autor.

Ravel, una novela corta del francés Jean Echenoz, se leía con interés.

Entre dos libros españoles recientes me gustó más Mira si yo te querré, de Luis Leante, que Nuestra epopeya de Manuel Longares, aunque los dos tienen un interés superior a la media.

La mujer justa de Sandor Maraï forma parte de la obra, siemore interesante de este magnífico autor húngaro que hemos redescubierto caso veinte años después de morir.

Compro y me regalan muchos libros, así que sigo teniendo mucho material para leer. Pero ahora tengo un nuevo Millás a la cola.